Beato Carlos Spinola

Beato Carlos Spinola

Carlo Spinola

Beato

  • Death: 09/10/1622
  • Nationality (place of birth): España

Carlos Spinola (1564-1622) decidió hacerse misionero seducido por el ejemplo de Rodolfo Acquaviva, el jesuita martirizado en la India, pero le costó muchos años y un viaje increíblemente complicado poder llegar al Japón donde llegaría a ser mártir también él. Junto a él se encontraba el P. Sebastián Kimura, primer jesuita japonés ordenado sacerdote y siete varones japoneses, casi todos catequistas, que entraron en la Compañía de Jesús e hicieron los votos en la cárcel poco antes de ser asesinados.

El año 1584 Spinola entró en la Compañía y estudió filosofía en Nápoles. Su frágil salud le obligó a terminar la filosofía en Milán, donde fue ordenado. Aunque él había solicitado ir a misiones, recibió el destino de permanecer en Italia dando misiones en las parroquias. Dos años tras su ordenación sin embargo el P. Spinola recibió la misión de ir al Japón, pero necesitó seis años, ocho barcos y enorme paciencia para llegar hasta Nagasaki, en Japón, y superar naufragios, piratas y obstáculos de todo tipo.

El primer barco al que subió en Génova chocó con una roca y tuvo que volver a puerto. Una vez arribado a Barcelona, y tras haber cruzado a pie toda España, partió de Lisboa en una nave cuyo timón había quedado dañado tras una tempestad cerca de Brasil; el barco, navegando a la deriva, volvió a su punto de partida. En un segundo intento unos piratas ingleses capturaron la nave en que iban y la condujeron a Inglaterra. Cuando volvieron a Lisboa hacía dos años que estaban en camino. Finalmente en marzo de 1599 el futuro misionero partía por tercera vez para llegar a Malaca en julio de 1600.

Al llegar a Japón en julio de 1602 Spinola se puso a aprender japonés, para después pasar a la capital Miyako (hoy Kyoto) donde sería ministro en el colegio de los jesuitas además de profesor de matemáticas y astronomía. Siete años más tarde se trasladó a Nagasaki para hacerse cargo de las necesidades temporales de la provincia. El largo período de relaciones pacíficas con el Shogun Iyeyasu acabó en el momento en 1614, cuando el cristianismo fue declarado ilegal al llegar a contar con dos millones de miembros en Japón. Los no cristianos de fuerte liderazgo consideraron que este nivel de crecimiento suponía una amenaza nacional, y convencieron al Shogun de que los misioneros estaban preparando el país para una invasión por parte de España. Los comerciantes holandeses e ingleses, que deseaban librarse de la competencia española, alentaron tal razonamiento.

El decreto del Shogun desterraba a todos los jesuitas extranjeros y prohibía a los cristianos japoneses que dieran asilo a sacerdotes y que practicaran su religión. Dejaron el Japón unos 100 jesuitas, pero algunos se quedaron, entre ellos Spinola, que durante cuatro años logró esquivar a los caza-sacerdotes. Sus rasgos europeos no los podía disimular, y eso le hacía salir sólo cuando oscurecía. Pero finalmente en la noche del 13 de diciembre de 1618 le capturaron junto con el hermano Ambrosio Fernandes y su catequista Juan Chogoku. Soportaron una prisión de cuatro años en un recinto hecho de estacas, parecido a una jaula para pájaros, que no ofrecía ninguna protección contra los elementos.

Sebastian Kimura (1565-1622) nacido de padres cristianos en Hirado, allí mismo entró en contacto con los jesuitas. Estudió en el seminario de Arima y en 1582 entró en la Compañía. Trabajó como catequista en Miyako antes de estudiar teología en Macao y fue ordenado en Nagasaki en septiembre de 1601.

Era un predicador muy elocuente y llegó a ser muy hábil en adaptar disfraces tras la expulsión de los jesuitas. Podía presentarse como soldado, mercader, collie o médico. Esto le daba gran libertad para visitar a los cristianos y administrar los sacramentos. La policía, consciente de sus actividades, deseaba su captura, de modo que su provincial le ordenó dejar Nagasaki hasta que desapareciera la amenaza. Pero antes de que pudiera obedecer le arrestaron el día 30 de junio de 1621, junto con su catequista Tomás Akahoshi, y un ayudante de la residencia de los jesuitas, Luis Kawara. Los tres fueron llevados a la prisión de Suzuta, junto con Spinola y los demás cristianos. El hermano Fernandes murió a los 13 meses de estar preso, pero Spinola logró tener todo lo necesario para decir Misa y celebraba a diario. Incluso puso en marcha un noviciado con siete catequistas detenidos que manifestaron deseos de ser jesuitas. Pero cuando en septiembre de 1622 se enteró de que les iban a llevar a Nagasaki, imaginó que eso significaba su ejecución, y aceptó los votos de sus siete novicios. Vestidos con sotanas metidas de contrabando en la prisión, fueron conducidos hasta la Colina de los Mártires en las afueras de Nagasaki, donde les ataron a estacas para darles muerte a “fuego lento”. Debilitado por cuatro años de prisión Spinola murió media hora después de que el fuego comenzara a arder. Al ser atado a la estaca entonó el salmo “Alabad al Señor todas las naciones” animando a los demás mártires a unirse en un canto de acción de gracias a Dios por haberles elegido para dar testimonio de su fe.

