Por una nueva ética de la supervivencia
Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, el lunes 5 de junio, he aquí la reflexión del profesor jesuita SM. John Kennedy, Director de un centro de investigación en el St Xavier’s College of Education, Palayamkottai, Tamil Nadu (India). Pulse aquí para leer el texto completo de su contribución, en inglés [PDF 287KB].
Por SM. John Kennedy SJ
Proteger a la madre tierra: una obligación urgente
La ciencia se ha desarrollado a grandes pasos. El mundo entero se ha convertido en una aldea global gracias a la red de comunicaciones. Los nuevos inventos han facilitado la vida moderna. Sin embargo, a pesar de estos estupendos avances, podemos preguntarnos si nos estamos desarrollando de forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
En el mundo actual, el mito del “desarrollo” se proyecta como el valor central, medido por el rendimiento de la sociedad cuantificado en términos de Producto Nacional Bruto, Producto Nacional Neto, crecimiento material de la economía, nivel de vida medido en términos de bienes y dinero, etc. Esto hace hincapié en las formas superficiales de “tener” más que en los niveles más fundamentales de “ser”.
La necesidad del
momento es tener un sentido de pertenencia a una comunidad planetaria única que
trascienda, aunque no necesariamente sustituya, nuestra ética racional y
nuestras lealtades comunitarias. Debe basarse en una nueva ética de la
supervivencia, en una cultura de la cooperación, y en avanzar hacia un único
destino. Hoy necesitamos un sistema de ética y valores que sea ecosensible y lo
englobe todo.
La crisis actual
Desde que los seres humanos aparecieron en la Tierra, han interactuado con el medio ambiente para satisfacer sus necesidades de subsistencia. Pero esta interacción alcanzó proporciones insostenibles tras la revolución industrial, fruto de la visión mecánica del mundo, que empobreció la Tierra y con ella a la mayoría de la población.
Este modo de desarrollo, seguido e impuesto ciegamente, está en el corazón de la crisis ecológica actual. La ética de la autonomía, centrada en el individuo, ignora la relacionalidad esencial de la persona humana en la comunidad y la relacionalidad integral con la naturaleza. Unida a un antropocentrismo y androcentrismo estrechos, apoya un ethos de individualismo y entroniza al hombre como dueño de toda la creación y superior a la mujer.
Nuestra salud y
nuestra supervivencia dependen del medio ambiente: el aire que respiramos, el
agua que bebemos y los alimentos que comemos. Pero el comercio mundial no tiene
en cuenta una economía sostenible: contamina el aire y el agua y envenena los
alimentos.
Las alternativas
Optar por la Madre Tierra no es una elección entre otras muchas, sino una obligación urgente de salvar y proteger el universo entero de este peligro inminente. Navegaremos o nos hundiremos juntos en la nave espacial Tierra. Sólo la toma de conciencia puede conducir a acciones preventivas, protectoras y productivas. Debemos tomar conciencia de nuestra conexión orgánica con la naturaleza y sus ecosistemas. Nadie puede llevar una vida sana en un planeta enfermo.
La conciencia puede efectuar la conversión. Una conciencia profunda y sincera de la crisis ecológica, de sus causas y consecuencias conducirá a una auténtica conversión, que llevará a la convicción de que sólo la acción inmediata puede restaurar la salud y la riqueza de nuestro planeta.La convicción debe manifestarse en acciones concretas y afirmativas.
Habría que emprender
un programa de acciones a nivel individual, institucional y social. A nivel
individual, promovería un estilo de vida sencillo basado en el principio de
sostenibilidad. A nivel institucional, apoyaría la creación de un entorno
respetuoso con el medio ambiente en escuelas y ambientes laborales, así como
medidas concretas de protección medioambiental. A nivel social, implica la
creación de movimientos ecológicos transfronterizos.