Construir con bambú, construyendo comunidad

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El centro educativo Apu Palamguwan (llamado así por un anciano que tenía “el sueño de una generación que sepa leer y escribir”), en Bendum, distrito de Bukidnon, Mindanao, lleva ya unos 35 años desarrollando servicios educativos específicamente para los indígenas de la zona. Llega principalmente a los niños y jóvenes con sus escuelas primarias y secundarias, pero también ofrece clases y talleres a padres y jóvenes adultos que han abandonado la escolaridad pero buscan mejorar su futuro.

En los dos últimos años de la escuela secundaria, los jóvenes pueden elegir un camino de formación profesional en los ámbitos de la construcción, la agricultura ecológica o la gestión forestal. Los coordinadores de estos programas son originarios de la comunidad y se comprometen no sólo a impartir conocimientos teóricos y prácticos, sino también a estimular a los jóvenes a que se hagan útiles y provechosos en su comunidad. Un hecho es que la mayoría de los jóvenes provienen de los pueblos de la región y no pueden desplazarse todos los días entre sus casas y la escuela. Así que viven en el campus en dalepaan (casas culturales) que son mucho más que dormitorios: son espacios comunitarios para aprender la responsabilidad y preparar el futuro. Así es el contexto de la educación integral que ofrece el centro.

Hablemos del sector de la construcción. Se basa ante todo en la producción y el uso del bambú. Éste es un material local que puede ser muy útil para la construcción de edificios resistentes a tifones y otras calamidades meteorológicas. Jason Menaling, el coordinador, explica que se cultivan cuatro tipos de bambú, cada uno con sus propios usos. El proyecto también incluye un vivero de bambúes para asegurar la calidad y cantidad de árboles necesarios para los proyectos del centro de educación. Un árbol tarda unos diez años en madurar y así poder ser utilizado como material de construcción.

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El método de construcción que se enseña y practica utiliza el bambú como pilar, con una varilla de acero insertada en el corazón de los pilares. Los pilares están conectados entre sí por tablones de madera. En el corazón de los “cuadros” así creados, se coloca la malla gallinera en la que se vierte cemento, incluyendo una estructura metálica en forma de “X”. El resultado: muros sólidos que son “flexibles” en caso de tormenta y que no se derrumban como los de bloques de hormigón. El techo, cuyas vigas también son de bambú, resiste bien gracias al mismo tipo de flexibilidad.

Este fue el método que ESSC (Environmental Science for Social Change - una organización bajo los auspicios de la Provincia jesuita de las Filipinas) utilizó bajo la dirección del diseñador y director de proyecto Allan Berongoy en la construcción de 37 casas que fueron las únicas que soportaron los elementos en la aldea de Cagaut en la región del Samar Oriental. Por supuesto, este tipo de construcción es el que se está utilizando para los edificios del centro Apu Palamguwan, que quiere abrirse a cada vez más jóvenes y adultos de la región.

Todo ello, obviamente, permite a los jóvenes adquirir un oficio que les faculte el ganarse la vida -hay una gran demanda para la construcción en las Filipinas- pero también el fomentar su sentido de comunidad y su deseo de contribuir al porvenir de sus comunidades.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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