La promoción de la dignidad en el mundo del trabajo
Los jesuitas de la Curia General provienen de todos los ámbitos de la vida. El equipo de comunicación intenta “rastrear” y localizar a aquellos jesuitas que trabajan en ambientes poco frecuentes y que, con su testimonio, son reflejo del modo tan diverso y universal como la Compañía se compromete al servicio del Evangelio.
Así nos habla Pierre Martinot-Lagarde, jesuita de la Provincia francófona de Europa Occidental...
Pierre Martinot-Lagarde, ¿podemos decir que es usted un funcionario de la ONU? ¿Cómo explica la presencia de un asesor para los asuntos sociales y espirituales en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de Ginebra?
Sí, soy funcionario internacional, no directamente de la ONU, sino de la Organización Internacional del Trabajo. Es misión que recibí de la Compañía y de mi Provincial hace algunos años.
Se trata
de un cargo único porque fue resultado de un acuerdo entre el Director General
de la OIT y la Santa Sede. Los movimientos cristianos participaron muy
activamente, a lo largo de 1919, en los debates previos al nacimiento de la
OIT. De hecho, en 1926, se ideó este puesto para hacerles un lugar. Yo sigo
trabajando hasta hoy para la Santa Sede y para los movimientos cristianos, pero
también para las diferentes denominaciones religiosas. El punto central es
promover la dignidadhumana en el mundo del trabajo.

Estatua de los trabajadores - Sede de la OIT, Ginebra, Suiza.
En su opinión, ¿por qué este puesto es muy a propósito para un jesuita? ¿Puede considerarse que la OIT está “en las fronteras”?
Efectivamente, es un “trabajo propio de jesuitas”. Lo vivo como en fuerte continuidad con el trabajo que hacía antes. Existe gran convergencia entre la doctrina social de la Iglesia y el mandato de la OIT: reconocer la dignidad del trabajo y de los trabajadores es escalón elemental para llegar a la justicia social. Desde el comienzo percibí esta fuerte conexión. En la práctica, colaboro con muchas organizaciones, algunas de las cuales ya conocía, que trabajan con jesuitas. Y eso es bueno.
¿Estamos en las fronteras? En cierto sentido eso es indudable. Incluso atravesando y llegando más allá de las fronteras. Lo que toca al futuro del trabajo implica cuestiones sin cuento. Todo lo que signifique intentar mejorar los derechos de los trabajadores, reforzar su protección, facilitar el acceso al trabajo, tiene sentido y es posible sólo si nos preocupamos por las personas que trabajan, sea en el Norte o en el Sur, en la economía formal y en la informal, en tareas de baja o de alta tecnología. Esta intuición motivó la fundación de la OIT, y yo me identifico mucho con ella.
A
la vez tengo la impresión de encontrarme en el corazón de la Iglesia y de su
misión. ¿Qué significa el trabajo en la vida de la persona? Ocho horas al día
para los afortunados, a menudo más, sobre todo si se suma todo lo que se hace
en casa y entre l casa y el trabajo. Según esto, ¿no resulta verdaderamente
esencial evangelizar este tiempo? No de manera simplista, alzando en la mano
una bandera o una Biblia, sino logrando que cada persona pueda ocupar su puesto
con dignidad, siendo ella misma en plenitud, con y para los demás,
ante Dios.

Sesión de la OIT - Ginebra, Suiza (© OIT).
La diplomacia, la ONU, la ciudad de Ginebra... todo esto no parece estar demasiado cercano a lo que preocupa a las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía, especialmente el acompañamiento de los pobres. ¿Cómo se ve a sí mismo?
En primer lugar, no trabajo sobre todo con diplomáticos. El intento es dar a los que vienen de más lejos, a los más precarios, acceso ante todo a los lugares de deliberación y decisión. A trabajadores jóvenes, a trabajadores del sector informal, a inmigrantes.
Es mi forma de practicar esa dimensión de acompañar a los pobres. Aunque, de hecho, tengo presente algo de las cuatro Preferencias de la Compañía. He tenido la gran satisfacción de trabajar con movimientos de trabajadores jóvenes: así que también están presentes los jóvenes (Preferencia 3). Con los movimientos eclesiales que tienen que ver con el trabajo intentamos hacer discernimiento, con un enfoque realmente espiritual (Preferencia 1), y no simplemente militante, promoviendo un tipo de trabajo que favorezca la salvaguarda de la creación (Preferencia 4). Es algo normal, ya que estas Preferencias convergen claramente. Esto ha dado lugar a un proyecto de cuatro años que lleva por título “El futuro del trabajo, el trabajo después de la Laudato Si’”.
¿Puede darnos un ejemplo de algún proyecto en que haya participado personalmente y que haya producido impacto positivo... por todo el mundo?
El
ejemplo más evidente es, obviamente, la coalición y el programa para la
erradicación de las peores formas de trabajo infantil. El programa se basa en normas
internacionales formuladas claramente por la OIL y que han sido ratificadas por
todos los países. Entre 2000 y 2016, las medidas que se han pactado entre la
OIL y los países afectados han reducido el trabajo infantil en 96 millones
(para unos 150 millones de niños afectados). Están implicadas muchas
organizaciones católicas. El propio Papa ha hecho suya esta causa. Por supuesto
es posible avanzar en ese aspecto, así como en el desarrollo de una mayor
protección social, en la protección de los trabajadores domésticos y en
garantizar las libertades fundamentales. En muchas de estas cuestiones, la voz
de la Iglesia católica cuenta. No puede dejar de escucharse.