Un periodo senza precedenti: un’opportunità per esercitare una leadership discernente

All’apertura della sessione sulla leadership discernente offerta alla Curia Generalizia, il p. Arturo Sosa ha delineato il singolare contesto attuale creato dalla pandemia di COVID-19. In un discorso di benvenuto, ha sottolineato come la pandemia abbia messo in evidenza la fragilità del nostro sistema mondiale. Ci ha fatto vedere quanto fossimo ciechi di fronte a certe realtà come l’ingiustizia economica, la globalizzazione dell’indifferenza e la paralisi degli Stati di fronte alle sfide ambientali.

Tutto ciò dimostra quanto la proposta della Compagnia, questo corso di leadership discernente basato sulla spiritualità ignaziana, sia un servizio rilevante per la Chiesa. Il discernimento permette di adattarsi al cambiamento, dà spazio alla compassione, rende i leader più consapevoli di una missione che è la loro, ma che va oltre e che li obbliga a collaborare. È una chiamata a testimoniare e a sperare sulle orme di Gesù.

Il testo del Padre Generale è disponibile qui di seguito in spagnolo e in italiano.

Introducción del Padre General al curso de liderazgo
22 de septiembre de 2020. Aula Convegni, Curia Generalizia, Roma.

Queridos amigos,

Me alegro de estar aquí con ustedes hoy. Quiero agradecerles haber decidido participar en este curso. El año pasado hicimos la primera experiencia en inglés de ofrecer esta combinación de elementos para contribuir a encontrar el método propio de la Iglesia Católica de ejercer un liderazgo discernido. Nos fue bien y este años nos propusimos ofrecerlo español. A pesar de todas las dificultades aquí estamos para iniciar esta nueva experiencia.

Reciban mi agradecimiento las instituciones que lo están haciendo posible: la Pontificia Universidad Gregoriana aquí en Roma, Georgetown University y Le Moyne College en los EE.UU. y la escuela de negocios ESADE y la Universidad de Deusto en España. En especial al P. David McCallum por aceptar la misión de coordinar este programa y a su director de proyecto Pablo Bernal. A la Hna. Pat Murray de la Unión de Superioras Generales Internacionales (UISG), al Hno. Emili Turú de la Unión de Superiores Generales (USG) y al P. Michael Garanzini SJ de la Asociación de Colegios y Universidades Jesuitas en los EE.UU. por su vital apoyo a esta iniciativa. Sin su ayuda, no habría sido posible.

En esta experiencia nos aventuramos a integrar las mejores ideas sobre liderazgo del mundo de los negocios con nuestro fundamento de fe y el discernimiento que se deriva para tomar decisiones en sintonía con el Espíritu.

Contexto

Permítanme unas palabras sobre el contexto en el que nos encontramos. Estos son ciertamente tiempos extraordinarios. La pandemia de Covid-19 ha mostrado la fragilidad de nuestro sistema mundial, las fallas que han estado allí durante tanto tiempo y que no queríamos ver o a las que en realidad estábamos ciegos. Las fallas como:
- Una injusticia económica que está causando que tanta gente huya de los países pobres o en guerra para encontrar mejores condiciones de vida.
- El crecimiento de la desigualdad: los pobres son cada vez más pobres y los ricos más ricos.
- Una globalización de la indiferencia donde nuestros corazones se endurecen ante el sufrimiento.
- El debilitamiento de la democracia política amenazada tanto por el populismo y la antipolítica como por los personalismos, tiranías, dictaduras y las ideologías fundamentalistas.
- La desviación de los medios de comunicación social que ha visto reducido el papel vital de la televisión, la radio y la prensa en el seguimiento de la actividad política y se ha poblado de fake news.
- La parálisis de los Estados, Gobiernos y sociedades en tomar acciones efectivas para la recuperación del equilibrio ambiental, frenar el deterioro climático y hacer un uso razonable de los recursos limitados del planeta tierra.
- La amenaza a los pueblos originarios y sus culturas que pierden los espacios geográficos y sociales para desarrollarse.
- La fragilidad del liderazgo nacional y mundial ante las tendencias destructivas de los recursos de la tierra y las necesidades de los migrantes, minorías étnicas, pobres... incapaces de frenar la división, el conflicto y la inhumanidad de las guerras.

