La promoción vocacional, un poliédrico desafío
El P. Mark Ravizza es el Asistente del Padre General para la Formación. Ha sido uno de los miembros más participativos durante la reciente reunión del Consiglio Allargato (el Consejo Ampliado del General). Antes de la reunión, organizó encuentros grupales en videoconferencia de los promotores de vocación de todas las Conferencias de la Compañía en el mundo para tener una visión actual de lo que se está haciendo en lo que toca a la promoción vocacional.
También, el objetivo era averiguar cuál es el perfil de los jóvenes que muestran interés en la Compañía de Jesús en la actualidad. ¿Qué características o compromisos de los jesuitas atraen su admiración y satisfacen sus deseos más profundos? ¿Qué es lo que desanima a los jóvenes a entrar en la Compañía? ¿Qué es lo que hace que jesuitas en formación dejen la Compañía?
En dichos encuentros
también pretendía averiguar cómo se promueven las vocaciones, cuánto se está
haciendo y, quizás aún más, cuáles parecen ser las mejores formas de promoción
de vocaciones en los diversos contextos culturales y socio religiosos.
Mark Ravizza presentó un amplio panorama de las
respuestas de esos grupos, una materia que tenía por objeto alimentar la
oración de los participantes en el Consejo Ampliado. A continuación, se abrió un
diálogo serio sobre las propuestas que podrían hacerse a toda la Compañía sobre
el tema de la promoción de vocaciones. Al final del intercambio, que tomó la
forma de una conversación espiritual, el P. Ravizza compartió con nosotros lo
que había aprendido. Le damos la palabra.
Para empezar, me gustaría señalar que el Consiglio Allargato de la semana pasada tenía dos características únicas. Primera, en contraste con nuestras reuniones habituales del Consejo que discuten una serie de asuntos diversos, este Consiglio se centró en un solo tema: “La vocación jesuita hoy: su sentido, su manera de vivirla y su promoción”. El que se haya dedicado una semana entera a tal tema refleja claramente la prioridad que el Padre General quiere dar a la Vocación Jesuita. Fue muy provechoso disponer de ese tiempo para compartir nuestras propias historias de vocación, para poner en evidencia la importancia única de la vocación del Hermano en la Compañía, para analizar los rasgos de nuestra identidad jesuita que atraen a una nueva generación, y para discernir las formas en que podríamos promover mejor las vocaciones.
La segunda característica
única de este Consiglio fue que, por
primera vez, dos mujeres y dos jesuitas que no son miembros regulares del
Consejo Ampliado participaron en nuestra oración, nuestras conversaciones
espirituales y nuestras deliberaciones plenarias. La presencia de estos “invitados”
- la Hna. Merle Salazar FDNSC, la Sra. Nicoletta Purpura, el Hno. James Edema
(AOR), y el P. Shekhar Manickam (GUJ) - enriqueció enormemente nuestras
conversaciones y nos mostró los beneficios de ampliar la diversidad de voces
que componen nuestro cuerpo de discernimiento. Sinceramente, espero que esta
práctica continúe en el futuro.
En lo que toca a la promoción vocacional, no es posible resumir en un breve artículo lo que se dijo en una semana, así que permítanme tocar sólo dos temas importantes que surgieron:
Acompañamiento y pastoral juvenil. En todas las conversaciones se recalcó la necesidad crucial del acompañamiento personal para facilitar en los potenciales candidatos el mejor discernimiento de sus vocaciones. Tal acompañamiento se ha vuelto aún más necesario porque en muchas partes del mundo los candidatos llegan a nosotros desde entornos sin experiencia eclesial y con escaso conocimiento de la Compañía. En este contexto, la promoción vocacional se convierte a menudo en un tiempo de formación, y cada vez es más necesario imaginar formas creativas de integrar la promoción vocacional con la pastoral juvenil para poder impartir mejor los Ejercicios Espirituales a los jóvenes y ayudarles a discernir si Dios les está llamando a la vida religiosa.
Gobierno y revitalización de programas de promoción vocacional. Un segundo tema que surgió con fuerza en todas las conversaciones fue la necesidad de estimular una “cultura de promoción vocacional”. Dicha cultura comienza por enviar a hombres debidamente formados a trabajar a tiempo completo y de modo durable en la promoción vocacional. En todo el mundo hemos tomado conciencia de lo efectivo que puede ser trabajar en equipo, utilizando estratégicamente los medios de comunicación social, construyendo redes de apoyo, colaborando con los superiores locales, los directores de obras, los asociados laicos y las religiosas. La cultura de la promoción de las vocaciones también invita a cada jesuita a asumir la responsabilidad personal de atraer a los hombres a través de la oración diaria por las vocaciones, acogiendo a los jóvenes en nuestras comunidades y dando testimonio de vidas que inspiran y atraen a los jóvenes. Ciertamente, el fomento de tal cultura va mucho más allá del trabajo exclusivo de los promotores de vocaciones. Depende de un cambio estructural bien gestionado e impulsado por los Superiores Mayores, y, en nuestra semana, dedicamos tiempo a imaginar cómo el P. General podría ayudar a animar dicho cambio trabajando directamente con las Conferencias y utilizando la tecnología de videoconferencia que se ha convertido en algo tan común en estos tiempos de pandemia.
En fin de cuentas, por
supuesto, todas las vocaciones dependen de que Dios, con tanta suavidad, llame
a una nueva generación a ser compañeros de Jesús. Reconociendo nuestra
dependencia de esta gracia, un fruto clave de la semana fue el deseo de
comprometernos una vez más con la oración diaria por las vocaciones. Y eso es
algo a lo que espero que cada uno de ustedes, lectores, se sienta invitado
también.