Los grupos en sesiones de trabajo o de formación se suceden en la Curia General. En la semana del 6 al 10 de febrero, una quincena de jesuitas que han sido nombrados recientemente ecónomos de su Provincia aprendieron muchos aspectos de su trabajo. Entre los temas del programa figuraban: el funcionamiento del Economato General, las formas de comunicación con sus servicios, las solicitudes obligatorias para utilizar dinero de los fondos de la Provincia, y el FACSI (Fondo del Padre General para necesidades específicas). Se habló de planificación financiera, de presupuestos, de inversiones y de informes económicos. También de las normas para la adquisición y la enajenación de los bienes de la Compañía. Pero -y esto no debe sorprender a nadie- también se habló de los fundamentos espirituales del trabajo del ecónomo y de la gestión de los “fondos de la Provincia”, los fondos dedicados a tal o cual fin.

Uno de los participantes, Isaac El-Fernandes, el ecónomo de la Provincia de África Meridional, nos ofreció su testimonio.

Antes de partir de Zambia para venir a este seminario de formación, mi Provincial me advirtió que el equipo de Roma nos haría trabajar duro. No se equivocaba: sin duda nos han exigido mucho. Sin embargo, ha sido una experiencia enriquecedora. Más allá de todo lo que aprendí sobre el modo de proceder de la Compañía en cuestiones financieras, lo que más me impresionó fue el servicio humilde y dedicado de tantos miembros de la Curia aquí en Roma. Al reflexionar sobre el servicio que prestan a la Compañía, a menudo en un discreto segundo plano, me viene a la mente la película Figuras ocultas.

Podría pensarse que un servicio tan abnegado haría de la Curia un lugar más bien monótono y triste. Pero es todo lo contrario: la risa y la alegría rebosan en los lugares más insospechados, como los Archivos, por ejemplo. Para muchos de nosotros, la visita a los Archivos fue uno de los momentos culminantes de la semana, gracias al entusiasmo contagioso y al humor irónico del P. Robert Danieluk, del equipo del ARSI. El P. Danieluk hizo que la antigua Compañía cobrara vida al mostrarnos las cartas originales de Matteo Ricci y las correcciones manuscritas que San Ignacio hizo a los manuscritos originales de los Ejercicios Espirituales y las Constituciones. Fue fascinante saber que no habríamos conservado ninguno de estos preciosos manuscritos y cartas de no haber sido por la previsión de José Pignatelli, que rescató estos archivos del Gesù, donde se encontraba la antigua Curia en el momento de la Supresión. Sin el traslado de estos documentos a un presbiterio cercano, donde vivía Pignatelli con algunos otros jesuitas, bien podrían haberse convertido en leña de un fuego para calentar las manos de los soldados merodeadores.

Al igual que José Pignatelli, nosotros, como nuevos ecónomos, hemos estado aprendiendo lo que hay que tener en cuenta para cuidar los recursos de la Compañía de Jesús. El método didáctico de utilizar estudios de casos para la discusión ayudó a que las IAB (Instrucciones sobre la Administración de Bienes) cobraran vida y dieran una expresión concreta a la brecha entre nuestros ideales espirituales y la práctica sobre el terreno. Algunos de nuestros debates se centraron en los métodos para colmar esta laguna, ya que se reconoció que muchos en nuestras Provincias de origen nunca habían leído las IAB. La promulgación de las nuevas IAF (Instrucciones para la Administración y las Finanzas), que sustituirán a las antiguas IAB, brinda a la Compañía la oportunidad de remediar esta situación.

Sin embargo, nos engañaríamos si pensáramos que el simple hecho de hacer que los jesuitas lean un documento conducirá a una vivencia más fiel de nuestro voto de pobreza. Como subrayó el General en su intervención, esto no sucederá sin la conversión personal de cada jesuita, mientras todos nos esforzamos por imitar mejor a nuestro Señor. Para muchos de nosotros, nuevos ecónomos, esta semana ha sido un paso más en este camino de toda la vida.