¿Estuviste allí?

Por Eric G. Velandria, SJ

En el Colegio se ponía de relieve y se hacía que tomásemos conciencia de la Cuaresma con Vía Crucis, retiros de fin de semana, celebraciones penitenciales y otras celebraciones comunitarias. Nuestra canción favorita era “Where you there?” (¿Estuviste allì?), especialmente cuando el Miércoles de Ceniza alumnos y profesores recibían la bendición que daba el pistoletazo de salida a la Cuaresma. Nuestros alumnos de primaria eran los que siempre tenían más preguntas sobre el ayuno y la abstinencia. Algunos, fingiendo angustia, comenzaban a regatear sobre los nuggets de pollo.

Estar al frente de las ceremonias cuaresmales del colegio, para mí es ya un recuerdo remoto. Hace ya varios años que, en Semana Santa, incluso lunes y martes, hasta el Miércoles Santo, tengo que estar ante al ordenador trabajando, investigando, rebuscando y traduciendo noticias y artículos sobre el trabajo de los jesuitas en favor de la justicia social. Las zonas de oscuridad son cada vez más extensas: las bandas de Haití, la inseguridad política y la pobreza en diversos países de América Latina, las cifras récord del flujo migratorio forzoso, la incalificable devastación y la masacre de civiles en Gaza, los dos años de guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto entre militares y grupos rebeldes en la República Democrática del Congo, el golpe militar de Myanmar, los pueblos indígenas despojados de sus tierras y derechos, el hambre causada por la desertificación de tierras hasta hace un tiempo cultivables, la pesca abusiva, la pérdida de biodiversidad y tantas actuaciones inhumanas que la avaricia, la megalomanía y la idolatría personal impulsan por todo el mundo.

2024-03-15_lent2_portrait

P. Eric G. Velandria, SJ.

Pero a pesar de todo, “la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido” (Juan 1,5). En cierto modo, la realidad de nuestro tiempo no difiere mucho de la que vivió el Jesús histórico. Él y sus padres fueron emigrantes y tuvieron que huir del megalómano Herodes para refugiarse en Egipto. En su época no se cuestionaba la marginación de mujeres, niños, leprosos y no judíos. El mismo Jesús acabó víctima de la hipocresía, la calumnia, el abuso de los poderes fácticos. Pero cuando finalmente fue criminalmente condenado a la muerte de cruz, mantuvo su serena confianza en Dios. Crucificado en la cruz de los reos, rezaba por sus verdugos: “Padre, perdónalos” (Lucas 23,34). Las tinieblas vencieron a la Luz.

“Porque tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo único” (Jn 3,16). Jesús, el Hijo Eterno de Dios, eligió vaciarse de sí mismo y hacerse uno de nosotros. No son las ceremonias rituales el centro de la Cuaresma, sino la persona de Jesús y su amor. Las celebraciones y prácticas comunitarias no son más que medios. La Cuaresma es recordar, celebrar y creer en el amor que Dios nos tiene.

Estoy amarrado a mi escritorio y sigo investigando y buscando actuaciones en favor de justicia social, que tengan interés periodístico para esta Cuaresma. Siento, por la gracia de Dios, que Jesús me ofrece este espacio para encontrarme con Él de nuevo. Esta vez no por medio de las celebraciones de Cuaresma del pasado en el colegio. Jesús habla, me llama y me muestra que quiere que siga investigando sobre los lamentos de nuestro mundo y sobre la angustia de los pobres. También así Jesús, nuestro Señor Crucificado-Resucitado, permite que me encuentre con Él, a través de quienes abogan celosamente por la justicia y la reconciliación. ¿Estuviste allí?

Comparte este artículo:
Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
Communications Office
El Servicio de Comunicaciones de la Curia General publica noticias de interés internacional sobre el gobierno central de la Compañía de Jesús y sobre los compromisos de los jesuitas y sus partenarios. También se encarga de las relaciones con los medios de comunicación.

Noticias relacionadas