Clarinete, fonética, botánica, cuevas: a la Curia durante la pandemia
El Superior Benoit Malvaux señaló en uno de sus correos electrónicos a los miembros de la comunidad de la Curia que el período de confinamiento, a pesar de sus inconvenientes, está siendo muy favorable a la vida comunitaria. De hecho, mientras que en “tiempos normales” muchos de los jesuitas de la Curia viajan como parte de su misión, 45 de los 50 miembros de la comunidad han vivido casi dos meses sin salir del edificio. Los otros cinco quedaron “atrapados” en el país donde se encontraban en el momento del cierre de las fronteras y no pudieron regresar a Roma.
Este intenso tiempo comunitario ha permitido a muchos compartir sus dones, sus conocimientos, sus aficiones y ofrecer actividades que se llamarían «extracurriculares»… ¡como si estuviéramos en la escuela! Obviamente, estos espacios que se han desarrollado en las tardes o en los fines de semana, se ofrecieron de manera voluntaria a un número limitado de participantes a la vez para respetar las normas de distanciamiento social.
La música ha tenido lugar con Theo Overberg, el ecónomo de la DIR (las Casas Interprovinciales de Roma) quien ofreció un concierto de clarinete y con David Holdcroft del JRS quien nos regaló un recital de piano. Otros, en cambio, se encargaron de la música litúrgica durante las celebraciones interpretada por Vernon D’Cunha (Asistente del Padre General para Asia meridional), Cipriano Díaz (Asistente para Europa meridional), y Pierre Bélanger (periodista del equipo de comunicaciones). Por su parte, el Secretario de la Compañía, Antoine Kerhuel, recurrió a su colección de películas de varios países para ofrecer largometrajes el domingo por la tarde. Además de la tradición de las películas de los viernes por la noche, durante estas semanas Raúl González (Director Administrativo de los Archivos Históricos y de la Biblioteca Peter-Hans Kolvenbach) ha dado conocer las mejores obras de los grandes directores italianos. ¡Y no olvidemos las aptitudes culinarias de Tomasz Kot!
Una propuesta original ha sido la del “curso de fonética inglesa”, de Peter Raj, quien ha cumplido su misión como Secretario de la Asistencia del Asia meridional y está esperando que los vuelos retornen para la India. Las actividades más demandadas fueron sin duda las que tuvieron lugar en el jardín. Johan Verschueren, delegado del Padre General para las casas romanas, animó muchas visitas que nos permitieron descubrir la gran diversidad de plantas y árboles de nuestro jardín.
Wenceslao Soto, historiador al servicio del Archivo Histórico, compartió a la comunidad sus descubrimientos sobre la historia de las cuevas y pasajes subterráneos de este mismo jardín, lo que resultó sorprendente y hasta incluso intrigante. Wenceslao hizo una presentación visual de la investigación arqueológica del “Monte Santo Spirito”, el territorio en el que se encuentra nuestro jardín, el cual se encuentra a 100 metros de la columnata de Bernini y a 500 metros de la supuesta ubicación de la tumba de San Pedro. En efecto, esta ubicación permite pensar que en la historia estos terrenos habrán tenido muchos usos. Los arqueólogos tienen buenas razones para creer que las cuevas de esta colina fueron utilizadas por los emperadores romanos y sus familias en la época de Agripina, luego Calígula, luego Nerón. Se pensaba que podían ser cuevas de enterramiento, pero los frescos que aún se pueden ver hoy en día en algunas de las paredes sugieren que se utilizaban en la vida diaria de personas de alto rango.