San Ignacio
Deseando y eligiendo sólo lo que es más propicio para nosotros hasta el fin para el cual fuimos creados
San Ignacio de Loyola
San Ignacio provenía de una familia de la nobleza menor, de la región vasca del norte de España y, en su juventud, soñó con alcanzar honor y fama.
Todo eso comenzó a cambiar un día en la primavera de 1521. Ignacio tenía entonces 30 años, era un Caballero en la Corte Real Española. Estaba al frente de sus compañeros de combate en una batalla contra los franceses que estaban seguros de perder, cuando fue herido en la pierna por una bala de cañón. Durante una difícil convalecencia, Ignacio pidió libros sobre caballería, su lectura favorita. No había nada disponible. Tuvo que conformarse con un libro sobre la vida de Cristo, y con biografías de santos, y los encontró inesperadamente fascinantes.
San Ignacio siempre había soñado con imitar actos heroicos, pero ahora, los héroes tenían nombres como Francisco de Asís y Catalina de Siena. Ignacio también notó que le sucedía algo extraordinario. Se dio cuenta de que Dios estaba trabajando en él, incitándolo, guiándolo, invitándolo. En años posteriores, mientras viajaba por todas partes del mundo, se dio cuenta también de que Dios trabajaba de manera similar en las vidas de todas las personas, en los hechos que ocurrían en el mundo diariamente.