Beato Diego Carvalho

Beato Diego Carvalho

Diogo Carvalho

Beato

  • Death: 02/22/1624
  • Nationality (place of birth): Portugal

Diego Carvalho (1578-1624) retornó al Japón tras la expulsión de todos los misioneros el año 1614. Ejerció su ministerio en la fría isla septentrional de Hoddiado. Había nacido en Coimbra, Portugal, y habiendo entrado en la Compañía de Jesús en 1594, estudió en Goa y Macao, donde fue ordenado en 1608. El año siguiente se trasladó al Japón. Tras un año en que estudió la lengua, dedicó cuatro años a evangelizar sin interrupción, y sin temor alguno, hasta que el Shogun Iyeyasu dictó su decreto de expulsión de todos los misioneros. Carvalho fue deportado junto con otros 100 jesuitas y marchó a Macao. Pwero su corazón se quedaba en Japón, y le hizo volver en 1616. Más tarde volvió a establecerse en el norte, para ayudar a los refugiados que huían de la persecución en el sur.

Carvalho se centró en su trabajo con los mineros de plata de los distritos de Oshu y de Dewa. En condiciones de vida difíciles, las conversiones fueron abundantes. Trabajaba en Miwake en diciembre de 1623, cuando el príncipe del lugar comenzó a perseguir a los cristianos, dando orden a sus soldados de dar muerte a los que se negasen a apostatar.

Cuando el gobernador supo del P. Carvalho se lanzó en su busca, pero él, con unos 60 cristianos intentaron escapar internándose en un profundo valle. Desgraciadamente sus huellas en la nieve condujeron hasta ellos a sus perseguidores, y Carvalho se entregó, intentando con ello que su gente pudiera escapar. Se salvaron todos menos 12 de sus compañeros. Entonces los cristianos tuvieron que caminar todavía durante siete gélidos días hasta Sendai. Dos de ellos, exhaustos, cayeron muertos en el acto, los demás apenas recibieron el alimento necesario para sobrevivir durante el mes que duró su prisión en la ciudad.

A Carvalho y a sus compañeros el martirio les llegó a través del frío. El río Hirose trascurría cerca de la fortaleza donde les había encerrado; en su orilla los soldados excavaron una fosa y la llenaron con el agua helada del río. Obligaron primero a que los prisioneros se sentaran desnudos en medio del agua helada, y luego a que se pusieran de pie frente al viento gélido. Les prometían poner fin a su tortura si abjuraban del cristianismo. Ninguno cedió, y el frío les fue quitando la vida. Carvallo fue el último en morir, soportando la tortura hasta bien entrada la noche, cuando finalmente expiró. No se ha logrado conocer los nombres de sus compañeros, de modo que no pudieron ser beatificados con él.

Mártires de Japón

Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ

Traducción: Luis López-Yarto, SJ