San Isaac Jogues

San Isaac Jogues

Isaac Jogues

San

  • Death: 10/18/1646
  • Nationality (place of birth): Francia

Isaac Jogues (1607-1646) se hizo muy famoso a su vuelta a Francia, tras haber escapado de ser esclavo de los Mohawks de Canadá, con las manos horriblemente mutiladas por la tortura. A pesar de tanto sufrimiento volvió a las misiones, donde al fin lo martirizaron. Jogues había nacido en Orleans, Francia, el 10 de enero de 1607 y entró en la Compañía en Rouen a la edad de 17 años. Dos mese después de celebrar su primera Misa, el 10 de febrero de 1636, se encontraba ya camino de la misión jesuítica de Nueva Francia. Escribía a su madre contándole la enorme alegría que le produjo tocar tierra de Quebec y ver a los nativos americanos en la orilla. Al cabo de un mes y medio partió para su primera misión entre los hurones, viajando en barcas las 900 millas que había hasta Ihonatiria. La expedición pasó 19 días remando y evitando obstáculos con la flotilla de canoas. Durante el viaje los hurones dieron a Jogues el nombre de “Ondessonk” (“ave de oración”).

En Ihonatiria Jogues encontró a su héroe, Juan de Brebeuf, y comenzó a aprender la lengua de los hurones. El primer problema surgió cuando en el asentamiento surgió una epidemia de viruela, y la gente echó la culpa a los misioneros de haber traído la enfermedad. Cuando la epidemia pasó, abandonaron el asentamiento, y Jogues se trasladó primero a Teanaustayé y luego a Sainte-Marie, un lugar floreciente donde los misioneros había enseñando a la población a cultivar la tierra y criar ganado vacuno, cerdos y aves de corral. Un grupo de Chippewas que habían venido a Sainte-Marie, admirados de tal prosperidad, invitaron a los jesuitas a establecer una misión en su territorio. Jogues les hizo una visita en septiembre de 1641 y halló que estaban deseosos de escuchar hablar de Dios, pero el pequeño número de jesuitas hacía imposible ampliar por el momento su presencia a otras tribus.

Durante el invierno y la primavera de 1642 Jogues preparó a los catecúmenos de Sainte-Marie para ser bautizados en Sábado Santo; uno de los 120 conversos adultos era Ahtsistari, el máximo jefe guerrero de la tribu. Aunque el misionero francés se sentía satisfecho al ver que el cristianismo empezaba a echar raíces, deseaba tanto que la entera nación de los hurones se convirtiera, que en su oración se ofreció a sí mismo como sacrificio para lograrlo.

En junio Jogues acompañaba a un grupo de hurones a buscar provisiones en Three Rivers, cerca de Quebec. El viaje fue accidentado porque los iroqueses estaban en guerra con los franceses. Jogues hizo un intento por lograr más jesuitas para la misión, pero no había ninguno disponible. El provincial le sugirió que llevara consigo a René Goupil, un seglar que era cirujano y había hecho promesa de trabajar con los jesuitas, permanecer célibe y prestar obediencia al superior de la Compañía. Jogues, Goupil y los hurones se pusieron en camino el 1 de agosto de vuelta para Sainte-Marie, pero fueron atacados al primer día de viaje por una partida de 70 Mohawks que se llevaron presos a tres franceses y 20 hurones, Los Mohawks torturaron a Jogues mutilándole en parte los dedos. Guopil pidió a Jogues que le aceptase en la Compañía de Jesús como hermano, dado el peligro en que se encontraban. Y Jogues recibió sus votos en pleno viaje.

