Beato Domingo Collins

Beato Domingo Collins

Domingo Collins

Beato

  • Death: 10/31/1602
  • Nationality (place of birth): Irlanda

Domingo Collins (1566-1602) abandonó una vida de soldado por la paz de la vida religiosa, pero lo ejecutaron cuando acompañaba al ejército como capellán en la campaña para liberar a Irlanda de la dependencia inglesa. Collins había nacido en una familia pudiente de Youghal en el condado de Cork, alrededor de 1566, cuando Isabel I era reina de Inglaterra e Irlanda. El parlamento irlandés había introducido el anglicanismo hacía seis años como religión oficial del país. Es verdad que esta ley no se había impuesto del todo en Youghal, pero los jóvenes católicos encontraban pocas salidas, de modo que Collins prefirió dejar Irlanda a ir a Francia en busca de fortuna. Logró alistarse con las tropas del duque de Mercoeur, que luchaba en Bretaña contra los hugonotes. Se distinguió en el servicio a la Liga Católica a lo largo de nueve años, y fue ascendiendo. Su momento estelar le llegó cuando tomó un castillo estratégico y le nombraron gobernador militar de la región. Con el tiempo Collins se fue desmotivando cada vez más de la vida militar, incluso cuando Felipe II le concedió una pensión y le destinó a la guarnición de la La Coruña en el Golfo de Vizcaya de España. Durante la cuaresma de 1598 se encontró con un paisano irlandés, un sacerdote jesuita de nombre Thomas White, al que confió su deseo de hacer algo más con su vida. Decidió que lo que más deseaba era entrar en la Compaña de Jesús como hermano. Al principio los superiores se resistían a aceptarlo, porque les parecía que un soldado endurecido en la guerra no sería capaz de adaptarse a la vida religiosa. Pero Dominic bombardeó al provincial con sus peticiones hasta que finalmente éste lo admitió al noviciado de Santiago de Compostela en el norte de España.

Si lo que buscaba era paz y tranquilidad en la vida religiosa, no la iba a encontrar. Acababa de llegar a Santiago cuando el colegio de los jesuitas fue presa de la peste. Siete de la comunidad se vieron afectados, y mucho otros huyeron aterrados para no contraer la enfermedad. Collins perseveró y atendió a las víctimas durante dos meses, cuidando a algunos hasta que se curaron y confortando a los demás en sus últimos momentos. Habiendo dado pruebas de su valor, acabó el noviciado sin más dificultad. Unos informes enviados a Roma por sus superiores lo acreditan como hombre de buen juicio y de gran fuerza física, maduro, prudente y sociable, aunque con temperamento sanguíneo y obstinado.

Irlanda estaba revuelta en esos tiempos. En el Ulster O’Neill y O’Donnell desafiaban el poder de la corona inglesa, incitando a toda Irlanda a la revuelta. En 1601 el rey Felipe II de España decidió enviar la armada en ayuda de los rebeldes irlandeses. Con la expedición viajaba un grupo de sacerdotes, entre ellos un jesuita irlandés, el P. James Archer, que había pedido que el hermano Collins le acompañara en el viaje, aunque no lo conocía de antes. Se embarcaron en naves diferentes, que luego se separaron a causa de una tempestad. La nave de Collins tuvo que regresar a La Coruña antes de llegar por fin a Irlanda. El 1 de diciembre de 1601 llegaba Collins a Castlehaven, a 30 millas escasas de su lugar de nacimiento, Kinsale, donde ya había encontrado abrigo la mayor parte de la escuadra española. Un gran ejército al mando de Lord Mountjoy había puesto sitio a la población.

Desde norte y sur convergieron tropas irlandesas hasta Kinsale. Al mando estaban Hugh O’Neill, Red Hugh O’Donnell y O’Sullivan Bearer de West Cork. El ejército irlandés envolvió a los ingleses en el exterior, mientras los españoles les hacían frente desde dentro de la ciudad. Los irlandeses atacaron al atardecer del día de Nochebuena, pero por razones que nunca se han llegado a comprender bien, sufrieron una humillante derrota, sin recibir ayuda de los españoles, que permanecieron dentro de la población.

Los irlandeses se dispersaron, con los ejércitos de O’Neill y de O’Donnell avanzando hacia el norte, mientras O’Sullivan Beare conducía a sus hombres de vuelta a casa, en la península de Beare. Dominic Collins le acompañó en su retirada. Por eso se encontraba pocos meses después en el asedio de Dunboy Castle, encerrado con 143 hombres. Como religioso, Dominic Collins no podía tomar parte en la batalla, pero atendía a los heridos. Tras un amargo asedio, con numerosas bajas, se rindieron. Casi todos murieron a espada, pero el 17 de junio sacaron al jesuita encadenado para interrogarle. Fue torturado salvajemente y le prometieron generosos premios si renunciaba a su fe católica. Pero aun cuando recibió la visita de algunos miembros de su familia animándole a fingir una conversión para salvar la vida, se mantuvo firme.

El 31 de octubre de 1602 lo llevaron a Youghal para ser ejecutado. Antes de subir al patíbulo donde habían de colgarlo, se dirigió al pueblo en irlandés e inglés, diciendo que moría contento por su fe. Se mostró tan alegre que uno de los oficiales observó, “va a la muerte tan contento como yo iría a un banquete”. Al oírle Collins replicó, “por esta causa querría yo morir no una, sino mil muertes”.

Originalmente compilado y editado por: Tom Rochford, SJ

Traducción: Luis López-Yarto, SJ