Y, tras dejar las armas, tomó el bastón de peregrino
Íñigo dejó el hogar familiar en Loyola para buscar un nuevo camino. Durante su convalecencia de meses, tuvo la clara intuición de que estaba llamado a algo distinto de la vida de la corte y sus favores mundanos. Uno de los primeros pasos de su viaje fue una parada en la abadía benedictina de Montserrat, en medio de las imponentes montañas de Cataluña. Allí, puso su espada a los pies de María, la Virgen Negra de Montserrat. A partir de ese momento, el bastón de peregrino sustituyó a la espada; fue una elección definitiva.
Con motivo de su visita a Cataluña para la fiesta de San Ignacio, el 31 de julio, y en el marco del Año Ignaciano, el P. Arturo Sosa, Superior General, se detuvo también en la misma abadía de Montserrat el 1 de agosto 2021. También él se recogió ante María y le confió toda la Compañía de Jesús. He aquí algunos recuerdos, en fotos, de este momento de peregrinación. En la Abadía fue recibido por el Abad Josep Maria Soler i Canals y los restantes monjes de la comunidad. Celebró con ellos una Eucaristía, a la que siguió la comida.
El
abad destacó cómo el monasterio participa en el proyecto del Camino Ignaciano,
recibiendo a los peregrinos que caminan tras las huellas de Ignacio. Los monjes
les muestran los lugares de oración que recuerdan el paso de San Ignacio.