Un rayo magnético de esperanza
La asistencia sanitaria alternativa como apostolado: Provincia de Dumka-Raiganj
Por Thomas Kattathara, SJ
¿Puede un jesuita convertirse en una especie de imán? Creo que sí. M.J. Peter lo es. Ejerce una fuerte atracción sobre lisiados, cojos y personas frágiles con su terapia magnética, unida a su dinámica personalidad. “Le llevaban todos los enfermos, los que padecían diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y Él los curaba” (Mt 4,24). Una sola visita a la casa de Peter produce ya un efecto galvanizador. Su espíritu lleno de sentido del humor, renovador y constante, levanta el ánimo de todos los que le rodean.
El
lugar donde “Peter empezó a tratar a la gente con imanes” se llama Alternative Health Care Clinic y tuvo
sus humildes comienzos en 1995 en el pueblo de Cilimpur, Bengala Occidental. Fue
un pequeño impulso inicial que resultó determinante. El A.H.C.C. de Kalidangal,
Rampurhat (Bengala Occidental), supone hoy una esperanza para muchos pacientes
de muy diversos lugares del subcontinente indio. Peter trata todo tipo de problemas
relacionados, entre otras cosas, con los huesos, el sistema nervioso o los
músculos. Es impresionante. La mayoría de los pacientes que atiende han sido rechazados
por médicos o por hospitales bien conocidos. El A.H.C.C. es quizá el apóstol
más importante que tiene la Asistencia de Asia Meridional. Este apostolado
surge de la realidad de que no existen alternativas; este ministerio se convierte
por tanto en un “servicio esencial” dentro de nuestra opción por los pobres.

Peter es hombre de voluntad implacable desde siempre. Siendo todavía joven y deportista, equipado con dos imanes, se adentró en el desconocido campo de la magnetoterapia. En 1995, y aún en el campus parroquial de Cilimpur, quizá no estuviese seguro del futuro de este método. Pero ya estaba dispuesto a probarlo, para ver si valía la pena. Fueron pasando los días, y los pacientes comenzaron a llegar a Cilimpur para que Peter los tratase. A partir de 1997 y durante seis años consecutivos, yo mismo fui testigo, como miembro de la comunidad jesuita de Cilimpur, del destello de esperanza que irradiaban los rostros y corazones agradecidos de los pacientes y de sus familiares, y de la relación tan especial que habían establecido con Peter.
Sin
duda, la A.H.C.C. no está en sintonía con el moderno y lucrativo sector
sanitario. El motor de este apostolado no es lo pecuniario; al contrario, su marchamo
altruista hace que llegue a grandes grupos de beneficiarios. Muchos de sus
pacientes son personas que los médicos han descartado como “casos terminales”;
acuden al A.H.C.C. donde, en vez de pagar, ganan la esperanza de que su
recuperación es posible. Son testimonios inapelables a favor del trabajo del
A.H.C.C. en la Provincia de Dumka-Raiganj. En los tiempos que corren hay una
persona pragmática y atractiva como Peter, que se compromete con el anuncio de
la Buena Nueva e invierte todos sus esfuerzos en vivirla. Es un testimonio que
será recordado.