He aquí una manera de presentar el apostolado de la Compañía de Jesús para con los jóvenes de Corea. Eso es lo que le viene a la mente al jesuita LEE Huyn June que anima Magis-Korea, desde el Centro Apostólico Jesuita de Seúl. Cuando se le pide que hable de los jóvenes adultos de su país, su impresión es que están “super ocupados”. O están en la universidad - y la presión por los buenos resultados es muy fuerte en este país del norte de Asia - o tienen que hacer malabarismos entre los estudios y un empleo que les permita obtener algún ingreso. En consecuencia, como en muchas otras partes del mundo, las cuestiones relacionadas con la religión y la espiritualidad no están en el centro de sus preocupaciones. Sin embargo, Huyn June insiste en que los jóvenes tienen sed y hambre de algo más que de esa vida frenética.

Y ello constituye el desafío de Magis-Korea: invitar a los jóvenes a detenerse, a alejarse de la superficialidad de una vida más que activa y a dejarse guiar por caminos de interioridad. El programa incluye, por tanto, fines de semana de silencio en los que se les proponen los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Pero, ello sólo es posible después de algunos pasos, reuniones de grupo, momentos de oración, participación en actividades Magis con personas de otros países, especialmente durante la experiencia Magis que se ofrece con ocasión de lasJornadas Mundiales de la Juventud.

Si bien en la década de 1980 los jóvenes coreanos adhirieron en gran número a la Iglesia Católica - en un contexto en el que la Iglesia era una manera de expresar su oposición a un régimen estatal autoritario - las cosas han cambiado significativamente desde entonces. Los jóvenes coreanos no son tan diferentes de los jóvenes occidentales y sienten poca atracción a aceptar lo que representan las instituciones, incluidas las instituciones religiosas como la Iglesia Católica. En un país con una tradición mayoritariamente budista, la adhesión a la fe cristiana debe ser una opción personal. El camino hacia la interioridad que ofrece la tradición ignaciana puede, quizás mejor que otros enfoques tradicionales, satisfacer la sed de lo “mayor”, de lo “más verdadero”.

Jóvenes de varios grupos de Magis se encontraron con el Padre General durante su visita a Seúl. El Padre Arturo les transmitió un mensaje, subrayando la importancia que los jóvenes ayuden a los jesuitas a encontrar con ellos un camino hacia un futuro mejor, en un mundo que lleva tantas heridas. [Haga clic aquí para leer el mensaje del Padre General a los jóvenes coreanos.] Una participante le preguntó si, como en cualquier organización, la Iglesia debería vivir en un régimen jerárquico. El Padre Sosa respondió que lo que Jesús había querido no era una “jerarquía”, con ‘jerarcas’, es decir, jefes, personajes importantes superiores a los demás, sino un ambiente de servicio mutuo donde, por ejemplo, los ministros / servidores preparan el camino, invitan a la mesa, reúnen a la gente y permiten que todos sirvan de acuerdo a sus talentos. Este es el tipo de Iglesia propuesto por el Papa Francisco, en línea con las intuiciones del Concilio Vaticano II.