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Mateo 5, 3-10
“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia.”
Lucas 10, 25-29. La parábola del Buen Samaritano.
“Anda entonces, y haz tú lo mismo.”
Mateo 8, 1-4. La curación del leproso.
Jesús extendió la mano y tocó al hombre. - Sí quiero - le dijo -. ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano de la lepra.
Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 53
“Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.
Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».
El Papa Francisco hablando, en Filadelfia, sobre el Abuso Sexual de Menores
“Las personas que tenían la responsabilidad de cuidar a estos tiernos violaron esa confianza y les causaron un gran dolor...
Los que han sobrevivido a este abuso se han convertido en verdaderos heraldos de la misericordia. Humildemente debemos a cada uno de ellos nuestra gratitud...”