El P. General lanza un desafío a los Antiguos Alumnos de los colegios jesuitas

Una crisis de liderazgo

Asociación. Liderazgo. Reconciliación. Acción ante la emergencia.

Son valores que el P. Arturo Sosa ha evocado desde que fue elegido Superior General de la Compañía de Jesús en septiembre de 2016. Estos temas han adquirido aún más importancia después de la publicación de las Preferencias Apostólicas Universales, las directrices para la vida y la misión de los jesuitas en los próximos diez años, y después de su participación en el encuentro sobre la Protección de Menores en Roma. No es de extrañar por lo tanto que el P. Sosa subrayara esos mismos valores en su visita a las obras de la Compañía de Jesús en la India.

Ante una asamblea de antiguos alumnos de escuelas y colegios jesuitas en Bandra, el P. Sosa hizo una llamada a su experiencia común de espiritualidad ignaciana y a su capacidad para discernir lo que la acompaña: “Hoy, más que nunca, los seres humanos necesitamos desbloquear el potencial liberador que se esconde en el núcleo de la espiritualidad y de las tradiciones religiosas. Los jesuitas y las instituciones de la Compañía de Jesús ofrecen a todos, hombres y mujeres, un poderoso medio de ayuda para alcanzar su encuentro personal con Dios: la espiritualidad ignaciana.” Ese encuentro personal ha formado ‘hombres y mujeres para los demás’, o como se ha preferido llamarlos a lo largo de la visita, ‘personas de buena voluntad’ con las que la Compañía no sólo PUEDE, sino que DEBE asociarse para continuar su misión.

Sin embargo, la asociación por sí sola no es suficiente. En el curso de su visita, el General ha escuchado atentamente a los jesuitas, a los laicos asociados y a los que están siendo atendidos por los ministerios de la Compañía, y de esas conversaciones concluyó, “Actualmente vivimos una crisis de liderazgo en la esfera pública. Los líderes políticos nos han llenado de promesas vacías y a menudo nos hacen lamentar la falta de un buen gobierno.” No queriendo caer en la misma mentalidad de señalar con el dedo a los que han perpetuado la crisis, el P. Sosa añadió rápidamente, “en esto la culpa es también nuestra, y nuestras lamentaciones desde la barrera no ayudan a mejorar la situación.” Luego desafió directamente a la asamblea a hacer de esa crisis su responsabilidad personal y a pasar de la lamentación a la acción, diciendo “Es necesario que hombres y mujeres íntegros, renunciando a sus ambiciones personales, se entreguen al servicio público.”

Si nuestros antiguos alumnos, nuestros ‘hombres y mujeres para los demás’, nuestros asociados que son ‘personas de buena voluntad’ están dispuestos a asumir esos roles de liderazgo, entonces podemos poner en acción la increíble herramienta que es la Espiritualidad Ignaciana capaz de “formar la conciencia personal, promoviendo una cultura de la fraternidad y la aceptación.” Con esa herramienta, continuó el General, podemos responder a la “Misión de Reconciliación y Justicia” que nos llama a la “reconciliación con Dios, con la humanidad y con la creación.”

Reconociendo las buenas obras que los Antiguos Alumnos ya están haciendo por la población de la India, el P. Sosa les agradeció su incansable compromiso, y luego les transmitió un sentido de urgencia, diciéndoles “El inmenso sufrimiento y la injusticia de nuestro mundo son escandalosos, se oponen al plan de Dios y ofenden al concepto mismo de dignidad humana.” Esta no es una misión para la próxima generación, ni para la próxima década, ni siquiera para el próximo año, sino que es una misión que debe llevarse a cabo ya.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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