Los jóvenes son “un signo de los tiempos”
Durante los últimos 10 días, mil jóvenes adultos han peregrinado por Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá. Como participantes de MAGIS han pasado su tiempo entre los pobres, sumergiéndose en diferentes culturas, aprendiendo a orar y a reflexionar sobre sus experiencias, todo ello mientras recorrían los diferentes caminos que conducen a la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá. Ayer esos caminos llevaron a los peregrinos a la iglesia del Colegio San Francisco Javier donde pasaron una hora con el P. Arturo Sosa, SJ - Superior General de la Compañía de Jesús.
Con jóvenes adultos de docenas de naciones de todo el mundo, los peregrinos eligieron a 5 de los suyos para expresar su experiencia de MAGIS. Con el P. Sosa escuchando, compartieron historias de incertidumbre dando paso a la comprensión, de excitación atemperada por la humildad, de miedo convirtiéndose en servicio de las mismas personas de las que antes tenían miedo. El P. General les agradeció por su servicio y honestidad durante su peregrinación, y luego les ofreció una misión.
Hace sólo unas semanas, en su mensaje de bienvenida a los participantes del MAGIS, el P. Sosa les dijo que eran peregrinos en misión de la misma manera que San Ignacio era peregrino. Como tal, deben tomar en serio las lecciones que van a aprender, las personas que van a conocer y la llamada que van a escuchar. Esa llamada, continuó el P. Sosa, era para ellos, "para que se convirtieran en un signo de los tiempos".
Reflexionando sobre su propia experiencia en el reciente Sínodo de los Jóvenes en Roma, el P. Sosa ofreció a los peregrinos lo que él llamó "los 10 signos de los tiempos": puntos de inflexión que pueden desafiar la vida de la iglesia y de la sociedad contemporánea. Uno de esos signos, cómo los jóvenes adultos perciben el movimiento del Espíritu de Dios a través del mundo, se produce al poner a los jóvenes en un espacio donde pueden soñar, el espíritu puede moverse, y Dios puede abrir el corazón a la compasión. Es en este espacio donde sentimos el dolor de nuestros hermanos y hermanas y, animados por la gracia, podemos decidir ponernos al servicio de los demás en la creencia de que podemos hacer un mundo mejor, una humanidad mejor.
Los peregrinos se dieron cuenta que el P. General acababa de describir la experiencia de los diez días anteriores. Se dieron cuenta de que realmente eran peregrinos, y que habían escuchado un llamado, una misión. Que podían ver el dolor, el sufrimiento y la exclusión a su alrededor, y que estaban llamados a transformar ese mundo. Que se les ofrecía la oportunidad de ser uno de esos signos de los tiempos que podrían cambiar a la Iglesia y a la sociedad para mejor.
Después de una breve entrevista con el P. General, los peregrinos regresaron a su campus para pasar la noche. A la mañana siguiente comenzarían las festividades de la Jornada Mundial de la Juventud. Los mil se encontrarán con los millones. Los cantos y las oraciones se harán más fuertes. El baile será más alegre.
Y la misión continuará.