San Enrique Walpole

San Enrique Walpole

Enrique Walpole

San

  • Death: 04/07/1595
  • Nationality (place of birth): Inglaterra

Henry Walpole (1558-1595) se decidió a ser sacerdote en su Inglaterra natal al ver el valor del mártir jesuita Edmundo Campion. Pero fue arrestado en cuanto puso pie en tierra inglesa, de modo que paso más tiempo sometido a torturas en prisión de lo que otros jesuitas pasaron trabajando sacerdotalmente y administrando los sacramentos. Walpole había nacido católico pero no sabía qué camino seguir ante el conflicto religioso que tenía en pie a Inglaterra. Asistió a las discusiones que mantuvo Campion con la jerarquía anglicana y estuvo presente en la ejecución del jesuita poeta. Una gota de sangre del cuerpo descuartizado de Campion que cayó sobre su ropa, le confirmó en idea de que Dios le llamaba a seguir sus pasos. Llegó a escribir un poema en honor del mártir jesuita.

Walpole estudiaba en Cambridge y se trasladó a Londres para seguir la carrera de derecho, pero cambió de idea y se decidió a hacerse sacerdote. El julio de 1582 entró en el Colegio Inglés de Rheims, y nueve meses después marchaba a Roma. El 4 de febrero de 1584 entró en la Compañía de Jesús y acabó sus estudios en el Colegio de los Escoceses de Pont-à-Mousson, Francia. Tras ser ordenado en París fue destinado a ser capellán de los católicos ingleses refugiados, que prestaban servicio en el ejército español de los Países Bajos.

Pasó un año en prisión tras haber sido capturado por los calvinistas en 1589, y posteriormente trabajó en el Seminario Inglés de Valladolid, en España, hasta que finalmente le pidieron que volviera a Inglaterra en 1593. El jesuita, su hermano y un soldado inglés, zarparon juntos en un barco francés que se dirigía a Escocia, pues los puertos del sur de Inglaterra estaban cerrados por la peste. El 4 de diciembre de 1593 los tres pasajeros fueron desembarcados en Flamborough Head, Yorkshire, tras 10 días de tomentosa navegación, pero en tierra se separaron. El P. Walpole se alojaba en un albergue a 10 millas de la costa, cuando fue arrestado por ser sacerdote; había sido traicionado por un compañero de pasaje que así se hacía con algún dinero al salir de prisión. Un solo día de libertad en Inglaterra fue seguido por 16 meses de cárcel. En su primer interrogatorio Walpole confesó que era jesuita y que había entrado en Inglaterra para hacer conversiones. Le trasladaron a York Castle durante tres meses, y se le permitía abandonar la prisión para discutir de teología con visitas protestantes. A continuación le trasladaron a la Torre de Londres en febrero de 1594, para que el conocido sacerdote-torturador Richard Topcliffe pudiera extraerle información. Walpole soportó una tortura brutal en el potro, le suspendieron por las muñecas durante horas, pero Topcliffe se cuidó mucho de repartir las torturas a lo largo de un año para evitar una muerte accidental.

Fueron 14 las veces en que Walpole soportó el tormento antes de ser devuelto a York en 1595 y someterse a juicio bajo una ley que consideraba alta traición que un inglés simplemente volviera a su patria tras haber sido ordenado en el extranjero. Como persona que se había preparado para ser abogado, se defendió hábilmente, subrayando que la ley se aplicaba sólo a aquellos sacerdotes que no se hubiesen presentado a las autoridades en el plazo de tres días después de su llegada. Él había sido arrestado antes de cumplirse un día de su arribo a Inglaterra, de modo que no había infringido la ley. Los jueces respondieron con la exigencia de que jurara el Acta de Supremacía reconociendo así la autoridad suprema de la reina en lo tocante a religión. Se negó a hacerlo y fue acusado de alta traición.

El 7 de abril sacaron a Walpole de York para ejecutarlo con otro sacerdote, que fue muerto primero. A continuación el jesuita subió la escalerilla que conducía al patíbulo y pidió a los presentes que rezaran por él. Cuando terminó el Padrenuestro, pero antes de que pudiera decir el Ave María, el verdugo le empujó de la escalera: descolgaron el cuerpo y fue descuartizado. Los jesuitas ingleses perdían un sacerdote prometedor, del que habían esperado que tomara el relevo del P. Southwell. Fue un nuevo ejemplo de fidelidad y valentía.

Otros mártires de Inglaterra y Gales

Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ

Traducción: Luis López-Yarto, SJ