Crear «alegría indocumentada»

El Center for Undocumented Students de la Universidad Saint Peter’s

Todo empezó, quizás, a comienzos de la década del 2000, con un mar de camisetas con la leyenda «¿Por qué dormir si no puedes SOÑAR (dream)?». Con una «dormida al aire libre» en el campus, algunos alumnos desafiaron a sus compañeros y profesores a prestar atención a las comunidades de inmigrantes indocumentados y a la necesidad de una legislación que establezca un proceso viable para acceder a la ciudadanía (propuesta entonces conocida como DREAM Act, y centrada en los menores). Hoy día se siguen oyendo los ecos de aquellas llamadas, incluso con una resonancia más fuerte, en el trabajo del Center for Undocumented Students (TCUS - Centro para estudiantes indocumentados) de la Universidad Saint Peter’s, en Jersey City, Nueva Jersey.

La fundación del TCUS no fue muy diferente a la del Catholic Worker (Obrero católico), tal como la describe Dorothy Day: una comunidad de estudiantes, profesores y personal no docente sentados alrededor de una mesa en nuestra Social Justice House (Casa para la justicia social) y hablando de cómo entender y atender mejor las necesidades de los alumnos inmigrantes en Saint Peter’s. El trabajo se puso en marcha a partir de los esfuerzos de los alumnos por organizarse; fue estructurado gracias al informe de una investigación llevada a cabo por otras universidades jesuitas, que urgía a los educadores a apoyar a los estudiantes indocumentados; se concretó en la creación de un espacio físico para el TCUS; y se mantiene gracias a los líderes de los jóvenes inmigrantes, que guían, informan y dan fundamento a estos esfuerzos.

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Los recursos de los que dispone el TCUS son mínimos para los estándares convencionales. Está situado en el segundo piso de la Casa Martin Luther King - Kairós para la Justicia Social, perteneciente a la universidad; su presupuesto se financia en buena parte con donativos y los trabajadores son principalmente líderes estudiantiles y voluntarios de entre los profesores y el personal no docente. Sin embargo, «La Casita», como algunos de nosotros llamamos cariñosamente al centro, alberga una incomparable riqueza, presente en los estudiantes que lo lideran y en la comunidad educativa de Saint Peter’s, que ama a sus alumnos. No hay regalo más valioso que el amor, y el TCUS nos da la oportunidad de practicar a diario el amor mutuo - sin tener en cuenta el estatus social de nadie - que Jesús predicó y vivió durante su vida.

Entre las tareas del TCUS están: enseñar al personal docente y no docente formas de apoyar a los estudiantes indocumentados; ayudar a los alumnos del centro a acceder a ayuda financiera; acoger prácticas de los alumnos de derecho; facilitar círculos de curación; copatrocinar charlas, vigilias y foros de debate sobre la justicia social; y ofrecer retiros a través de la pastoral del campus. Lo más importante, quizás, es que el TCUS proporciona un espacio físico de calidez y bienvenida, diciendo sin ambages a quiénes servimos. El centro invita al conjunto de la comunidad de Saint Peter’s a ser constructores de puentes y no de muros. Nuestro deseo es invitar a más gente a la mesa, compartir la comida y construir una comunidad de amor, en vez de detener, deportar y excluir a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes.

En medio de todas las tragedias y catástrofes que se han abatido sobre la comunidad, nuestros estudiantes nos recuerdan que necesitamos crear y mantener un espacio para lo que una joven «DACAmentada» (documentada de modo provisional, gracias a la Deferred Action for Childhood Arrivals) llamó undocu-joy (alegría indocumentada).Nos recuerdan que necesitamos ser valientes, creativos y audaces, lo que ellos demuestran con el ejemplo. Igual que ocurrió con la fundación del TCUS, son nuestros alumnos y antiguos alumnos los que encabezan esta lucha por la justicia. Dosrecientes graduados nuestros,por ejemplo, son los principales organizadores de la comunidad Cosecha, que lucha por la dignidad y la protección de todos los inmigrantes. Estos dos antiguos alumnos han participado en protestas pacíficas, arriesgándose así a ser detenidos y deportados. También han recorrido a pie los 400 kilómetros que hay hasta Washington DC, han hecho huelgas de hambre de una semana y organizado formas de apoyo comunitario a familias desgarradas por las detenciones y las deportaciones. Los alumnos actuales continúan esta lucha a nivel local: junto con Make the Road NJ (Ponte en camino Nueva Jersey), una asociación a favor de los derechos de los inmigrantes, están luchando (con éxito) por el acceso a la ayuda financiera del estado y, últimamente, por un incremento del salario mínimo a nivel estatal.

Estos alumnos - y muchos otros de los nuestros - son los líderes de los derechos civiles de nuestra época. Es más, ejemplifican poderosamente el imperativo cristiano de entregar la propia vida por los demás. Tales esfuerzos no se deben al TCUS sino que hay que atribuirlos a la fuerza, el aguante y la resistencia de los organizadores de los jóvenes inmigrantes, que nos empujan a todos a hacer mejor las cosas, a recordar por qué estamos aquí como educadores y a asegurarnos de que nuestros compromisos pasen de las palabras o las buenas intenciones a la acción eficaz. Incluso, o quizá especialmente, cuando esto no es «seguro» a nivel personal o institucional. Caminar de la mano con nuestros alumnos y acompañarlos nos llena a la vez de alegría y de humildad. Debemos perseverar en este trabajo.

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Los dos últimos versos del poema «Oración por los titulares de la mañana», del padre Daniel Berrigan, SJ, dicen: «Siembra esperanza. / Florece la paz». El padre Berrigan expresa bien lo que anima al TCUS de la Universidad Saint Peter’s. A pesar de los medios modestos, el ejemplo dado por nuestros alumnos nos muestra que el mundo no tiene por qué ser un lugar de odio, exclusión, violencia y empobrecimiento. Podemos comprometernos en tareas grandes y pequeñas que muestren lo contrario, lo cual significa: brillar con fuerza; compartir nuestros dones, talentos y recursos; y dar la bienvenida a todos los que llaman a la puerta.

[Artículo de la publicación "Jesuitas - La Compañía de Jesús en el mundo - 2020", por Anna Brown y Jennifer Ayala]

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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