Detenerse, mirar, tocar, hablar
El «Proyecto Encuentro» - El Paso, Texas
Desde el porche delantero de Encuentro House (Casa Encuentro) en
El Paso, Texas, se divisa Ciudad Juárez y se entrevé la delgada corriente del
Río Grande, que apenas alcanza a separar estas dos ciudades y los países de
Estados Unidos y México. Una gran escultura roja en forma de X es visible a lo lejos,
pero desde la atalaya de Encuentro House es imposible distinguir si se
encuentra en México o en Estados Unidos (de hecho, está en México). En las
calles que rodean la casa se oye hablar más a menudo en español que en inglés.
Desde el instante en que se entra en Encuentro House, se tiene la
sensación de estar en dos mundos, dos culturas, dos realidades que se dan al
mismo tiempo y en el mismo lugar.
Esta casa alberga el Encuentro Project (Proyecto Encuentro), un nuevo apostolado intercongregacional en colaboración, en el que están implicados los jesuitas de El Paso, los hermanos maristas de los Estados Unidos y de México y el Hope Border Institute (Instituto Esperanza de la Frontera), una organización comunitaria de base que trabaja en la región El Paso-Ciudad Juárez-Las Cruces, intentando aplicar la perspectiva de la doctrina social católica a las realidades sociales peculiares de esta región fronteriza.
El Encuentro Project, que abrió sus puertas para
ejercitar su apostolado del encuentro en diciembre de 2018, ofrece programas y
alojamiento para hacer experiencias de inmersión en la frontera a grupos
provenientes de escuelas secundarias, universidades y parroquias. El proyecto
pretende ayudar a los participantes a conseguir una mayor comprensión de la compleja
historia y la realidad actual de la migración en la comunidad de la frontera y
a oponerse a las fronteras que hay en sus propias comunidades y que marginan a
inmigrantes y refugiados. El proyecto se inspira en la llamada del Papa
Francisco a una «cultura del encuentro» para hacer frente al miedo y a la
indiferencia que marginan a los migrantes y refugiados.
Los programas de inmersión duran normalmente de cuatro a seis días y se adaptan a las edades y necesidades de los participantes. La experiencia típica incluye::
• Trabajar directamente o tener una experiencia de encuentro con solicitantes de asilo, migrantes o refugiados, ya sea en un refugio de emergencia de la zona, en un centro de detención o a través de los servicios educativos y sociales que ofrece la parroquia jesuita del Sagrado Corazón, en El Paso.
• Formación en la doctrina social católica relativa a la migración.
• Análisis de los factores que desde uno y otro lado provocan la migración de Centroamérica y México a los Estados Unidos.
• Oportunidades de profundizar en la comprensión de las realidades de la frontera/migración mediante visitas in situ, incluyendo un viaje a – o incluso a través de – la frontera entre Estados Unidos y México.
• Reflexión y oración vespertina usando el examen ignaciano.
El Encuentro Project, liderado por su director, el padre Rafael García, SJ, está impactando profundamente la comprensión y las actitudes de los participantes respecto a las duras realidades a las que se enfrentan los migrantes en la frontera sur de los Estados Unidos, mediante experiencias como:
• Visitas al «muro», en las que los participantes pueden pasar la mano por entre las grandes planchas de acero que separan los Estados Unidos de México y tocar las manos de niños mexicanos que están justo al otro lado de la frontera, niños que tal vez tienen a sus padres o a otros parientes viviendo en los Estados Unidos, pero a los que nunca se permite cruzar la frontera. Durante una reciente visita de alumnos de la Jesuit College Preparatory School de Dallas, los niños mexicanos pasaban sus cachorritos a los jóvenes del otro lado a través del muro que ellos nunca podrían atravesar.
• Compartir la eucaristía con hombres y mujeres retenidos en un centro de detención. Lena Chapin, líder de una reciente visita de inmersión para adultos promovida por la Ignatian Solidarity Network (Red ignaciana de solidaridad), describía así el significado que este encuentro había tenido para ella: «Al entrar en comunión con estos hombres y mujeres y compartir con ellos signos de paz y breves conversaciones, las fronteras interiores y exteriores se iban desdibujando. Éramos cristianos, familia, un solo cuerpo de Cristo».
• Encontrarse con solicitantes de asilo en un refugio, después de que fueran liberados por la Inmigration and Customs Enforcement (policía de inmigración y aduanas), y escuchar sus relatos. La señora Chapin expresaba así los sentimientos de muchos participantes en Encuentro que visitaron el refugio durante su viaje: «No había divisiones solo porque ellos hubieran atravesado el muro o cruzado una línea fronteriza. No había “nosotros” y “ellos”. Simplemente había padres compartiendo miradas cómplices mientras sus hijos armaban barullo con las galletas y el zumo. Eran viajeros agotados, agradecidos por las sábanas limpias y la expectativa de un buen descanso nocturno».
El Encuentro Project
tiene la esperanza de dar a muchas más personas la oportunidad de tener un tipo
de encuentros con los migrantes que las lleven de la indiferencia y la inacción
a una comprensión y compasión genuinas, el tipo de experiencias que el Papa
Francisco propugnaba en una de sus homilías diarias en septiembre de 2016: «Si
yo no miro - ver no es suficiente, no: hay que mirar -, si no me detengo, si no
miro, si no toco, si no hablo, no puedo crear un encuentro y no puedo
contribuir a crear una cultura del encuentro».
[Artículo de la publicación "Jesuitas - La Compañía de Jesús en el mundo - 2020", por Mary Baudouin]