Ambrosio Fernandez (1551-16-22) había nacido en Portugal y marchó a la India en 1571 buscando fortuna. Sirvió en la armada portuguesa en Salsette (India), y trabajó para diversos comerciantes en Goa y Macao. Viajando por cuenta de uno de ellos, con ocasión de una tempestad especialmente violenta, en el temor de que su nave se hundiese, hizo voto de entrar en la Compañía su lograba sobrevivir. Como sucedió así entró en el noviciado de Nagasaki como hermano en enero de 1579. Se encargaba de las necesidades materiales de la comunidad, pero tuvo que pasar a la clandestinidad tras la expulsión de los jesuitas. Fue arrestado con el P. Spinola y encarcelado durante 13 meses antes de sufrir el martirio.

Juan Chugoku había nacido en Yamaguchi, Japón, alrededor de 1573. Estaba al servicio de un caballero muy importante al que acompañó durante una invasión a Corea. A su vuelta a Japón le abandonó su mujer, y él se trasladó a Arima donde entró en contacto con los jesuitas. Comenzó a acompañarles en sus incursiones misioneras, hasta que fue arrestado con Spinola y Fernandes el día 16 de diciembre de 1618. Hizo el noviciado de la Compañía siendo prisionero en Suzuta y pronunció los votos pocos días antes de ser decapitado en 10 de septiembre de 1622.

Anthony Kyuni procedía también de una familia noble. Estaba casado, y no conocemos bien si su esposa falleció o si le dio permiso para trasladarse a Nagasaki y estudiar en aquel seminario. Se hizo catequista y trabajó con los jesuitas en la imprenta y la enfermería. Con los jesuitas salió exiliado hacia Macao el año 1614m aunque retornó tres años más tarde para llevar vida eremítica. Eligió un lugar apartado en una montaña cerca de Nagasaki. Allí se le unieron Miguel Saito y Gonzalo Fusai. Todos fueron arrestados en 1619 y llevados al antiguo noviciado de Nagasaki. Su verdadero noviciado comenzó al año siguiente cuando les trasladaron a la prisión de Suzuta, donde el P. Spinola pudo acompañarles y ser su director como novicios.

Miguel Shumpo (1589-1622) había nacido en el seno de una familia Cristiana de Owari, Japón, y entró en el seminario de Arima. Más tarde se hizo catequista y sacristán de la iglesia de Miyako. Marchó al exilio para retornar el año 1617 y unirse a Antonio Kyuni en su vida de eremita. Con Kyuni fue arrestado y llevado a Nagasaki. Gonzalo Fusai procedía de una familia noble de Okayama, en Japón, donde había nacido hacia 1580. Durante un tiempo vivió en la corte del daimyo de Bizen-Mimasaka. Fusia acompañó a su señor en el curso de una campaña en Corea. Pero más adelante dejó su cargo y se trasladó a Nagasaki, donde se hizo cristiano y trabajó como catequista. Tras un exilio en Macao se unió a sus amigos Miguel Saito y Antonio Kyuni.

Pedro Sampo había nacido en Oshu, Japón, hacia 1580. Emigrante en el Japón central, logró su objetivo de alcanzar una posición desahogada al servicio de un gran señor; posteriormente volvió a Hiroshima, donde se hizo cristiano. Más tarde se colocó al servicio del daimio de Hoki, pero tuvo que volver a Nagasaki al morir su señor. Se afeitó la cabeza y se construyó una casa muy sencilla al lado del noviciado de los jesuitas. Por sugerencia de sus vecinos se hizo catequista, teniendo al cabo de un tiempo que marchar al exilio con ellos. De vuelta al Japón volvió a desarrollar el trabajo de catequista en la clandestinidad, antes de unirse al grupo de Antonio Kyuni en las montañas.

Luis Kawara (1583-1622) servía en la corte de Miguel, príncipe de Arima, en el mismo lugar donde había nacido. El príncipe era cristiano pero decidió abjurar de su fe y pretendía que Kawara le siguiese. Kawara fingió apostatar, pero siguió viviendo como cristiano. El príncipe se enfureció al descubrir el engaño, y confiscó todas las propiedades de su súbdito. Kawara, junto con su familia, se marchó a Nagasaki, donde comenzó a vivir en la miseria. Allí tuvo lugar la muerte de su mujer y sus hijos. Kawara se construyó una pequeña casita en un remoto lugar y comenzó una vida de asceta. Venía gente a verle y escuchar sus palabras de sabiduría, cosa que provocó su arresto en tres ocasiones. El 30 de junio de 1621 fue arrestado junto con el H. Sebastián Kimura y puesto en prisión en Suzuta. Movido por el ejemplo de otros que encontró allí, entró en la Compañía e hizo los votos antes de ser quemado vivo.

Tomás Akahoshi había nacido en Higo, Japón, alrededor de 1565. Era hijo de una familia noble y estuvo al servicio del daimyo de Higo. Cuando falleció su mujer Akahoshi se trasladó a Nagasaki y se hizo catequista con los jesuitas. Con ellos marchó al exilio en 1614, pero regresó a Japón con el P. Sebastián Kimura. Ambos fueron arrestados juntos. Akaboshi entró en la Compañía estando ya en prisión en Suzuta, y pronunció los votos antes de ser quemado vivo.

Mártires de Japón

Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ

Traducción: Luis López-Yarto, SJ