Jesuitas para el bien común europeo
Desde sus comienzos, la Compañía de Jesús es un proyecto europeo. A día de hoy, ocho jesuitas de seis países europeos trabajan en Bruselas comprometidos en la construcción de Europa. En un momento en que Europa atraviesa una profunda crisis, el reto es considerable.
En París, en 1534, Ignacio de Loyola reunió conscientemente, en su grupo
de amigos, a miembros de diferentes países europeos. Ese grupo fue la célula
madre de la orden de los jesuitas, europea en sus orígenes, pero pronto
universal en su dinámica misionera. Por ello, no es sorprendente que haya
habido jesuitas acompañando desde sus comienzos el proyecto de unificación
europea. Uno de los pioneros fue el padre Jean du Rivau, quien fundó en 1949 en
Estrasburgo el Secrétariat catholique pour les problèmes européens
(Secretariado católico para los problemas europeos). En 1956 se creó el Office
catholique d’information sur les problèmes européens (OCIPE - Oficina
católica de información sobre los problemas europeos). Con el traslado de las
instituciones europeas a Bruselas, se abrió una oficina en esa ciudad en 1963.
Desde 2012, la oficina jesuita europea se llama JESC (acrónimo inglés de
«Centro social europeo jesuita»), formado actualmente por un equipo de tres
jesuitas y cinco laicos.
El JESC quiere ofrecer una visión y transmitir valores para Europa. La unificación europea, tras las dos mortíferas guerras de la primera mitad del siglo XX, era un proyecto de perdón, de reconciliación y de paz. Los padres fundadores, en su mayoría católicos, se inspiraron en los principios de la doctrina social de la Iglesia: la dignidad humana, el bien común, la solidaridad, la subsidiariedad. Al recibir a las delegaciones que firmaron la Declaración Schuman en 1950, Jean Monnet resumía así esta visión: «Estamos aquí para realizar una obra común, no para negociar beneficios sino para buscar nuestro beneficio en el beneficio común». Esta es la regla de oro del proyecto europeo.
En conformidad con el compromiso de los jesuitas por la fe y la justicia
y la opción preferencial por los pobres, el JESC quiere ser «la voz de los sin
voz» en Europa. Según las estadísticas oficiales, más de cien millones de
hombres, mujeres y niños de los países de la Unión Europea viven en situación
de pobreza. Para reflexionar y actuar a propósito de esta dolorosa cuestión, el
JESC trabaja en estrecha relación con el grupo interparlamentario sobre pobreza
extrema y derechos humanos que existe en el Parlamento Europeo. Inspirándose en
la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, el JESC otorga ahora mayor
importancia al vínculo entre ecología y justicia y publica actualmente Eco-bites
(boletín mensual online).
Otra dimensión importante del JESC consiste en reunir y acompañar a grupos que reflexionan sobre una refundación de Europa. Uno de ellos se llama Passion pour l’Europe (Pasión por Europa). Sus miembros han redactado, apoyándose en el discurso del Papa Francisco con ocasión de la entrega del Premio Carlomagno en 2016, un texto programático titulado Redécouvrir le bien commun européen(Redescubrir el bien común europeo). Sobre la base de este texto se organizó en la Chapelle pour l’Europe (Capilla para Europa), en noviembre de 2018, un importante debate con Herman Van Rompuy (presidente emérito del Consejo Europeo), el arzobispo Jean-Claude Hollerich, el pastor Christian Krieger y Marie de Saint-Chéron como representantes de las Iglesias cristianas a nivel europeo.
Ahora que Europa atraviesa una profunda crisis, que es a la vez
política, económica y de identidad, los desafíos que tiene que afrontar exigen
más que nunca un enfoque común y una aguda conciencia del bien común, que
parece haber perdido. Estos desafíos fueron el tema principal de una sesión
organizada en 2018 en el centro de espiritualidad La Pairelle, cerca de Namur,
por el JESC y el grupo Passion pour l’Europe. Como introducción, se
recordaron las raíces cristianas de ese bien común europeo, para inspirar la
búsqueda común que caracterizó ese fin de semana tan especial, clausurado con
una celebración eucarística en varios idiomas y un padrenuestro rezado en las
lenguas de todos los participantes, como un gran signo de unidad.
Un nuevo programa del JESC
se orienta a la formación de futuros líderes europeos. En él se combinan
elementos de formación política con una vida comunitaria, una formación
espiritual y un compromiso social con los más desfavorecidos. Idealmente, este
programa ayudará a una reforma de la vida espiritual, social y política en
Europa, orientándola hacia la búsqueda del bien común. El Papa Francisco, en
uno de sus discursos sobre Europa, citaba un pasaje de la Carta a Diogneto,
que data de los comienzos del cristianismo: «Los cristianos son en el mundo lo
que el alma es en el cuerpo». Esto recuerda a la expresión atribuida a Jacques
Delors: «Dar un alma a Europa». El trabajo de los jesuitas en Bruselas se apoya
en la esperanza de que los cristianos de hoy puedan estar a la altura de esa
tarea.
[Artículo de la publicación "Jesuitas - La Compañía de Jesús en el mundo - 2020", por Martin Maier SJ]