Cuando el P. José Ellacuría abrió el Centro Rerum Novarum en Taipei en 1971, era en respuesta a una situación de flagrante injusticia sufrida por los trabajadores taiwaneses explotados por patronos codiciosos que les hacían trabajar largas horas en condiciones inhumanas y con un sueldo ridículo. Estas personas a menudo llegaban a la ciudad desde el campo para ganarse la vida; y no disponían ni de educación ni de estrategias asociativas que les hubieran empoderado para hacer valer sus derechos.

Al paso de los años, los servicios de Rerum Novarum se ampliaron en respuesta a las nuevas necesidades de una sociedad económica en rápida expansión que se inclinaba ante la deidad del dinero y en la que los derechos humanos eran rápidamente olvidados. Esta expansión de los servicios comenzó una vez más en el mundo de los jornaleros y otros trabajadores de bajos salarios. La creación de una oficina de salud y seguridad ocupacional ha proporcionado, y sigue proporcionando, asesoramiento jurídico en casos de accidentes en el lugar de trabajo y consultas gratuitas y servicios ambulatorios en casos de lesiones. Desde 1989, la prevención ha sido el alma de la misión del centro, el cual, junto con las autoridades gubernamentales, sigue promoviendo la mejora de leyes y reglamentos de seguridad para los lugares de trabajo.

Los servicios a los trabajadores se ampliaron aún más y, a partir de 1990, quedó claro que, si bien la situación de los trabajadores taiwaneses había mejorado significativamente en 20 años, lo escandaloso era la situación de los trabajadores inmigrantes. Gente pobre, principalmente de Filipinas, Indonesia y Vietnam, son contratados por agencias sin escrúpulos y a veces tienen que trabajar en contextos similares a la esclavitud: se les quitan sus pasaportes, tienen que vivir en dormitorios atestados, y se les retienen sus salarios. El trabajo de los servicios sociales jesuitas trata entonces de llegar a estos explotados del capitalismo desenfrenado para concientizarles respecto a sus derechos. Una vez más, junto con los servicios del gobierno,Rerum Novarum interviene en la resolución de conflictos. El centro cuenta incluso con un refugio para mujeres inmigrantes que son particularmente vulnerables en el caso de pérdida de empleo.

Como en tantos otros países, la situación de los pueblos indígenas de Taiwán no siempre es de color de rosa. El aislamiento y las deficiencias del sistema educativo en sus regiones los convierten en presas fáciles cuando llegan a la ciudad. En 1997, el Centro Rerum Novarum puso manos a la obra. Abrió un servicio de empleo para los indígenas en la metrópoli de Taipei. Esta oficina ayuda a los indígenas a conseguir empleo en buenas condiciones en proyectos de construcción pública.

La iniciativa más reciente (2017)-y la que ha sido objeto de mayor intercambio durante la visita del Padre General a Rerum Novarum- presta atención a los pescadores extranjeros que, a su vez, son fácilmente explotados por los intermediarios y/o los patronos que se desentienden de los derechos de los trabajadores. Los servicios incluyen intervenciones legales, pero también la muy necesaria atención y la solicitud humanas para personas que viven a miles de kilómetros de sus familias. Se ofrecen cursos de mandarín y otras actividades culturales.

La historia de los servicios del CentroRerum Novarum de Taipei demuestra la capacidad de responder a distintas necesidades casi década por década. Es el cercano acompañamiento en la atención a los desatendidos y eso en una sociedad en progresión que tiende fácilmente a dejar atrás a aquellos que están aislados o sin apoyo. El centroRerum Novarum deja ver el evangelio en acción. Ésta fue la misión que el Padre Ellacuría se había dado a sí mismo en el momento de la fundación; ésta es la misión que la actual directora, la Sra. Zhong Jia-Lin, continúa. Y esto fue lo que animó a la Hermana Stephana Wei, conocida como Wei Wei, quien, en 1995, fue la sucesora del P. José, durante 22 años. Pronto ofreceremos en este sitio el testimonio en video de la Hna. Wei Wei, un testimonio caracterizado por el espíritu de discernimiento ignaciano y el deseo de cercanía a los pobres que marcaron la vida de esta monja Misionera Mercedaria, una congregación española en servicio en Taiwán.