Jorge Serrano: 10 años de servicio en el equipo del Economato General
"Durante los últimos diez años, el P. Jorge Serrano ha servido a la Compañía de Jesús en el desarrollo de oficinas y estrategias para aumentar la actividad filantrópica de las Provincias y Regiones. Gracias a su duro trabajo, hay un mayor conocimiento y competencia para invitar a nuestros amigos y colaboradores a compartir y apoyar nuestra misión. Además, ahora contamos con una amplia biblioteca y una serie de recursos para ayudar a los que buscan desarrollar y hacer crecer esos esfuerzos. Jorge terminará su servicio en esta misión a finales de junio de 2020 y volverá a su Provincia, Colombia. La Oficina del Ecónomo General continuará construyendo sobre lo que Jorge ha desarrollado constituyéndose en el enlace y principal apoyo para las Conferencias y las oficinas de las Provincias/Regiones en su tarea de promover la filantropía local como un apostolado con nuestros colaboradores en el servicio de la Iglesia y el mundo".
Con estas palabras el P. Thomas McClain, Ecónomo General, anunciaba la salida de Jorge Serrano de la comunidad jesuita de la Curia General en un par de meses. Era un tributo a los esfuerzos y al entusiasmo que el P. Serrano ha dedicado a esta difícil tarea de ayudar a los jesuitas, en todo el mundo, a mejorar sus relaciones con aquellos que creen en la misión de la Compañía y que tienen los medios para apoyarla. Nos hemos reunido con el Asistente del Ecónomo para Recursos de Desarrollo y le hemos preguntado sobre su compromiso de servicio a la Compañía de Jesús universal durante esta última década.
Jorge Serrano, ¿en los últimos diez años, el trabajo del asistente para el desarrollo de recursos ha introducido cambios en los hábitos y modos de proceder de la Compañía respecto a nuestros bienhechores?
Creo que el mayor logro ha sido recuperar la visión ignaciana en nuestra relación con los bienhechores y bienhechoras de la misión en dos dimensiones. La primera es que ellos y ellas no donan a los jesuitas, sino a la misión de Cristo que lleva la Compañía de Jesús. La segunda dimensión ha sido volver a ser agradecidos con todos los que aportan recursos para esa misión, sea en tiempo, en dinero o en bienes materiales.
¿De qué manera ha considerado en su trabajo las situaciones socioeconómicas tan diferentes de una Provincia a otra para ayudar a cada una de ellas a fortalecer sus actividades de desarrollo y filantrópicas?
Pienso que no hay países pobres o ricos. Hay países con concentración altísima de la riqueza en pocas manos. Mi discurso fue el mismo. Primero, el 90% de los donantes donan porque alguna persona les hizo la petición. En segundo lugar, esa invitación debe estar acompañada de un proyecto que impacte la vida de la gente. San Ignacio sabía mendigar en las calles, en los palacios cardenalicios y con los mercaderes Flamencos, para las prostitutas o para los escolares del Colegio Romano y su carta de presentación eran los efectos que producía en la vida de las personas.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos con los que se ha encontrado?
Lo reduzco a uno solo. Los jesuitas de los últimos 50 años, yo entre ellos, hemos sido formados como “hijos del rey”, que no sabemos de dónde vienen los recursos de que disponemos. Nos sentimos ricos sin importar la Provincia en la que servimos. En esa medida no tenemos interés de buscar bienhechores. Recuperar nuestra capacidad de contar con hombres y mujeres comprometidos con la misión de la Compañía como bienhechores, pasa por una revisión de los planes de formación que incorporen la dimensión de la pobreza de los profesos y la de ser mendicantes.
¿Qué espera Ud. de las personas que acompañó a lo largo de estos diez años? ¿Qué espera que recuerden?
Aquí de nuevo, sólo una cosa. Que cuando su superior les dé una misión distinta a la de ser director de la oficina de desarrollo, esos jesuitas continúen invitando a sus amigos, sus parroquianos, la gente que hace Ejercicios Espirituales con ellos, sus exalumnos y a sus familiares, a seguir participando como bienhechores de la misión que llevamos. No solamente para su apostolado, sino que estén dispuestos a contribuir en la misión que se lleva en su Provincia y el resto de la Compañía.