La pandemia del Covid-19 también ha demostrado cómo el liderazgo puede inspirar, motivar y curar. Quiero recordar la impactante imagen del Papa Francisco el 27 de marzo cuando se dirigió al mundo entero desde la plaza vacía de San Pedro. Francisco es de los pocos líderes capaz de movilizarse, de preocuparse, de mostrar compasión, de tocar los corazones y las mentes de la gente, de suplicar un cambio. En la audiencia general del 26 de agosto hizo la siguiente reflexión: Recordemos que después de una crisis una persona no es la misma. Salimos mejor o salimos peor. Esta es nuestra opción. Después de la crisis, ¿continuaremos con este sistema económico de injusticia social y de desprecio del medio ambiente, de la creación, de la Casa Común? Pensemos en esto.

Francisco nos está llamando a contribuir al cambio necesario desde cualquier posición en la que nos encontremos. Este curso se propone motivar en esa dirección y ofrecer herramientas para hacerlo desde el horizonte propuesto por el Santo Padre.

Características clave del liderazgo

El liderazgo ha debido adaptarse a nuevas circunstancias debido a los profundos cambios del cambio de época y las crisis que se han sucedido en lo que va del siglo XXI. Por eso se ha multiplicado los cursos de liderazgo, especialmente en el mundo de los negocios, que buscan ofrecer un nuevo modo de ejercerlo, un nuevo vocabulario adaptado a las circunstancias. Este no es uno de esos cursos, sobre todo porque se ubica en un contexto de fe que nos lleva a partir de la humildad, ser auténticos y aprender un estilo de liderazgo que, siguiendo al modelo que encontramos en Jesús de Nazaret, nos lleve a convertirnos en servidores.

Se propone un estilo de liderazgo compasivo capaz discernir el deseo de la Trinidad para este mundo en busca de justicia y reconciliación. Un liderazgo capaz de enfrentar opciones complejas con ecuanimidad y atento al grito de los pobres y los abandonados. Líderes conscientes de tener una misión más grande que ellos, que no pueden cumplir solos y se disponen a colaborar con otros para realizarla en el mejor modo posible.

Esa es la clase de líderes en la que todos queremos convertirnos. Sabemos que este viaje hacia una mayor humildad y autenticidad en el servicio no termina nunca. Jamás llegamos a la meta pues siempre estamos descubriendo nuevos horizontes a través del encuentro con otros en medio de una realidad cambiante.

La misión de la Iglesia ofrece un lugar al mismo tiempo desafiante y alentador. A diferencia del mundo de las ganancias y las pérdidas, el "balance final" para nosotros nunca es limpio, ordenado ni definitivo. El progreso de la misión en la que colaboramos no es fácil de cuantificar pues busca la conversión del corazón humano a la solidaridad, al amor, a la compasión, al bien común. Son procesos que podemos considerar intangibles e imposibles de medir. Sin embargo, podemos sentir su presencia en nuestro mundo... y, sobre todo sentimos su ausencia.

Tenemos algunos puntos de referencia y algunas herramientas valiosas que se han desarrollado a lo largo de los dos milenios de historia de la Iglesia:
- Su rica tradición de oración y contemplación
- La espiritualidad que lleva al discernimiento
- La enseñanza social católica

Hemos heredado una rica tradición que estamos llamados a aprovechar para re-crear el estilo de liderazgo que puede llevarnos a prestar un mejor servicio al mundo de hoy desde la misión de la Iglesia.

