JRS Bélgica: Dejar pasar la luz

Por Bruno Standaert, JRS Bélgica

En mis visitas a detenidos - me estoy refiriendo a migrantes - quedo siempre impresionado por su sentimiento de aislamiento, de soledad y desesperación. Cada persona con su historia personal de huidas: huyen porque del estigma de su orientación sexual, porque quieren salir de la prostitución, a causa de alguna persecución religiosa, o porque la sequía impide trabajar su tierra. A pesar de ello, todos estos refugiados alimentan un gran sueño: construirse un futuro feliz en un lugar seguro. Bélgica es para ellos la tierra que mana leche y miel, hasta que ponen mano sobre ellos en el aeropuerto y los detienen. Privados de libertad, no pueden compartir sus secretos más personales con sus camaradas de detención; deprimidos, no pueden dormir a causa del miedo. Algo tienen claro: volver atrás no es una opción para ellos. Surge la tentación del suicidio.

Durante seis años he trabajado como voluntario para el JRS Bélgica, visitando a inmigrantes en centros de detención. Ahora trabajo en la dirección, como presidente del consejo de administración. El trabajo de visitador en el JRS Bélgica es magnífico. Estás en las fronteras. No es que puedas resolver gran cosa, ya que la mayoría de los refugiados van a ser repatriados. La tarea consiste sobre todo en acompañar, estar presente, escuchar su historia y sus íntimas aspiraciones. En este tratar con migrantes te relacionas con personas vulnerables y a la vez aprendes a descubrir tu propia vulnerabilidad. El encierro no significa paz y pone al migrante en situación desesperada. La injusticia de verse privado de libertad sin haber cometido ningún delito o acto criminal, lo angustia.

2021-12-17_jrs-belgium_cemtrum

Acompañar ha sido un trabajo que me ha enseñado a dejarme llevar y guiar por la belleza que encierra todo ser humano: hay un diamante en el seno de cada corazón. Así se lo digo a mis emigrantes. Les hablo de que poseen un diamante que nadie les puede quitar. Que yace en lo más profundo de su naturaleza y que pueden mostrarlo sólo si lo desean. Mi tarea es permitir que entre la luz.

Les invito a que hagan conmigo el ejercicio de ir dando nombre a las distintas facetas de su diamante personal: capacidad de relación - servicio - alegría - indignación - cuidado - esperanza - defensa - humor - creatividad... Encuentro piedras preciosas y luminosas en mi trato con migrantes, y no faltan algunos que comienzan a vivir de nuevo, a soñar, a ayudar a los compañeros detenidos con ellos, a servir de apoyo y consuelo, a rezar, a releer el día (el Examen ignaciano), a estar a veces plenamente presentes y a veces no... Hasta que reciben una carta del Departamento para Refugiados notificándoles la decisión final, que a menudo dice que deben retornar a su país. Esta carta es como una espada de Damocles que pende sobre sus cabezas durante el periodo de detención, que puede durar hasta cinco meses.

Las despedidas suceden entre sentimientos muy mezclados. Ha ido brotando una profunda amistad que suele terminar en gran decepción. Las únicas palabras de consuelo que puedo ofrecer entonces son: “Sepan que no están solos y que al otro lado del mundo, en Bélgica, alguien piensa en ustedes”.

La espiritualidad ignaciana me ha enseñado a ser agradecido, a compartir mi alegría, a llegar hasta los límites de la vulnerabilidad de las personas, a dejarme guiar suavemente por una brújula que me indica donde recibir consuelo interno. El JRS es sobre todo un proyecto de esperanza, y por ello le estoy muy agradecido.

Comparte este artículo:
Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
Communications Office
El Servicio de Comunicaciones de la Curia General publica noticias de interés internacional sobre el gobierno central de la Compañía de Jesús y sobre los compromisos de los jesuitas y sus partenarios. También se encarga de las relaciones con los medios de comunicación.

Noticias relacionadas