Purificación, iluminación, confirmación, transformación: un itinerario jesuita en la educación superior
En Mae Chan, en la provincia septentrional
tailandesa de Chiang Rai, se encuentra el proyecto de educación superior más
joven de la Compañía de Jesús. Es la Xavier Learning Community (Comunidad de
Aprendizaje Xavier), un campus en desarrollo desde hace casi cinco años, en el
que viven un centenar de estudiantes y ocho jesuitas. Pero, sobre todo, un
proyecto innovador de una comunidad estudiantil que responde a las necesidades
específicas de su clientela. Hemos encontrado al actual director, el jesuita
Vinai Boonlue.
Padre Vinai, ¿el XLC no es ni una escuela ni una universidad? Usted ha elegido llamarla una “comunidad de aprendizaje”; ¿por qué?
La
ley tailandesa sólo permite el uso de las palabras “escuela” y “universidad” a
las instituciones reguladas por el Estado. Nosotros hemos creado una forma
alternativa de educación superior que atiende las necesidades de los jóvenes
que se pueden calificar de “pobres”, los que viven cerca de las fronteras
septentrionales del país. Muchos son autóctonos de las regiones montañosas,
otros proceden de Myanmar y no tienen estatuto legal en Tailandia. Son
marginados y pueden beneficiarse de un programa de educación superior pensado
para ellos.
Así que hemos convertido nuestro centro en una “comunidad de aprendizaje” y lo hemos puesto bajo el patrocinio del gran misionero Francisco Javier. No se trata sólo de enseñar, sino que queremos formar una comunidad en la que los jesuitas y nuestros estudiantes marginados crezcamos juntos para ofrecer a los jóvenes un futuro sostenible.
Háblenos de sus alumnos.
Ellos han terminado la secundaria, pero en muchas culturas de minorías étnicas, las posibilidades de llegar más lejos son muy limitadas. En primer lugar por la marginación por parte de la mayoría tailandesa. Las “tribus de las montañas” en lengua tailandesa se identifican como “los otros”, mientras que la mayoría se define como “los nuestros”. Aquí pretendemos cambiar esta dinámica de nacionalismo estrecho para que nuestros jóvenes sientan que la nación incluye a todos los grupos étnicos del país.
No
lo hacemos de forma reivindicativa ni alzando la voz: eso no está en la cultura
tailandesa. Lo hacemos dando oportunidades a chicos y chicas de las minorías
para que avancen en una sociedad tailandesa que se convierte verdaderamente en
una sociedad multicultural.
¿Por qué es un proyecto específicamente jesuita?
Es una cuestión de justicia social; trabajamos por los pobres y, por supuesto, como obra educativa y en el espíritu de la 3ª PAU (Preferencia Apostólica Universal), acompañamos a los jóvenes hacia un futuro de esperanza. Se trata de jóvenes desatendidos en muchos casos; huérfanos, jóvenes que han huido de su país, jóvenes con talento a los que el contexto cultural no les ha abierto puertas. Llegan aquí con una visión del futuro muy limitada; incluso se podría decir que muchos no tienen esperanzas, ni dirección para sus vidas.
Por ejemplo, la ley tailandesa establece que cualquier persona que complete una licenciatura universitaria tiene derecho a solicitar la nacionalidad. Al abrir esta vía, los jesuitas ayudamos a los jóvenes sin un estatuto legal a obtener el reconocimiento de un derecho humano fundamental, el de la ciudadanía, el de tener un lugar en una sociedad.
Ustedes ofrecen un marco de vida en común y un entorno claramente marcado por la tradición cristiana. ¿Pero no todos los estudiantes son católicos?
Sobre
el vivir juntos, en primer lugar, sabemos que vivir en comunidad con personas
de culturas diferentes es un gran reto. Aquí, los miembros de la comunidad
comparten todas las responsabilidades del campus. Todos se turnan para cocinar,
mantener los edificios, plantar arroz y otros cultivos para proveer parte de
nuestra comida. Todo esto, por supuesto, además de seguir un exigente
currículum. La “comunidad de aprendizaje Xavier” propone compartir el espacio,
las ideas, los talentos de todos.
Y esto encaja bien con la dinámica cristiana que ofrecemos, que incluye la participación en momentos de reflexión, oración y celebraciones litúrgicas. Presentamos un catolicismo que no se basa en palabras o definiciones - que con frecuencia son fuentes de división - sino en el don de sí mismo, la convivencia, las intuiciones de la espiritualidad ignaciana que, como sabemos, son válidas para tantas personas que no forman parte de la tradición católica.
Concretamente, a través de reflexiones semanales, de celebraciones en pequeños grupos y luego juntos, y de retiros al final de cada trimestre, invitamos a los jóvenes a seguir un camino inspirado en varios elementos de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. En el primer año, teniendo en cuenta el Principio y Fundamento, les invitamos a conocerse a sí mismos, y a reconciliarse consigo mismos y con su cultura. En el segundo año, tratamos de encontrar la luz necesaria para tomar las decisiones correctas, para hacer la elección. En el tercer año, viene la etapa de la confirmación, la prueba de la perseverancia, de hacer frente a los obstáculos: la tercera semana. En el cuarto año, es la invitación a celebrar y a agradecer por la transformación de la propia vida, en el espíritu de la contemplación “ad amorem”.
En
resumen, la Xavier Learning Community
invita a los jóvenes marginados a ir más allá de sus limitaciones no sólo a
través de los estudios universitarios, sino a través de un camino de
purificación, de iluminación, de confirmación y de transformación de sus vidas.
¿No es éste un proyecto fundamentalmente jesuita?