Conversión a la pasión

A finales de mayo de 2021, se cumplirán quinientos años de la herida sufrida por Ignacio de Loyola en la batalla de Pamplona, inicio de su particular proceso de conversión. Obligado a prolongado tiempo de recuperación de la herida sufrida se abrió para Ignacio un período de introspección y de oración que lo llevó a tomar conciencia de cómo Dios estaba trabajando en él. Lo llevó a tomar a Dios en serio. Lo llevó a darse cuenta de que Dios quería comunicarse con él en cada momento de cada día. De ahí nació la singular capacidad de Ignacio de Loyola para discernir los espíritus que actúan, tanto dentro de él como en el mundo en el que vivía. Allí nació también el deseo de colaborar con el “buen espíritu” para que el Reino de Dios, el reino del amor, la justicia, la paz y la misericordia pudiera avanzar. El estilo de liderazgo que buscamos compartir en este curso busca responder a la llamada a desarrollar el sentido del discernimiento y así poder seguir a Jesús y mejorando nuestro servicio a la Iglesia, poder contribuir a expandir el reino en el mundo de hoy como ministros de la reconciliación y de la esperanza.

La pasión que movió a Ignacio durante toda su vida pasó de centrarse en el “honor mundano” entregarse de lleno a perseguir la mayor gloria de Dios. La pasión es necesaria en esta época en la que el cinismo ha ganado tanto terreno. Necesitamos líderes apasionados capaces de mostrar a Dios en la realidad y su acción permanente en la historia.

Somos hombres y mujeres invitados a encarnar ese estilo de liderazgo que nace de estar apasionadamente enamorados de Jesús, capaces de dar testimonio de ello en cualquier circunstancia en la que la vida nos coloque. Los tiempos dedicados a la oración y la celebración de la Eucaristía en el programa de este curso no son para llenar el tiempo son tiempos fundamentales para cultivar el amor que nos une al Señor y entrar en comunión con él y el mundo por que dio la vida para redimirlo.

Sinodalidad

En este grupo están bien representadas la variedad de vocaciones que forman la Iglesia: la vocación laica, la vocación religiosa, la vocación del clero diocesano y la de los obispos. Hoy, más claramente que nunca, siguiendo la inspiración del Concilio Vaticano II a toda la Iglesia, el Papa Francisco nos llama a hacer realidad la riqueza de la sinodalidad que nace de compartir nuestros talentos, nuestros sueños, nuestras esperanzas e incluso nuestros miedos y nuestras diferencias.

El Pueblo de Dios en marcha de forma sinodal crea ocasiones de ese diálogo sincero que pone al centro la misión y la búsqueda de las formas mejores, más eficaces de colaborar en ella, evitando cualquier tipo de competencia o celos. El avance del Reino es lo que debe preocuparnos y ocuparnos, no el progreso de nuestras diócesis, congregaciones religiosas o movimientos laicales particulares, olvidándonos también de la propia carrera. Jesús, en el Evangelio, denuncia toda clase de ambiciones y nos llama a sólo desear servir y amar en todas las cosas, lavar los pies de los heridos, levantarnos y curar a los que luchan y necesitan consuelo.

Este programa de liderazgo quiere ser una pequeña planta, una pequeña iniciativa de sinodalidad, que necesitará ser cuidada. Si lo hacemos puede tener un impacto importante no sólo en la Iglesia sino en nuestras sociedades. El futuro siempre es incierto. Pero caminamos hacia él llenos de esperanza. La carta a los hebreos (6,18) habla de tender la mano para "apoderarse de la esperanza puesta delante de nosotros" afirmando que esta esperanza es "un ancla para el alma, firme y segura".

Cuenten con mi oración para que durante estos días puedan echar mano juntos a esta ancla y ser confirmados en la fe, la esperanza y el amor.

Una vez más, gracias por estar aquí. Espero recibir comentarios y sugerencias sobre cómo podemos ir más allá. Mientras tanto, nos mantenemos mutuamente en nuestras oraciones.

