Trabajar en red hace milagros
Alfredo Infante, SJ - Provincia
de Venezuela
[De la publicación “Jesuitas 2022 - La Compañía de Jesús en el
mundo”]
Labor de la parroquia San Alberto Hurtado, en Caracas, para hacer frente a la pobreza y la violencia.
«Desde que comenzamos a juntarnos para acompañarnos y discernir juntas, nuestra mirada sobre lo que somos y hacemos cambió, fue como volver a ver. La fe en Jesús y el acompañamiento espiritual nos han ayudado a perseverar en nuestra misión educativa en medio de la violencia». Marta Piñango, directora de la Escuela Luis María Olaso de Fe y Alegría.
San Ignacio nos invita a imaginar cómo las tres
divinas personas contemplan la faz de la tierra en su complejidad y diversidad.
De esta contemplación amorosa fluye el diálogo y la deliberación ad intra de la comunidad divina; este
discernimiento cristaliza en una decisión salvífica: «hagamos redención del
género humano». Entonces, deciden dialogar con María, signo de la humanidad
creyente, para que el Hijo se encarne y, así, desde dentro de nuestra condición
humana y desde las entrañas de nuestra historia herida, mostrarnos el camino de
la fraternidad de los hijos e hijas de Dios. Por eso, la experiencia de los
Ejercicios espirituales nos introduce en la vida y misión de nuestro Señor
Jesucristo; para que, al contemplarlo, le conozcamos; al conocerle, le amemos;
amándole, le sigamos y siguiéndole, nos configuremos en él; con la esperanza de
transfigurarnos: «haciendo nuevas todas las cosas en Cristo».

En este horizonte espiritual, la experiencia que vamos a contar está ocurriendo en la parroquia San Alberto Hurtado (SAH), en los Altos de La Vega, un gran suburbio en la periferia suroeste de la ciudad de Caracas, capital de Venezuela. Esta breve presentación está focalizada en la Red Educativa SAH.
Para ubicarnos en este proceso, María Zenaida Rosario, directora de la Escuela Canaima, nos comenta cómo nace esta iniciativa en medio de la violencia:
«Aquel fue un escenario de guerra. Una banda criminal se paseaba con armas largas por las calles. Era una ocupación armada. Ese año – final de 2013 y primer semestre de 2014 – todo cambió para nosotros en el barrio. Como respuesta, la Fuerza Pública entró como con 500 efectivos, armas largas y vehículos de guerra. Los días eran interminables entre el cruce de disparos.
Algunas familias se marcharon de la comunidad, otras
sacaron de la zona a sus hijos e hijas por miedo a que los bandidos reclutaran
a los menores o, peor aún, que fueran asesinados por el Estado y mostrados como
bandoleros. Los docentes tenían temor. Entonces; los padres jesuitas nos
acompañaron muy de cerca y comenzamos a reunirnos los distintos centros
educativos para discernir cómo continuar con nuestra misión en medio de la
violencia, y así surgió la Red Educativa SAH; una red donde nos acompañamos para
discernir cómo mantener nuestra misión educativa y la apuesta por la vida en
medio de tanta adversidad y violencia. Desde entonces, aunque la violencia
continúa, a través del discernimiento conjunto y el acompañamiento de nuestro
párroco, nos hemos acuerpado para discernir nuestra misión y, después de tantos
años, hemos descubierto que trabajar en red hace milagros».

Un primer desafío a discernir en nuestra misión fue cómo convertir nuestras escuelas en espacios protegidos, libres de violencia. Una imagen que nos ayudó y sigue ayudándonos es la propuesta de la película La vida es bella, donde un padre condenado a muerte en un campo de concentración logra cuidar la vida de su hijo y protegerlo de la adversidad y la violencia. Esta narrativa nos dio mucha luz, nos desafió. Comenzamos a reunirnos todas las semanas para analizar el contexto de violencia y discernir las estrategias para continuar con nuestra misión, con el convencimiento de que no nos podemos paralizar ante un escenario de terror y muerte, sino que, por el contrario, es muy importante crear confianza y construir espacios verdes donde nuestros niños, niñas y adolescentes descubran que la vida es bella.
Este esfuerzo que venimos haciendo ha sido bendecido por la alianza con otras obras de la Compañía de Jesús como el JRS, la Universidad Católica Andrés Bello, el Centro Gumilla (CIAS), Fe y Alegría y el movimiento juvenil Huellas. También, hemos contado con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil que apuestan a nuestros sueños. Gracias a este esfuerzo conjunto hemos venido afrontando no solo la violencia de las armas, sino muchas otras violencias como el hambre, con comedores y entrega de alimentación; el acceso a la salud, con jornadas médico-asistenciales y apoyo en medicinas; la recreación, con la creación del Centro Pastoral Integral SAH que ofrece espacios para que los niños, niñas y adolescentes puedan acceder al deporte y a la cultura (música, teatro, danza, pintura, etc.).
En este valle de lágrimas en que se ha convertido
Venezuela, en la parroquia SAH se ha desatado una fuerza de vida incontenible
que, como signo de la presencia de Dios, nos convoca a «hacer nuevas todas las
cosas en Cristo».