Los Mohawks dieron la vuelta para dirigirse hacia su poblado, pasando por el San Lorenzo, el lago Champlain y el lago George. El 14 de agosto, finalmente, la flotilla llegó a Ossernenon (hoy Auriesville, New York) a orillas del río Mohawk. Los prisioneros sufrieron la tortura de abrirse paso tambaleándose entre dos filas de guerreros que les golpeaban. Jogues y Goupil soportaron otros tormentos; una mujer le cortó a Jogues el pulgar. Luego los dos franceses se convirtieron en esclavos del jefe que les había capturado. Goupil fue muerto el 29 de septiembre de 1642 cuando alguno le vio hacer la señal de la cruz sobre un niño, pero Jogues siguió de esclavo a la vez que ejercía su ministerio con los hurones capturados con él. Con ocasión de haber acompañado a algunos Mohawks en una visita para entrar en tratos con el asentamiento holandés de Fort Orange (Albany), los holandeses trataron en vano de rescatarle. Le aconsejaban que se escapase. Tras algunas dudas Jogues logró esconderse en una de las naves holandesas, donde permaneció seis semanas esperando que sus captores olvidasen un poco la rabia que les causaba su pérdida. Logró llegar a New York y desde allí volvió a Europa.

Arribó a Bretaña la mañana de Navidad para alcanzar Rennes, donde sus hermanos jesuitas le recibieron como a un héroe. La única preocupación de Jogues era el no poder celebrar Misa con sus manos mutiladas: en su mano izquierda el índice no era más que un muñón y le faltaba el pulgar, mientras que el pulgar y el índice de su mano derecha estaban totalmente desfigurados. No podía mantener la hostia, pero el papa Urbano VIII le dispensó de celebrar la Misa. Jogues fue a visitar a su madre a Orleans pero deseaba tanto volverse a las misiones que se embarcó en mayo para llegar a Three Rivers a tiempo para asistir en julio a la conferencia de paz entre los franceses y los indios, que representaban a la federación iroquesa.

Pero el tratado final precisaba la aprobación de los mohawks. Jogues fue el elegido para ir como enviado a obtener su aprobación. Sorprendió a sus antiguos captores llegando como embajador de la poderosa nación francesa y ofreciéndoles regalos de parte del gobierno. Aceptaron los términos del acuerdo, y Jogues ofreció cuidados pastorales a los hurones cristianos que permanecían allí. El 3 de julio Jogues volvió a Three Rivers, con el encargo de quedarse. En septiembre los hurones pidieron a los misioneros jesuitas que les acompañaran en una embajada ante los mohawks, que habían invitado a sus antiguos enemigos a puntualizar algunos detalles del tratado. Jogues tomó consigo, como ayudante suyo, a otro seglar, John de La Lande, leñador de gran experiencia establecido en la Nueva Francia y que se había ofrecido para ayudar a los jesuitas. El pequeño grupo salió de Quebec el 24 de septiembre de 1646. Cuando llevaban pocos días de camino oyeron que los mohawks estaban de nuevo en guerra. Un hurón fue el único que se ofreció a seguir con Jogues y La Lande. Entre tanto los mohawks de Ossernenon habían padecido una desastrosa cosecha y una epidemia, echando la culpa de ello al arcón lleno de vestidos y libros que el jesuita les había dejado cuando les visitó como embajador francés. Movilizaron guerreros que salieran a la búsqueda de franceses para matarlos, y se sorprendieron agradablemente cuando el 17 de octubre cayeron en sus manos Jogues y sus dos compañeros. Pero los mismos que les habían capturado fueron atacados en el camino hacia a Ossernenon, donde la gente comenzó a cortar tiras de la carne del cuello y de los brazos del jesuita. Resultaba que algunos de los clanes eran favorables a los misioneros y querían la paz con los franceses, pero el Clan del Oso, más belicoso, deseaba la muerte de Jogues. Así lo hicieron al día siguiente con un golpe, cuando entraba en una cabaña. La Lande recibió aviso de no salir de otra cabaña donde lo tenían protegido, pero intentó escaparse de noche e inmediatamente unos guerreros que estaban emboscados esperándole le dieron muerte. Los cuerpos de los dos franceses fueron arrojados al río y sus cabezas expuestas en las empalizadas que protegían el poblado.

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Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ

Traducción: Luis López-Yarto, SJ