En el noreste de la isla de Mindanao, al sur de Filipinas, se halla la Diócesis de Malaybalay. Los jesuitas la llaman el distrito misionero de Bukidnon. Es una parte no muy conocida del país, a unas pocas horas en coche de Cagayán de Oro, donde los jesuitas son más conspicuos ya que dirigen la Xavier University. Aunque tradicionalmente eran misioneros veteranos quienes operaban en esta zona rural, en la actualidad es un grupo de jóvenes jesuitas, ordenados sacerdotes hace sólo unos años, quienes hacen la animación pastoral y otras actividades en apoyo al obispo de la diócesis. Amén de administrar cuatro parroquias - en Cabanglasan, Miarayon, Pangantucan y Zamboanguita - animan la Casa de Ejercicios de los jesuitas en la ciudad de Malaybalay. Cuentan a veces con el apoyo de jesuitas de más edad como el P. Mateo Sanchez, antiguo maestro de novicios, que no pierde nunca la ocasión de volver a esta región que tanto estima y en la que ha abierto el camino al desarrollo económico y social, así como espiritual.

En Malaybalay visitamos el centro espiritual Jesuit Retreat House, a los miembros de su personal y su hermoso entorno frondoso. El centro recibe un buen número de estudiantes de secundaria para retiros de algunos pocos días.

Todos los lunes la comunidad se reúne para orar y compartir. Para algunos, es después de un viaje de dos o tres horas por carreteras con poco tráfico. Tuvimos la suerte de estar con ellos el lunes 20 de enero. Pudieron compartir lo que estaban experimentando, sus motivaciones para trabajar en esta región, sus alegrías y los desafíos que encuentran.

Lo que más llama la atención es el deseo de servir a los más pobres y, en particular, a los indígenas que se ven marginados, allí como en tantos países, por la sociedad moderna. Les gusta vivir cerca de la naturaleza, lejos del ruido y la contaminación de las grandes ciudades: es un estilo y un ritmo de vida a los que muchos de ellos aspiran y, por ello, han pedido expresamente al P. Provincial que los envíe a Bukidnon. Su trabajo es variado porque todos ellos están involucrados no sólo en la actividad pastoral -que les requiere que “cubran” una veintena de capillas- sino también por una presencia cercana y directa entre los jóvenes de las escuelas parroquiales o secundarias de sus territorios.

He aquí algunos testimonios de nuestro intercambio.

- Ismael: Soy abogado, miembro del colegio de abogados, y aunque contribuyo a las actividades de la casa de Ejercicios, mi trabajo principal se concentra en la responsabilidad de los servicios legales de la diócesis. Esta colaboración consiste tanto en asuntos de derecho civil como en mi participación en casos de mediación familiar.

- Richard: Al final de mi Tercera Probación, hice un discernimiento y me sentí llamado a vivir y trabajar con los pobres y los aborígenes. Esto es un cambio para mí y es una fuente de nuevo dinamismo para mi vida de jesuita.

- Felipe: Soy de Manila, pero vivir en Bukidnon es para mí la realización de mis sueños. Me encanta la naturaleza, el clima y sobre todo la gente. En la escuela secundaria, mi objetivo es animar a los jóvenes a desarrollar el deseo, después de sus estudios, de volver a servir a su comunidad.

- Jereme: Me siento realmente “misionero” fuera de las ciudades. Deseo en especial involucrarme profundamente en un trabajo con los indígenas y he solicitado al P. Provincial que me destine a este apostolado por lo menos para cinco años. A menudo los jesuitas vienen aquí con vistas a realizar una especie de ‘prácticas’ de uno o dos años. ¡Pero yo quiero más que eso!

- Noel: ¡Me encanta estar aquí! Este compromiso de seguir a los misioneros pioneros de Bukidnon es para mí una ‘operación de rescate’ de mi vocación”.