Para la familia ignaciana en España… pero no sólo para ella
Recuerdos personales, sentimientos sobre cómo vivir la pandemia del coronavirus, una mirada lúcida y benevolente a la Iglesia y a lo que se vive en ella, perspectivas sobre la vida religiosa y, por supuesto, el significado de la herida y la conversión de Ignacio para el día de hoy. Éste fue el programa de la entrevista al Padre General realizada por la periodista Silvia Rozas Barrero, FI, el 20 de mayo en el centro Jesuitas Maldonadode Madrid.
En su primer viaje fuera de Roma desde marzo de 2020, el padre Arturo Sosa ha visitado España. En primer lugar, para participar en la inauguración del Año Ignaciano en Pamplona, Navarra. En el camino se detuvo brevemente en Madrid y Javier. En Madrid fue organizado un encuentro virtual para todos aquellos, en su mayoría laicos pero también religiosos, que están vinculados a la Compañía de Jesús por su actividad o por su espiritualidad. He aquí algunos aspectos destacados de lo que compartió el Superior General.
Estamos en un momento en el que la clave de nuestro futuro es saber contar con la diversidad de las personas que, juntas y sólo juntas, pueden afrontar los retos actuales, tanto de la Iglesia como de la sociedad. Recordemos siempre la imagen que utilizó San Pablo, la del cuerpo. Nos necesitamos mutuamente, se necesita la complementariedad de las vocaciones. Para asegurar la fuerza de esta complementariedad, se nos invita a crecer en la práctica del discernimiento.
Todo
el proceso de la Compañía de Jesús hoy está marcado por la experiencia de
discernimiento que tuvo lugar durante la 36ª Congregación General. Llevó a la
identificación de las Preferencias
Apostólicas Universales que se viven en un contexto de acompañamiento
espiritual, especialmente del Papa Francisco. La misión de la Compañía de
Jesús, al servicio de la Iglesia, se ve reforzada por este modo de
acompañamiento del Papa a la Compañía, desde el momento en que fueron
confirmadas las Preferencias y el
Sumo Pontífice las transformó en una misión encomendada a la Compañía. Es una
experiencia significativa la que estamos viviendo.
No es de extrañar que se abordara el tema de la pandemia de Covid 19. El padre Sosa expresó su preocupación por el cambio de perspectiva que ha percibido en los últimos meses. Mientras que durante la “primera ola” se alzaron muchas voces para subrayar cómo el calvario planetario que estábamos viviendo debía conducir a cambios profundos en la forma de vivir, en la manera de considerar el medio ambiente, en la forma de compartir los recursos con vistas a una mayor fraternidad, ahora escucha con demasiada frecuencia el deseo de una “vuelta a la normalidad”. Una “normalidad” que llevó a la crisis y que no puede ser garantía para el futuro.
En su opinión, la pandemia supone una confirmación de las Preferencias Apostólicas de la Compañía. La gente necesita orientación para encontrar un sentido profundo a su vida, para encontrar a Dios. La fragilidad de todos exige una preocupación mutua, pero vemos que son las personas más pobres o marginadas las que más sufren de la pandemia y a las que hay que acompañar. Las perspectivas de futuro son difíciles de identificar para los jóvenes; hay que escucharlos en su angustia y en su deseo de una nueva sociedad. Y, por supuesto, la propia tierra, en su dimensión ecológica, ha sido herida: éste es el origen de la pandemia. En estos cuatro campos, los jesuitas y todos los miembros de la familia ignaciana están llamados a comprometerse. Por ejemplo, en Europa, en un ámbito en el que confluyen las cuatro preferencias, el de la migración y los retos que plantea.
No es posible informar aquí a propósito de todas las preguntas y respuestas de esta larga entrevista de Silvia Rozas con Arturo Sosa. Sin embargo, mencionemos lo mucho que el Padre General deseaba que el Año Ignaciano se viviera como una oportunidad para los jesuitas y sus cercanos. Que encuentren el valor, en la experiencia de conversión que tuvo Ignacio, para superar los sufrimientos de diversas heridas personales y colectivas.
Aunque
la conversación subrayó muchos de los retos y dificultades de nuestro mundo, el
Padre Sosa, al final, dijo que era un hombre con confianza. Confía en su fe.
Identifica zonas de luz. Para la Iglesia, cree que finalmente, gracias a la
sinodalidad planteada por el Papa Francisco, la noción de “pueblo de Dios” está
dando sus frutos, cambiando la mirada. Para la Compañía, el compromiso de crear
condiciones que permitan a más personas beneficiarse del tesoro de la
espiritualidad ignaciana y el compromiso renovado de crear espacios de libertad
y servicio, todo ello le hace creer que se puede “ver nuevas todas las cosas en
Cristo”.