Estar cercano a la persona que sufre
30ª Jornada Mundial del Enfermo - Una invitación del Papa Francisco a la cercanía para con los enfermos
Desde hace ya 30 años, la Iglesia católica aprovecha la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, el 11 de febrero, para invitar a los fieles a nunca olvidar a los enfermos en sus oraciones. La “Jornada Mundial” de este año también pretende sensibilizar a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil en general a que cuiden no sólo de los propios enfermos, sino de todos los que los atienden.
Todos conocemos a personas que han estado o están gravemente enfermas. La pandemia de COVID-19 nos ha hecho aún más conscientes de la precariedad de la salud y nos ha invitado a la solidaridad. En su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2022, el Papa Francisco retoma la llamada de Jesús en el Evangelio de Lucas: “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6,36). Para el Santo Padre, la misericordia se manifiesta con la presencia y la cercanía. Y precisa: “Quisiera recordar que la cercanía a los enfermos y su cuidado pastoral no sólo es tarea de algunos ministros específicamente dedicados a ello; visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos. ¡Cuántos enfermos y cuántas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolación es responsabilidad de todo bautizado.”
Sí,
todos conocemos a personas enfermas... Aquí, en la Curia General de la Compañía
de Jesús, rezamos día tras día por los jesuitas que se enfrentan a graves
problemas de salud. Uno de nosotros, el padre Tom Smolich, director
internacional del Servicio Jesuita a
Refugiados (JRS), regresó recientemente a nuestra comunidad después de una
operación y la hospitalización postoperatoria. He aquí su testimonio:
El 31 de enero del año pasado, me resbalé y caí al suelo mojado, sobre lo alto de mi espalda. Después de varios meses esperando que se curaría por sí sola, a principios de agosto me sometieron a nueve horas de cirugía de reconstrucción de la columna vertebral. Aunque todavía estoy en fisioterapia, soy muy consciente de que se me han dado una nueva oportunidad de vida. Fundamentalmente, estoy lleno de gratitud.
Por supuesto, agradezco a mi cirujana su maravilloso trabajo; tanto más cuanto ello supuso retrasar un día sus vacaciones para que yo no tuviera que esperar su regreso.
Estoy profundamente agradecido a una red mundial de personas que han rezado por mí desde el momento en que me caí hasta ahora. Sus oraciones han sido percibidas por mí, y, literalmente, han sido un apoyo en los altibajos de la espera y la recuperación.
También hubo visitantes regulares y comunicación de todo tipo por parte de muchas personas durante esos meses: jesuitas, familiares y amigos de diferentes partes de mi vida. No habría podido imaginar quiénes iban a ser y me sorprendió lo mucho que significó para mí tanto las visitas como el mantenerse en contacto.
El año pasado fue también un tiempo privilegiado espiritualmente. Dios estuvo muy cerca durante este tiempo de mala salud. La presencia de Dios me permitió ver las gracias dadas y compartidas por tantas personas. Lo recíproco también es cierto; sus cuidados me mostraron el rostro de Dios.
En definitiva, estoy profundamente agradecido.
El
acompañamiento que experimentó Tom durante su convalecencia es lo que todos nos
animamos a ofrecer en esta Jornada Mundial del Enfermo... y durante todo el
año.