En Marsella, un caminar para las familias
El extenso programa ofrecido por el Encuentro Familiar Ignaciano, del 29 de octubre al 1° de noviembre, incluía un “Programa Familiar”. Se trataba de una inhabitual iniciativa en los encuentros de la Compañía de Jesús. Una iniciativa inscrita en el espíritu de apertura mostrado por la EOF, la Provincia de Europa Occidental Francófona.
Hemos podido conversar con la persona encargada de dicho proyecto, Véronique Gresset,
responsable de la pastoral familiar por la Provincia EOF.
Véronique Gresset, usted acaba de acompañar el programa específico para las familias en el Encuentro de la Familia Ignaciana en Marsella. ¿Qué es lo que han propuesto?
El
encuentro ignaciano de Marsella había de ser familiar. Pero ¿cómo conciliar el
ritmo de una familia con niños muy pequeños o adolescentes, y al mismo tiempo
estar plenamente integrados en una gran manifestación de casi 7.000 personas? Ha
sido un verdadero desafío. Tuvimos que inventar una fórmula con un ritmo
flexible, con propuestas más ligeras y con un buen acompañamiento. Diseñamos
talleres, vigilias y oraciones adaptadas, y construimos “tripulaciones”, cada
una de ellas compuesta por tres familias y un jesuita, que navegaron realizando
una regata, ¡aprovechando numerosas escalas todos juntos!

¿Forma parte la pastoral familiar de la tradición de la Provincia de Europa Occidental Francófona?
La Provincia tiene experiencia y una larga tradición en la educación y lo juvenil, y también respecto a las parejas. Ahora bien, todo ello todavía no constituye una pastoral familiar. Sin embargo, pudimos percibir una intensa expectativa social en cuanto a la atención primaria y elemental a las familias, y la Iglesia insiste en ello (¡estamos en el año Amoris Laetitia!). Hoy en día, el Padre Provincial nos anima a valorar lo que ya se hace, a coordinarlo mejor, y también a inventar nuevas propuestas, sencillas, alegres y creativas, adaptadas a las realidades familiares de la actualidad.
¿Tiene la espiritualidad ignaciana tesoros propios que puedan ayudar a las familias, y a los que usted recurrió durante el encuentro de Marsella?
El
arte de Ignacio, por ejemplo, es el de no sobrevolar la propia existencia, sino
el de tomar tiempo para saborear lo que hay de bueno en ella, nombrarlo y
decidir en consecuencia. Pues bien, esto es lo que puede constituir la base de
un tiempo familiar de calidad, en el que practicamos la escucha mutua de una
manera maravillosa para encontrar el modo de progresar juntos. También, Ignacio
propone una forma muy sensata de caminar con el Cristo de los Evangelios; y ello
con certidumbre nos orienta, como familia, hacia una mirada benevolente y
exigente, hacia una autoridad que libera, hacia la confianza en un mundo
abierto y diversificado. En Marsella, a lo largo del “Programa Familiar”, ha
habido espacio para la interioridad y la escucha de la Palabra.

Al invitar a las familias a “Ir mar adentro con Ignacio”, ¿qué relación establece usted con el tema del Año Ignaciano “Ver nuevas todas las cosas en Cristo”?
El “todas las cosas” es el mundo y la Iglesia de hoy. Tenemos la apasionante tarea de desvelar este mundo a nuestros hijos, de revelárselo “en Cristo”, como Cristo mismo ve sus bellezas y sus dramas. Y a veces, por el contrario, ¡son nuestros jóvenes los que nos lo revelan! Hoy, Cristo nos invita, por ejemplo, a renovar nuestro amor y respeto por la Creación, y esta aventura se adapta magníficamente a la dimensión familiar.
En
su encíclica Laudato si’, el Papa
Francisco hace un llamamiento urgente para que pongamos en el centro de nuestra
existencia el cuidado de las relaciones (más preciosas que las cosas), el
respeto a las personas (que no son simples individuos), el sentido de la
alianza (más precioso que el dar y recibir). Y nos invita a hacerlo buscando
nuevos caminos, “mar adentro”, en diálogo con los demás. Ahora bien, ¿dónde se
aprende todo eso si no es en primer lugar en la familia? En Marsella, era el
momento de las celebraciones y los encuentros, y, de forma muy sencilla,
nosotros intentamos vivirlo. Y esperamos que el programa familiar haya dado
lugar a nuevas ideas y propuestas.
