La voz de Roque, el joven jesuita
El viaje del Padre Arturo Sosa por la Provincia del Paraguay lo llevó al Departamento de Misiones el 14 de noviembre. Es en este lugar donde muchas de las comunidades creadas por los jesuitas del siglo XVII dieron forma a lo que universalmente se conoce como las “Reducciones del Paraguay”. Uno de los grandes iniciadores de esta experiencia pastoral abierta y al servicio del desarrollo del mundo indígena fue el jesuita Roque González. Preguntamos al P. Adán Jacquet, de la Provincia de Paraguay, por qué la figura de este pionero - santo y mártir- sigue siendo significativa hoy en día.
Cuenta la crónica sobre Roque González que luego de su martirio, cuando su cuerpo estaba siendo consumido por la hoguera, se escuchó una voz que decía: “aunque me maten, no muero”. El curso de los acontecimientos se encargará de confirmar que la vida de Roque estaba impregnada de gestos y señales de auténtica “inmortalidad”. Hoy su memoria sigue viva y sus ideales continúan teniendo plena vigencia.
¿Qué es aquello que ni el hacha ni el fuego pudieron acallar en el jesuita Roque González? ¿Cómo podemos estar seguros de que su ideal no terminó rendido ante la tristeza de la muerte? La manera como el Padre Roque entendió y asumió eso que llamamos justicia no era negociable ni se prestaba a equívocos: “los indígenas deben estar libres por ley natural, divina y humana”. Esta convicción no podía morir y no murió, porque “la misericordia de Dios dura para siempre”. Roque González sigue siendo un nítido reflejo de la compasión de Dios que se desborda incesante por la humanidad.
Todavía hoy la voz de Roque González continúa resonando en el apostolado de los laicos ignacianos y jesuitas que viven entregados en “la misión de Reconciliación y Justicia”. Mientras exista un oprimido y humillado por sus hermanos, la voz de Roque romperá la hoguera de la apatía para recordar la referencia común de todo cristiano: “todo lo que hicieron por uno de estos hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo” (Mt 25,40). En el indígena explotado Roque podía contemplar la misma pasión de Jesús, aplastado por la miseria del egoísmo.
¿Es posible realizar hoy la misma hazaña de Roque en esta sociedad tan contaminada y sobrecargada de ídolos? Roque nos diría con toda seguridad que su hazaña no fue sino la “hazaña de Dios”. El secreto está en dejar que Jesús toque nuestro corazón y lo mueva hacia la voluntad del Padre, hacia la fraternidad, el amor, la libertad y la alegría del servicio. Para Dios nada es imposible, porque Él es Amor y para quien permanece en el Amor, no hay desafío que doblegue ni hoguera que acalle.
Roque González de Santa Cruz y Compañeros Mártires, gracias por la continua intercesión.