“Socio”, un título original, una función esencial
Si nos preguntan cuál es nuestra función en la Compañía de Jesús y respondemos “soy un socio”, nuestro interlocutor nos mira con ojos interrogantes. Este cargo importante para la buena marcha de la Compañía en todos los niveles de responsabilidad se presenta a menudo como el de un “asistente”: del Padre General, del Presidente de una Conferencia, del Provincial, del Maestro de Novicios, del Instructor de la Tercera Probación. Pero, en el espíritu de San Ignacio, es mucho más que un asistente administrativo. El socio es un “compañero”, un aliado, un asociado, según el origen latino de la palabra.
En la serie de sesiones ofrecidas por la Curia General, después de la formación para los nuevos Provinciales y, más recientemente, la que se ha ofrecido a los nuevos Ecónomos, 14 socios que han asumido recientemente sus cargos vinieron a aprender el modo de proceder, el modo de actuar de la Compañía, según la expresión ignaciana. Se celebró una sesión en español con jesuitas de América Latina y el socio de Portugal.
Pedimos
a tres de ellos que dieran testimonio de su experiencia en Roma.

P. Yovanny Bermúdez SJ
Yovanny Bermúdez (Venezuela)
En el curso de nuevos socios me he fijado en dos puntos: con Arrupe “oren, oren, oren mucho”. Las distintas situaciones en la Provincia no se resuelven sólo de modo práctico, sino también orando y confiando para encontrar los caminos que mejor ayuden a la persona y a la Compañía. El segundo punto es el círculo acción-contemplación en el cual se resumen las imágenes que el P. General propone para el socio: acompañante (compañero), bastón (apoyo) y puente (une y comunica). Lo anterior requiere el dejarse sorprender porque las palabras y personas abren, en la mayoría de los casos, caminos apostólicos.
Lo siguiente es que
nuestro servicio apoya la dimensión integradora tanto con el Provincial, con
nuestros compañeros jesuitas y colaboradores/as como con el cuerpo universal de
la Compañía. El socio colabora a poner en una misma dirección, hacia un mismo
horizonte y convergiendo distintos estilos, todo el conjunto de actividades y
tareas para el desarrollo de la misión. De allí es una misión creativa,
creadora y en constante creación, para llevar adelante la misión encarnada que
se nos encomienda en las distintas Provincias.

P. Juan Pablo Escalante SJ
Juan Pablo Escalante (Bolivia)
Soy Juan Pablo Escalante Coro, originario y jesuita de Bolivia. Socius desde casi un semestre, estoy aprendiendo esta misión. Además de contar con la ayuda de mi predecesor, fui convocado, con mis homólogos de América Latina, al encuentro que se desarrolla en la Curia General, en Roma.
Del
evento destaco tres puntos: 1ro.
Una experiencia de diversidad y universalidad. Estoy viviendo la
pluralidad de mis compañeros jesuitas. Tanto de los participantes en la reunión
como de los miembros de la Curia General. La jerga y los hábitos que
compartimos e imprime la Compañía de Jesús hacen única la experiencia. 2do. Unas herramientas de trabajo
del socius.Desde diferentes perspectivas (comunicacional, jurídica,
apostólica, histórica, económica y otras), los ponentes ofrecieron unos medios
para definir la labor y el rol de socius. Con la exhortación al trato
llano y fluido con los Asistentes y Consejeros Generales, cobraron eco en mí el
abordaje sapiencial delmanualPractica
Quaedam y de los Archivos de la Compañía. 3ro.Unos desafíos en la
identidad-misión de socius. De lo recibido, tomo agradecido y convencido el
deseo de ser, con lucidez y buen sentido del humor, “compañero”, “puente” y
“bastón”de mi Provincial, haciendo un mejor servicio a mi Provincia.

P. António Ary SJ
António Ary (Portugal)
“Os seré propicio en Roma” Esta frase que escuchó Ignacio en La Storta, al entrar en Roma, resuena en mi corazón, como promesa cumplida, al terminar estos días de encuentro de socios en la Curia General. Algunos por aquí lo llaman “curso de socios”, y, por cierto, aprendimos mucho, sobre la importancia y el modo de hacer este trabajo, así como sobre el funcionamiento del gobierno de la Compañía universal. Pero fue antes de todo un tiempo de encuentro entre compañeros y hermanos que comparten la misma misión de apoyar a quienes ejercitan la autoridad. Fue, pues, un tiempo propicio porque pudimos conocer y compartir con otros que viven los mismos retos, dificultades, problemas y deseo de servir, siendo como aceite que hace funcionar la máquina de la Compañía.
Nos
anima también haber podido conocer y encontrar aquellos que, en Roma, son
nuestros interlocutores, más o menos directos, en la tarea de agilizar la
comunicación entre la Provincia y el Padre General. Regresamos a nuestras
oficinas, a menudo solitarios, ciertos de no estar solos, porque Aquél que nos
llamó a esta misión también nos acompaña, y porque nos experimentamos aún más
parte de un cuerpo de amigos en el Señor.