Jesuitas en la frontera sur: al servicio de los más vulnerables

Por José Luis Vázquez, SJ - Nador, Marruecos
[De la publicación "Jesuitas 2021 - La Compañía de Jesús en el mundo"]

Nador es una ciudad marroquí situada en la costa mediterránea, a pocos kilómetros de la población española de Melilla. Esta posición estratégica la ha convertido en un punto clave de las rutas migratorias entre África del oeste y la Unión Europea. Muchos hombres y mujeres jóvenes, procedentes de países como Mali, Costa de Marfil, Burkina Faso, Guinea o Senegal, llegan aquí con la esperanza de continuar su viaje hacia el norte y labrarse un futuro mejor. Las dificultades que encuentran hacen que su estancia en Nador se prolongue con frecuencia más de lo previsto.

Desde hace varios años, unos pocos jesuitas viven y trabajan en esta parte de la «frontera sur» (entre el norte de África y la Europa meridional), considerada hoy la más letal del mundo. La comunidad, dependiente de la Provincia de España y vinculada a nuestra casa de Almería, la formamos actualmente tres compañeros: dos españoles y un francés (perteneciente a la Provincia del Próximo Oriente), nacido en Marruecos y con una larga trayectoria de misión en el Magreb.

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Nuestra acción al servicio de la familia humana migrante se enmarca en el ámbito de la Delegación de Migraciones de la diócesis de Tánger, creada en 2011 por el anterior obispo, Santiago Agrelo. En la zona de Nador la Delegación cuenta con un valioso equipo, integrado por unos 20 miembros, en el que trabajamos codo a codo mujeres y hombres, musulmanes y cristianos, africanos y europeos.

Las personas que llegan aquí siguiendo la ruta migratoria, tras dejar su tierra y su familia, han vivido experiencias muy duras; se han visto despojadas de bienes fundamentales y, con frecuencia, lastimadas en su dignidad humana. En la Delegación aunamos fuerzas para tratar de acompañarlas y aliviar sus sufrimientos, prestándoles ayuda material, médica o psicológica, informándolas, aconsejándolas... pero sobre todo escuchándolas, acercándonos con enorme respeto a ese «terreno sagrado» que son las vidas rotas de tantos hombres y mujeres.

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Y a la vez, en ese encuentro, acogemos el gran regalo que se nos da al descubrir - o al menos intuir - los valores humanos que traen consigo, valores que nadie puede arrebatarles y que tendrían tanto que aportar a la sociedad occidental: esperanza, creatividad, resiliencia, solidaridad, sentido comunitario... así como, no pocas veces, una confianza profunda en el Dios en cuyas manos se sienten.

Nuestros recursos, fruto de la generosidad de diversos benefactores y colaboradores, resultan muy limitados ante lo grave de la situación, y somos conscientes de lo necesario de invertir esfuerzos en acciones preventivas, para intentar evitar que siga produciéndose un descalabro humano como este. Por ello, desde el año pasado algunos miembros de la Delegación llevan a cabo un proyecto piloto de sensibilización en país de origen, en concreto en Guinea-Conakry, y se está estudiando la posibilidad de una intervención semejante en Senegal.

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Además del trabajo con las personas migrantes, los jesuitas tenemos encomendadas en Nador otras dos tareas principales. Una es la gestión del Centro Baraka, escuela de formación profesional que ofrece cursos de inserción sociolaboral (electricidad, cocina, informática) para los y las jóvenes, así como enseñanza de idiomas y talleres orientados a la promoción de la mujer (alfabetización, costura, pastelería). Es nuestro servicio más directo al país que nos acoge - todos los alumnos y profesores son marroquíes -, especialmente a sus ciudadanos más vulnerables.

La otra labor cotidiana es la atención pastoral, a través de la parroquia de Santiago, al pequeño grupo de católicos de Nador, constituido sobre todo por dos comunidades religiosas femeninas: Hijas de la Caridad y Esclavas de la Inmaculada Niña. Los cristianos somos en Marruecos una minoría numéricamente insignificante, pero significativa como presencia; una Iglesia con un fuerte sentido de comunión, que da testimonio de su fe no con palabras sino mediante la acogida, el servicio y las obras de misericordia. Todo ello desde el respeto y el diálogo con nuestros hermanos y hermanas musulmanes.

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La riqueza humana de la frontera sur mueve a algunos creyentes a desear acercarse a ella. Por eso, junto con CVX-España y nuestros compañeros jesuitas de Almería, estamos ofreciendo una propuesta de experiencia itinerante (al modo de unos Ejercicios espirituales «en camino», para practicar individualmente o en pequeño grupo) que busca favorecer el encuentro con Dios en medio de esta realidad, desde la perspectiva de la contemplación ignaciana. El recorrido comprende varias etapas, descendiendo del «mar de plástico» de los invernaderos almerienses, atravesando el Mediterráneo, pasando por Melilla y cruzando la frontera hasta llegar a Nador. La vida de los migrantes, con toda su dureza, es un «lugar teológico» que atrae y que, si nos dejamos tocar por él, nos transforma, generando una dinámica de conversión que puede cambiar nuestras actitudes y hacernos agentes transformadores de la sociedad.

Migrantes, jóvenes, Ejercicios... Si nos paramos a contemplar todo esto en clave de examen ignaciano, percibimos que la presencia de los jesuitas y su compromiso diario en Nador ofrece un campo de integración, en el corazón de la vida, de las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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El Servicio de Comunicaciones de la Curia General publica noticias de interés internacional sobre el gobierno central de la Compañía de Jesús y sobre los compromisos de los jesuitas y sus partenarios. También se encarga de las relaciones con los medios de comunicación.

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