Beato Nicolás Keian Fukunaga

Beato Nicolás Keian Fukunaga

Nicholás Keian Fukunaga

Beato

  • Death: 07/31/1633
  • Nationality (place of birth): Japón

Nicolás Keian Fukunaga había nacido de padres cristianos, que le matricularon en el seminario que los jesuitas habían erigido para educar a los hijos y parientes del daimyo cristiano. Allí estudió hasta 1688 año en que fue admitido en la Compañía. Tras hacer otros estudios en el colegio de los jesuitas en Amakusa, hizo los votos como hermano y fue destinado a misionar como catequista. En 1614 el nuevo gobernante de Japón, Tokugawa Ieyasu, dio orden de que todos los jesuitas abandonaran el país, y Nicolás se unió al grupo que pasó a Macao. Cinco años más tarde, sin embargo, se las arregló para volver clandestinamente a Japón y retomar su trabajo pastoral en Kyushu. Los superiores estimaban mucho su trabajo, especialmente sus conmovedores sermones. Compañeros suyos jesuitas aconsejaban fuera ordenado, pero desgraciadamente en ese tiempo no había ningún obispo en Japón que pudiera hacerlo.

El mes de Julio de 1633 Nicolás fue capturado y encerrado en la prisión de Nagasaki, donde la impresión podría ser muy bien de estar de nuevo en el colegio de Amakusa, porque allí estaban presos con él, viejos amigos de los días de Amakusa, como Julián Nakaura, Sixto Iyo y Pablo Saito.

Hasta 1633 se ejecutaba a los mártires públicamente, casi siempre se les crucificaba, lo cual atraía mucha gente, entre ella cristianos que animaban con voces a los mártires o incluso intentaban unirse a ellos. Para impedir que sucediese esto los que se encargaban de las ejecuciones en Nagasaki inventaron, como forma de tortura, la fosa, que debía crear apóstatas en vez de mártires. Se colgaba a las víctimas por los pies de un armazón levantado sobre una fosa llena de vísceras malolientes. Para controlar la presión sanguínea ceñían los cuerpos estrechamente con sogas, y de vez en cuando les abrían las venas para rebajar la presión e impedir una muerte prematura, de modo que la tortura fuese lo más larga posible. El simple movimiento de una mano o el susurro de un “Nenbutsu” bastaban como señal de apostasía y para verse libres de la tortura. Algunos de los mártires resistieron en esta tortura muchos días antes de que les librara de ella una muerte piadosa.

El 28 de julio colgaron a Nicolás en “la fosa”. Ya en la fosa mantuvo aquel buen predicador su último diálogo con sus carceleros. Cuando uno le preguntó si había en su vida algo que le pesaba haber hecho o no haber dejado de hacer, replicó: “Sí, hay algo de lo que arrepiento mucho. No haber podido llevar a Cristo a todo el pueblo japonés, empezando por el shogun”.

En la mañana de su tercer día de fosa, que era el 31 de julio, fiesta de San Ignacio, Nicolás se unió en el cielo al fundador de su orden religiosa.

Mártires de Japón

Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ

Traducción: Luis López-Yarto, SJ