Arturo Sosa SJ

Introduzione del P. Generale al Corso di Leadership
22 settembre 2020. Aula Convegni, Curia Generalizia, Roma.

Cari amici,

mi rallegro molto di poter stare qui con voi oggi. Desidero ringraziarvi per aver deciso di partecipare a questo corso. L’anno scorso abbiamo fatto la prima esperienza in lingua inglese nella quale abbiamo cercato di offrire questo insieme di elementi nella prospettiva di contribuire a trovare il metodo specifico della Chiesa Cattolica di esercitare una leadership di discernimento. L’esperienza è stata molto positiva e quest’anno ci siamo proposti di offrirla in spagnolo. Nonostante tutte le difficoltà siamo dunque qui per dare inizio a questa nuova esperienza.

Ricevano il mio ringraziamento le istituzioni che la stanno rendendo possibile: la Pontificia Università Gregoriana qui a Roma, la Georgetown University e Le Moyne College negli Stati Uniti e la Business School ESADE e l’Università di Deusto in Spagna. Ringrazio in particolare il P. David McCallum per aver accettato la missione di coordinare questo programma e il direttore di progetto Pablo Bernal. La sorella Pat Murray dell’Unione Internazionale delle Superiore Generali (UISG), il F. Emili Turù dell’Unione dei Superiori Generali (USG) e il P. Michael Garanzini SJ dell’Associazione dei Collegi e delle Università gesuitiche negli Stati Uniti per il loro vitale appoggio a questa iniziativa. Senza il loro aiuto non sarebbe stata possibile.

In questa esperienza ci avventuriamo a integrare le idee migliori sulla leadership nel mondo degli affari con il nostro fondamento di fede e il discernimento che ne deriva per prendere decisioni in sintonia con lo Spirito.

Contesto

Permettetemi qualche parola sul contesto nel quale ci troviamo. Questi sono certamente tempi eccezionali. La pandemia di COVID-19 ha mostrato la fragilità del nostro sistema mondiale, le falle che sono state lì per tanto tempo e che non volevamo vedere o quelle verso le quali eravamo veramente ciechi. Falle come:
- Un’ingiustizia economica che sta facendo sì che tanta gente fugga dai paesi poveri o in guerra per trovare migliori condizioni di vita.
- L’aumento della disuguaglianza: i poveri sono sempre più poveri e i ricchi sempre più ricchi.
- Una globalizzazione dell’indifferenza per cui i nostri cuori si induriscono davanti alla sofferenza.
- L’indebolimento della democrazia politica minacciata tanto dal populismo e dell’antipolitica, come dai personalismi, le tirannie, le dittature e le ideologie fondamentaliste.
- La deviazione dei mezzi di comunicazione sociale che ha visto ridursi lo scopo vitale della televisione della radio e della stampa nel seguire l’attività politica e si sono riempiti di fake news.
- La paralisi degli Stati, dei governi e delle società nell’intraprendere azioni efficaci per il recupero dell’equilibrio ambientale, frenare il deterioramento climatico e fare un uso razionale delle risorse limitate del pianeta terra.
- La minaccia ai popoli indigeni e alle loro culture che perdono gli spazi geografici e sociali per svilupparsi.
- La fragilità delle leadership nazionali e mondiali di fronte alle tendenze distruttive delle risorse della terra e alle necessità dei migranti, delle minoranze etniche, dei poveri... incapaci di frenare le divisioni, il conflitto e la disumanità delle guerre.

