Beato Jaime Salès

Beato Jaime Salès

Jacques Salès

Beato

  • Death: 02/06/1593
  • Nationality (place of birth): Francia

Jaime Salès y Guillermo Saultemouche fueron martirizados por defender su fe en la presencia real en la Eucaristía, durante un conflicto con los hugonotes en plena guerra de religión francesa. Jaime Salès (1556-1593) fue alumno del colegio de la Compañía en Billom entre 1568 y 1572 y creció cada día en devoción al Señor en el Sacramento de la Eucaristía. Quería ser jesuita, pero sentía que sus padres lo necesitaban en casa al ser hijo único. Se trasladó a París para estudiar en el colegio de Clermont, y allí sintió que su deseo de entrar en la Compañía crecía cada vez más. Finalmente su padre le dio el permiso, y entró en el noviciado de Verdún el año 1573.

Sus estudios le llevaron a ser profesor de teología en Pont-à-Mousson en 1585. El deseo de ser misionero le hizo escribir al P. General Claudio Acquaviva para que le aceptara en cualquier lugar de América, China o Japón. La respuesta fue negativa: el P. General le recordaba que Francia misma, en pleno conflicto entre católicos y hugonotes (los calvinistas franceses), era territorio de misión. El P. Salès decidió consagrarse a combatir los errores de los hugonotes. Siguió enseñando en la universidad, a la vez que daba algunas misiones en poblaciones cercanas, como Metz, centro de ferviente calvinismo. Los calvinistas asistieron más de una vez a sus clases, intentando interrumpirle con preguntas impertinentes. Salès, a pesar de todo, lograba confirmar a los católicos en su fe. El año 1590 Salés fue destinado a Tournon, para hacerse cargo de la cátedra de “teología controvertida”, con la responsabilidad de organizar un plan de estudios que abordase los temas teológicos que enfrentaban a católicos y protestantes, que mostrase la verdad del catolicismo y diese respuesta a las objeciones de los protestantes. No dejó de moverse dando misiones a la vez que escribía folletos para ayudar al pueblo a entender la teología ortodoxa. Uno de estos folletos trataba sobre la Eucaristía.

Si misión definitiva le llegó en 1593. El barón de Montréal había pedido una y otra vez un jesuita que tuviese los sermones de Adviento y Cuaresma en Aubenas, ciudad reconquistada por los católicos a los hugonotes. El barón deseaba alguien capaz de refutar a los ministros calvinistas, que estaban mostrando un atrevimiento cada vez mayor en sus ataques a los católicos. El elegido para esta misión fue Salés, y lo acompañó el hermano Guillermo Saultemouche (1557-1593) que había hecho el oficio de portero en Pont-à-Mousson, y que se distinguía por su sencillez y su buen carácter. Salés dio comienzo a sus sermones en Aubenas el 29 de noviembre, exponiendo su fe sin insultar ni denigrar a los protestantes. Tras haber acabado en Aubenas se trasladó después a otras poblaciones del entorno, pero el 5 de febrero de 1593 regresó con Saultemouche, porque la tensión entre católicos y hugonotes estaba llegando a un nivel muy serio.

Aquella tarde el profesor jesuita se encontraba de visita en casa de una familia calvinista cuando escuchó los gritos de la gente que se agolpaba fuera. Corrió hacia la iglesia católica y se reunió con Saultemouche. Rezaron unos momentos antes de dirigirse a su residencia. Al día siguiente por la mañana tres soldados se abrieron paso hacia el interior de la residencia de los jesuitas y les encontraron en oración. Les llevaron a su cuartel general donde un grupo de ministros calvinistas les interrogaron, intentando en vano que renegaran de su fe. Frustrados al encontrar a Salès inamovible, los encargados del interrogatorio decidieron que había que ejecutarlo. Unos soldados lo sacaron fuera, donde se encontraba Saultemouche, que insistió en acompañar a su compañero. En la plaza, ante el cuartel, solicitaron a Salès por última vez que renegara de su fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Al negarse, le dispararon por la espalda y cayó al suelo. Un soldado le traspasó el pecho con la bayoneta de su rifle. El hermano Saultemouche rodeó al sacerdote con sus brazos, siendo traspasado por una espada hasta darlo por muerto. Acto seguido los calvinistas arrastraron los cuerpos de los dos jesuitas por las calles de Aubenas. Seis días después sus cuerpos eran arrojados entre las ruinas de una vieja iglesia, que se usaba como vertedero. Esa misma noche se acercaron dos católicos, recuperaron los cuerpos y los enterraron en un huerto cercano.

Otros Mártires de la fe católica después de la Reforma

Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ

Traducción: Luis López-Yarto, SJ