El desafío de la Finca Pytu Piro’y: Llegar a ser un espacio agroecológico modelo
La Provincia de Paraguay cuenta con un centro de estudios sociales. En eso, no hay nada que sea muy original ya que reflexión y acción social han formado parte de los sectores de actividad de la Compañía durante más de cincuenta años en casi todo el mundo. Pero no todos los centros sociales se ven involucrados en un proyecto de agricultura ecológica de una manera muy concreta. Sin embargo, éste es el caso del CEPAG, el Centro de Estudios Paraguayos Padre Antonio Guasch. Esta institución está reconocida en Paraguay por elaborar modelos alternativos de desarrollo donde prevalezcan la justicia social, la equidad y la calidad de vida.
Las acciones del CEPAG toman inspiración en la propuesta de la Comunidad de Aprendizaje llamada Red Comparte. La Red aspira a consolidar, profundizar y redimensionar economías alternativas como una contribución de la perspectiva ignaciana del bien más universal. Comparte es la puesta en práctica de la espiritualidad ignaciana en el campo social.
El CEPAG participa activamente en la elaboración de un modelo de producción durable con un enfoque agroecológico y, para ello, ha creado un centro especializado de investigación y validación de tecnología campesina. Así vio la luz la Finca Pytu Piro’y (soplo de viento fresco, en guaraní). Un espacio donde se realizan investigaciones y demostraciones de prácticas agroecológicas que luego serán aplicadas en las fincas campesinas donde colabora el CEPAG. Acoge especialmente a agricultores y a jóvenes deseosos de conocer prácticas agrícolas que respeten la naturaleza y estén en armonía con el cuidado de la “casa común”.
Los jesuitas del centro social y de la finca que están allí comprometidos no carecen de ambición: quieren que la finca se convierta en un espacio de ecoturismo en San Ignacio, en el Departamento de Misiones. Como finca modelo, su influencia llegaría a un gran número de personas que visitan las Reducciones jesuíticas guaraníes. Contribuiría además a difundir el espíritu de la encíclica Laudato Si’.
En la misma línea, y más ampliamente, el sector social jesuita en Paraguay presta especial atención a los ‘campesinos’, es decir, los pequeños productores agrícolas. Al igual que en varios países de América Latina, existen latifundios, empresas que se han apoderado de extensas superficies de tierra cultivable. Allí reina el monocultivo, por ejemplo, de soja. Esta agricultura a gran escala utiliza a menudo pesticidas y otros productos químicos. Además, la producción es esencialmente para la exportación, lo que no beneficia a los agricultores locales. En cambio, a través de sus programas de capacitación y apoyo concreto basados en experiencias como la Finca Pytu Piro’y, la Compañía de Jesús promueve la agricultura orgánica, para la cual se está promoviendo un mercado en Paraguay como en el resto del mundo. Es un tipo de compromiso que está en harmonía con los objetivos de las Preferencias Apostólicas Universales.