La pandemia del Covid-19 ha pure dimostrato come la leadership può ispirare, motivare e curare. Voglio ricordare l’immagine fortissima del Papa Francesco il 27 marzo, quando si è rivolto al mondo intero dalla piazza vuota di S. Pietro. Francesco è uno dei pochissimi leaders capaci di reagire, di preoccuparsi, di mostrare compassione, di toccare i cuori e le menti della gente, di invocare un cambiamento. Nell’udienza generale del 26 agosto ha fatto la seguente riflessione: Ricordiamo che dopo una crisi una persona non è più la stessa. Ne usciamo migliori o ne usciamo peggiori. Tocca a noi decidere. Dopo la crisi, continueremo con questo sistema economico di ingiustizia sociale e di disprezzo dell’ambiente, della creazione, della Casa Comune? Pensiamoci.

Francesco ci sta chiamando a contribuire al cambiamento necessario a partire da qualunque posizione noi occupiamo. Questo corso si propone di motivarci in questa direzione e di offrire strumenti per farlo a partire dall’orizzonte proposto dal Santo Padre.

Caratteristiche chiave della leadership

La leadership ha dovuto adattarsi alle nuove circostanze in seguito ai profondi cambiamenti del mutamento di epoca e delle crisi che si sono succedute in questa parte del secolo XXI. Perciò si sono moltiplicati i corsi di leadership, specialmente nel mondo degli affari, che cercano un nuovo modo di esercitarla, un nuovo vocabolario adatto alle circostanze. Questo non è un corso di questo tipo, soprattutto perché si colloca in un contesto di fede che ci porta a partire dall’umiltà, ad essere autentici e ad imparare lo stile di leadership che, seguendo il modello che troviamo in Gesù di Nazareth, ci conduce a convertirci in servitori.

Viene proposto uno stile di leadership compassionevole, capace di discernere il desiderio della Trinità per questo mondo in cerca di giustizia e di riconciliazione. Una leadership capace di affrontare opzioni complesse con equanimità e attenti al grido dei poveri e degli abbandonati. Leader coscienti di avere una missione più grande di loro, che non possono compiere da soli e che si dispongono a collaborare con altri per realizzarla nel miglior modo possibile.

Questa è la classe di leader nella quale vogliamo convertirci. Sappiamo che questo viaggio verso una maggior umiltà e autenticità nel servizio non finisce mai. Mai arriviamo alla meta in quanto sempre stiamo scoprendo nuovi orizzonti attraverso l’incontro con altri all’interno di una realtà in mutamento.

La missione della Chiesa offre un luogo contemporaneamente sfidante e incoraggiante. A differenza del mondo dei guadagni e delle perdite, ‘il bilancio finale’ per noi non è mai chiaro, ordinato e definitivo. Il progresso della missione in cui collaboriamo non è facile da quantificare in quanto cerca la conversione del cuore umano alla solidarietà, all’amore, alla compassione, al bene comune. Sono processi che possiamo considerare inafferrabili e impossibili da misurare. Tuttavia, possiamo sentire la loro presenza in questo nostro mondo... e, soprattutto, la loro assenza.

Abbiamo alcuni punti di riferimento e alcuni strumenti validi che si sono sviluppati nel corso di duemila anni di storia della Chiesa:
- La sua ricca tradizione di preghiera e di contemplazione
- La spiritualità che porta al discernimento
- La dottrina sociale cattolica

Abbiamo ereditato una ricca tradizione che siamo chiamati a sfruttare per ri-creare lo stile di leadership che può portarci ad offrire un servizio migliore al mondo di oggi secondo la missione della Chiesa.

Conversione alla passione

Alla fine di maggio del 2021 si compiranno 500 anni dalla ferita subita da Ignazio di Loyola nella battaglia di Pamplona, inizio del suo particolare processo di conversione. Obbligato ad un tempo prolungato di convalescenza, si aprì per Ignazio un periodo di introspezione e di preghiera che lo portò a prendere coscienza di come Dio stava lavorando con lui. Lo portò a prendere Dio sul serio. Lo portò a rendersi conto che Dio voleva comunicarsi con lui in ogni momento di ogni giorno. Da lì nacque la singolare capacità di Ignazio di Loyola di discernere gli spiriti che operano tanto dentro di lui come nel mondo in cui viveva. Lì nacque anche il desiderio di collaborare con lo ‘spirito buono’ perché il Regno di Dio, il regno dell’amore, della giustizia, della pace e della misericordia potesse crescere. Lo stile di leadership che desideriamo condividere in questo corso cerca di rispondere alla chiamata a sviluppare il senso del discernimento e così a poter seguire Gesù e migliorare il nostro servizio della Chiesa, a poter contribuire ad espandere il regno nel mondo di oggi come ministri della riconciliazione e della speranza.

