Vinayak Jadav, SJ - Provincia de Gujarat
[De la publicación “Jesuitas 2023 - La Compañía de Jesús en el mundo”]

Cómo los misioneros españoles de Gujarat se anticiparon a las Preferencias Apostólicas de hoy.

La Provincia jesuita de Gujarat celebró en 2021 el centenario de la llegada de sus misioneros españoles. Estos jesuitas se anticiparon a las recientes Preferencias Apostólicas Universales (PAU) y, durante los cien años de su periplo misionero, las promovieron continuamente en el Gujarat, en el oeste de la India.

La Iglesia católica de Gujarat tiene 130 años. Sus primeros bautismos tuvieron lugar en 1891 y 1893. Al principio, el clero diocesano del vicariato de Bombay se encargó de estos nuevos católicos, pero no tardando mucho los jesuitas suizos y alemanes de la Misión Apostólica de Bombay tomaron el relevo.

Su ministerio duró hasta 1914. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, y puesto que la India era entonces una colonia británica, todos los jesuitas alemanes fueron internados, y después expatriados. ¿Cómo se resolvió esta crisis?

Llegada de los misioneros españoles

El entonces Superior General, padre Ledochowski, ordenó a los jesuitas españoles que iban de camino a su misión en las Filipinas, que cambiaran de rumbo y se dirigieran a Gujarat. Así llegaron los primeros misioneros jesuitas españoles a Bombay, el 10 de diciembre de 1921. Desde entonces, y hasta 1966, llegaron 117 jesuitas españoles. Su celo misionero, mezclado con un carisma ibérico, cambió la faz del Gujarat.

Siguieron su estela numerosas misioneras españolas que ayudaron a la misión, junto con los sacerdotes, desde un planteamiento multidimensional. Es imposible subestimar su aportación.

Nuevos caminos, nuevas propuestas

La principal contribución de los jesuitas españoles fue la pastoral. Crearon una comunidad católica, primero en el centro de Gujarat, alrededor de Anand, y luego en el norte y el sur, entre los grupos hindúes marcados por las castas, y entre los pueblos indígenas, los adivasis. A través de la catequesis y las prácticas de piedad, de la liturgia y los sacramentos, los santuarios y las fiestas marianas, pusieron los cimientos de una fe en Jesús que se ha mantenido con fuerza hasta ahora.

Los misioneros jesuitas, fundamentados en un ethos ignaciano, querían reunir a todos bajo el estandarte de la Cruz. Se desplazaron a caballo, en carretas de bueyes, en bicicleta, a pie, y más tarde en jeeps y motocicletas. Y allí donde iban, predicaban y enseñaban en la lengua local, de modo que, con el paso de los años, todo el corpus de la fe católica estaba disponible en gujarati: la Biblia, el misal, el himnario, el breviario, las oraciones diarias, el Mensajero del Sagrado Corazón, los Ejercicios Espirituales. Todo ello gracias al celo de los misioneros y a su dominio de la lengua local.

Peregrinando con los pobres y los marginados

La comunidad social y económicamente marginada del centro de Gujarat se vio afectada por una devastadora hambruna hacia el año 1900. La respuesta inmediata de los misioneros fue el suministro de aceite, trigo y harina de maíz a través del Catholic Relief Service (CRS).

Sus acciones sociales se consolidaron más tarde mediante la fundación de la Sociedad de Servicios Sociales de Kaira (KSSS), cuyos múltiples proyectos de trabajo social sostuvieron a la comunidad en medio de la pobreza y la opresión. No tuvieron miedo a desafiar los abusos de casta mediante denuncias policiales. Uno de ellos llegó a desempeñar un mandato completo como sarpanch (presidente) electo de un pueblo.

La sociedad cooperativa de crédito católica fue una iniciativa de los laicos apoyada por los misioneros. La creación de escuelas primarias en una aldea tras otra y de escuelas secundarias en las ciudades vecinas fue su estrategia de sostenibilidad. El éxito en la región central de Gujarat llevó a los misioneros al cinturón tribal, donde abrieron un centro misionero tras otro, con sus respectivas escuelas e internados. Proyectos como el de «alimentos a cambio de trabajo», la cría de ganado de carne y de leche, y la nivelación de tierras eran características habituales de su labor social.

Forjadores de los jóvenes

Los albergues para jóvenes estudiantes en cada centro de misión fueron el semillero de la formación de los jóvenes. Los libros usados para enseñar el catecismo y la moral ayudaron a orientar a los jóvenes. Las escuelas técnicas y la formación en oficios mejoraron la empleabilidad de los jóvenes. Tal era su excelencia que reputadas empresas reservaban con mucha antelación un puesto en su plantilla a los futuros graduados.

Los jesuitas también publicaron libros de ensayo y pensamiento en gujarati, así como artículos para la nueva generación en diarios populares gujaratis; esto atrajo a una gran cantidad de jóvenes hindúes y jainistas.

Ecologistas «de incógnito»

Los misioneros españoles no habían oído hablar de la crisis medioambiental actual ni de la Laudato Si’. Pero las hileras de gigantescos árboles de «neem» (Azadirachta indica) que rodean las instalaciones de las antiguas parroquias de Gujarat dan testimonio de su compromiso con la ecología, al igual que las extensas granjas gestionadas por tantos hermanos jesuitas. En ellas se impartía formación sobre agricultura orgánica y sobre los cultivos autóctonos. El estilo de vida de los misioneros cuidaba la tierra y todo lo que esta producía. Había reverencia por la creación, un amor por la naturaleza en todas sus diversas manifestaciones.

Conclusión

Mediante su testimonio evangélico y su dinamismo apostólico, los misioneros jesuitas españoles sembraron las semillas de las PAU en Gujarat, aunque no hubieran oído hablar de ellas. Sir Isaac Newton dijo una vez: «Si he visto más lejos que nadie, es porque me he subido a hombros de gigantes». Si los jesuitas de hoy en Gujarat son capaces de entender mejor el texto de las PAU, es gracias a los misioneros jesuitas españoles y a las primeras letras que ellos enseñaron.