David, sin techo en Chicago, y el Padre General: ¿dónde está la conexión?
Por RJ Jacobs, SJ | Escolastico della Provincia USA East, cursando estudios universitarios de primer ciclo en Loyola University Chicago
“Eres David, ¿verdad? ¿Cómo estás?”
“¡Me alegro de verlos! Estoy bien. No puedo quejarme. Mi madre me dijo una vez que quejarse sólo empeora las cosas. Me alegro mucho de verlos. ¿Tienen algo de comer?”
“Parece que tu madre era una mujer muy sabia. Y claro, tenemos panes con salchichas y sándwiches de mantequilla de mani y mermelada. ¿Qué te apetece?”
Habían pasado varias semanas desde que nuestro
grupo del apostolado Labre se había encontrado con David en las calles del
centro de Chicago. El servicio Labre ofrece a los estudiantes de la Loyola
University Chicago, y a mí, escolar jesuita, una oportunidad semanal de
entablar relaciones con personas sin hogar en el corazón de nuestra ciudad. En
nuestro último encuentro, David había estado de buen humor a pesar de que
estaba pasando por momentos difíciles. Durante esta última visita, David nos
reconoció cuando nos acercamos a él en la calle. Uno de nosotros se dirigió
inmediatamente a él por su nombre, y a partir de ese momento nuestra
conversación pareció retomarse desde donde había terminado semanas antes.
Cuando nos disponíamos a despedirnos, David nos pidió que rezáramos con él. Mientras inclinábamos la cabeza y rezábamos juntos el Padrenuestro, me sentí especialmente unido a David y a los estudiantes a los que acompañaba. Estábamos unidos en solidaridad, hermanos y hermanas en Cristo que fueron agraciados en ese momento para invocar a nuestro Padre Celestial con voces unidas en alabanza y súplica. Al final, nos despedimos con una sonrisa en la cara y agradecidos los unos por los otros.
Pensé en David unos días más tarde, después de
que el Padre General Arturo Sosa había visitado Chicago y hablado con nosotros,
escolares de Primeros Estudiosde la Loyola University. Durante
nuestro encuentro con él, el Padre Sosa habló de la importancia de la primera
PAU: mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el
discernimiento. Mientras describía esta Preferencia, lo que más me llamó
la atención fue cómo enfatizaba el modo en que se expresa “mostrar el camino hacia
Dios”. El Padre Sosa afirmó que mostrar el camino hacia Dios viene a través de
cómo vivimos nuestras vidas espirituales - como jesuitas y como cristianos.
Mientras reflexionaba sobre estas palabras, pensé en mis encuentros con Cristo a través de los diversos rostros de los pobres, vulnerables y excluidos de las calles de Chicago. Pensé en la reciprocidad inherente a estos encuentros - con David y con muchos otros - en los que Dios se revela a sí mismo en presencia de la otra persona. Durante este último encuentro con David, él mostró a nuestro grupo de Labre el camino hacia Dios con la alegría interior y la esperanza que mantenía vivas como resultado de su fe cristiana. Nosotros también habíamos deseado proporcionarle un recordatorio del cuidado providencial de Dios mientras le hacíamos el regalo de una presencia amorosa. Al recordar aquel momento, sentí que nuestro testimonio mutuo de nuestras vidas espirituales - vidas arraigadas en dirigirnos a Dios como Padre y vernos unos a otros como hermanos y hermanas en Cristo - nos fortalecía a cada uno de nosotros.
Oremos para que podamos vivir vidas espirituales como sugiere el Padre Sosa, inspirados por los Ejercicios Espirituales y en cooperación con la abundante gracia de Dios. Y que Dios cultive nuestros corazones para que estén siempre abiertos al encuentro con los demás, muy especialmente con los que están en los márgenes y periferias de nuestra sociedad.