La passione che mosse Ignazio durante tutta la sua vita lo portò a passare dal centrarsi sull’ ‘onore mondano’ all’ impegnarsi completamente nel perseguire la maggior gloria di Dio. La passione è necessaria in quest’epoca nella quale il cinismo ha guadagnato tanto terreno. Abbiamo bisogno di leader appassionati, capaci di mostrare Dio nella realtà e la sua azione permanente nella storia.

Siamo uomini e donne invitati a incarnare questo stile di leadership che nasce dall’essere appassionatamente innamorati di Gesù, capaci di dare testimonianza di lui in qualunque circostanza nella quale la vita ci colloca. I tempi dedicati alla preghiera e alla celebrazione dell’eucaristia nel programma di questo corso non sono per riempire il tempo, ma sono tempi fondamentali per coltivare l’amore che ci unisce al Signore e entrare in comunione con Lui e con il mondo per la redenzione del quale Egli ha dato la vita.

Sinodalità

In questo gruppo sono ben rappresentate le diverse vocazioni che formano la Chiesa: la vocazione laica, la vocazione religiosa, la vocazione del clero diocesano e quella dei Vescovi. Oggi più chiaramente che mai, seguendo l’ispirazione del Concilio Vaticano II per tutta la Chiesa, il Papa Francesco ci chiama a rendere effettiva la ricchezza della sinodalità che nasce dal condividere i nostri talenti, i nostri sogni, le nostre speranze e anche le nostre paure e le nostre differenze.

Il Popolo di Dio in cammino in forma sinodale crea occasioni per questo dialogo sincero che pone al centro la missione e la ricerca delle forme migliori, più efficaci di collaborare con essa, evitando qualunque tipo di competizione o gelosia. Il progresso del Regno è ciò che ci deve preoccupare e occupare, non il progresso delle nostre diocesi, congregazioni religiose o movimenti laicali particolari, dimenticandoci anche della nostra carriera. Gesù nel Vangelo denuncia ogni tipo di ambizione e ci chiama a desiderare soltanto di servire e amare in tutte le cose, di lavare i piedi dei feriti, di alzarci e curare coloro che lottano e hanno bisogno di conforto.

Questo programma di leadership vuole essere una piccola pianta, una piccola iniziativa di sinodalità, che avrà bisogno di essere curata. Se lo facciamo può avere un impatto importante non solo nella Chiesa ma anche nelle nostre società. Il futuro è sempre incerto. Però camminiamo verso di esso pieni di speranza. La Lettera agli Ebrei (6, 18) parla di tendere la mano per “afferrarci saldamente alla speranza che ci è proposta”, affermando che questa speranza è “un’ancora sicura e salda per la nostra vita”.

Siate certi della mia preghiera perché durante questi giorni possiate gettare a mani unite questa ancora ed essere confermati nella fede, nella speranza e nell’amore.

Una volta di più, grazie per essere qui. Mi aspetto di ricevere commenti e suggerimenti su come potremo andare più avanti. Nel frattempo manteniamoci uniti nelle nostre preghiere.

Arturo Sosa SJ

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Pubblicato da Communications Office - Editor in Curia Generalizia
Communications Office
L’Ufficio Comunicazione della Curia Generalizia pubblica notizie di interesse internazionale sul governo centrale della Compagnia di Gesù e sugli impegni dei gesuiti e dei loro partner. È anche responsabile delle relazioni con i media.

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