Un cierto número de jesuitas son “hermanos”, es decir, hombres que han elegido una vida religiosa que no ejerce el ministerio sacerdotal, pero la gran mayoría de los jesuitas en formación se preparan para ser sacerdotes en la Compañía de Jesús. Todos éstos, antes de su ordenación sacerdotal, son ordenados diáconos. El tiempo que pasan como diáconos es normalmente corto, un año o año y medio en la mayoría de los casos. ¿Qué importancia o qué significado tiene, pues, esta etapa, cuando el joven jesuita centra su atención en el crucial momento que significará el punto final de gran parte de su formación, es decir, en el día de su ordenación sacerdotal?

Mientras que desde hace algunas décadas las ordenaciones sacerdotales tienen lugar en la ciudad natal del nuevo sacerdote -o al menos en su propio país-, no puede decirse lo mismo de la ordenación diaconal. Suele ser en la ciudad donde el escolar que es ordenado diácono ha estudiado teología. Año tras año, los centros teológicos de la Compañía celebran una ordenación diaconal. A medida que la composición de estas instituciones se va haciendo más internacional, la celebración de la ordenación diaconal se va convirtiendo, más y más, en una oportunidad para constatar el carácter plurinacional de la Compañía en su conjunto.

Un ejemplo lo constituye la reciente ordenación diaconal de 17 jóvenes jesuitas que estudian teología en las Facultés Loyola Paris (el nuevo nombre del Centre Sèvres), el pasado 20 de abril. Entre ellos había tres compañeros franceses (de la Provincia de Europa Occidental Francófona), seis compañeros de la India (de las Provincias de Chennai, Ranchi, Andhra, Patna y Hazaribagh), cinco compañeros de Estados Unidos (de las Provincias del Este, del Centro Sur y del Oeste), un egipcio (de la Provincia del Próximo Oriente), un camerunés (de la Provincia de África Occidental) y un haitiano (de la Provincia de Canadá).

También en abril, según la tradición el martes de Pascua, se celebró en la iglesia del Gesù, en Roma, la ordenación diaconal de estudiantes de teología de la Universidad Gregoriana. Los nuevos diáconos jesuitas son ordenados en momentos diferentes del año, según funcione el curso universitario de las diversas partes del mundo. Sin pretender dar una lista exhaustiva, este año se ordenaron nuevos diáconos el 10 de febrero en Delhi y Madrid, el 2 de marzo en Pune (India), el 9 de marzo en Varsovia y el 21 de marzo en Tokio. En Abiyán (Costa de Marfil), en el Instituto de Teología de la Compañía de Jesús, fueron ordenados diáconos 15 jesuitas. En América Latina, estas ordenaciones suelen tener lugar hacia finales de año, en Bogotá (Colombia), por ejemplo, se tuvieron el 11 de noviembre y el 2 de diciembre en Belo Horizonte (Brasil). Podemos mencionar, por último, las ordenaciones del 21 de octubre en Oakland (California, EE.UU.) y la que tendrá lugar el 24 de mayo en Toronto (Canadá).

Volvamos a la pregunta central, ¿qué significa para estos jóvenes jesuitas una ordenación “transitoria”, etapa en el camino hacia el sacerdocio? Hemos recogido varios testimonios. Hoy reproducimos la historia de Sunny Costa, de Bangladesh, ordenado diácono en Roma. Y le sigue la historia de Bùi Huy Đąt, vietnamita ordenado en Ciudad Ho Chi Minh. En un próximo artículo, se podrá leer lo que dicen un mexicano y un haitiano.

Sunny Costa, SJ

Soy de Bangladesh y he sido ordenado diácono jesuita en Roma... Para mí el diaconado supone un tiempo para llenarme de gracia de Dios, y prepararme humildemente para ser ordenado sacerdote en la Compañía, con el mismo espíritu y celo que tuvieron San Ignacio y sus primeros compañeros, para ‘siempre amarle y servirle’ sólo a Él. Es reconocer la gracia de Dios, responder y entregarse plenamente a su llamada.

Entré en el noviciado en 2009, después de haber sido candidato durante tres años. Ahora, tras haber pasado por las diferentes etapas de formación, esta etapa final antes de la ordenación sacerdotal es para mí la plataforma para decir un “SÍ” de pleno derecho a Dios, y ofrecer mi servicio humilde y fiel a Él, a su Iglesia y a su pueblo. La experiencia del diaconado, me hace sentir un cambio ontológico que me vuelve más responsable en mi llamada y mi camino como jesuita. Me produce gran alegría y conforta mi corazón acercarme al altar del Señor y participar en la Santa Eucaristía. Son experiencias que me recuerdan constantemente quién estoy llamado a ser como “compañero de Jesús”, siguiendo las huellas de nuestro querido padre Ignacio, “para mayor gloria de Dios”.

Joseph Bùi Huy Đąt, SJ

“¡Sígueme!” (Juan 21:19) Este es el versículo del Evangelio que nosotros, los nuevos diáconos vietnamitas, hemos elegido para expresar nuestros sentimientos el día de nuestra ordenación diaconal. Es la misma llamada que experimenté durante la semana de Ejercicios previa a la ordenación. Vivo esta etapa como un momento de inmensa gracia y alegría, que me permite profundizar en la vocación. Me entiendo más a mí mismo como pecador amado, perdonado y llamado por Jesús a ser compañero suyo. Con esta gracia especial, ¡me siento feliz! Estoy agradecido a la Compañía de Jesús por acoger, aceptar y alimentar mi vocación de jesuita.

Como diácono, puedo proclamar la Palabra de Dios y ofrecer oraciones a Dios en nombre de la comunidad. Participar en esta misión de Cristo me produce gran alegría. Otro aspecto es la oportunidad de pronunciar la homilía ante la comunidad litúrgica durante la Misa, experiencia que me ha tocado y ha transformado mi corazón. Es una tarea que tengo, que refuerza en mí la necesidad de centrar mi relación con Dios en la oración. He caído en la cuenta de la necesidad de ser más serio y cuidadoso al preparar la homilía. Es el modo de poder guiar eficazmente a la comunidad y ayudar a los fieles a discernir la voluntad de Dios. Como diácono transitorio, creo que esta etapa es una parte gozosa de mi camino vocacional, hombro a hombro con Jesús.