¿Cómo vivir de manera pobre cuando disponemos de abundantes recursos materiales e intelectuales? ¿Tenemos suficientemente clara la distinción entre “vivir pobremente” como religiosos en lo personal, y “utilizar, como grupo, los costosos recursos que ofrece el mundo actual”, en el marco de nuestras obras o proyectos apostólicos?

El Padre General, como recordarán, convoca tres veces al año a los miembros de su “Consejo ampliado”. El Consejo habitual se reúne con los presidentes de las seis Conferencias Geográficas de la Compañía y los secretarios de los Sectores Apostólicos, para celebrar una semana de oración, intercambio y consulta. Así lo hará esta vez, del 9 al 13 de enero.

Esta semana tendrá como objetivo global ayudar al General en la preparación del importante documento que, de acuerdo con su cargo, debe presentar al comienzo de la próxima asamblea estatutaria a nivel mundial, que llamamos Congregación de Procuradores. Una Congregación de Procuradores, a diferencia de las Congregaciones Generales, reúne a un representante electo por cada una de las Provincias o Regiones, que no sea Superior Mayor. Esto permite que el General oiga unas opiniones que normalmente tiene menos oportunidad de escuchar y que le llegan “desde abajo”. Este encuentro internacional se celebrará en mayo en Loyola (España). Volveremos sobre ello.

De momento, el Consiglio Allargato, como se llama en italiano, se propone dedicar un día a discernir qué señales de avance se advierten en la Compañía a partir la Congregación General de 2016. Dedicará después otra jornada a desentrañar hacia dónde conduce el Señor al conjunto de la Compañía. Pero, sobre todo, dedicará dos días a evaluar que frutos ha producido el discernimiento sobre uno de los principales temas que propuso el Padre General, hace un año, para que reflexionásemos en profundidad: nuestro voto de pobreza.

Habrán notado que nuestro sitio web ha venido presentando cada mes, desde enero de 2021, el testimonio de un jesuita sobre cómo entiende y vive su voto de pobreza [pueden acceder a la serie haciendo clic aquí]. El último de estos testimonios es el del P. Renato Zecchin, de Australia. Entre los demás también figuran Premo Gwadera (Polonia), Travis Russell (EE.UU.), Jorge Serrano (Colombia), Martin Abad Santos (Filipinas), Ignatius Tete (India). ¿Qué se desprende de estos testimonios, y sobre todo de los encuentros que las comunidades de toda la Compañía han mantenido a requerimiento del Padre Sosa?

A los jesuitas y las comunidades a las que pertenecen, reflexionar sobre el modo o, mejor dicho, sobre los modos de vivir su voto de pobreza religiosa, les ha supuesto siempre una ocasión para la introspección y la toma de conciencia. Ha significado incluso un desafío. A una Orden religiosa activa, en el corazón del mundo, que busca multiplicar sus frutos apostólicos - obtener “resultados” dirían algunos - ¿no le es imprescindible utilizar todos los medios modernos a su disposición, aunque eso requiera mucho dinero? ¿Y cómo podemos vivir de manera pobre cuando disponemos de abundantes recursos intelectuales y materiales? Vuelve a surgir la cuestión planteada al inicio de este artículo: ¿tenemos suficientemente clara la distinción entre “vivir pobremente” como religiosos en lo personal, y “utilizar los costosos recursos que ofrece el mundo actual” como grupo, en el marco de nuestras obras o proyectos apostólicos?

Al hacer su presentación del “Estado de la Compañía”, discurso introductorio a la Congregación de Procuradores de mayo, el Padre General tomará como base lo que se haya debatido durante el Consiglio Allargato de esta semana. Habrá podido escuchar las reacciones de las comunidades de la Compañía de las diversas regiones del mundo. Habrá localizado las resistencias - siempre hay resistencias en un tema tan delicado como éste - y los impulsos de la gracia que están viviendo los jesuitas y las comunidades de la Compañía.

Es un tema que reclamará, por tanto, nuestra atención.