Asesinado el 12 de marzo del 1977, junto con dos colaboradores laicos, cuando circulaba por carretera en misión pastoral, hoy se conoce al P. Rutilio Grande, jesuita salvadoreño, como un testigo excepcional de la fe. De hecho, menos de 45 años tras su muerte, será beatificado en San Salvador el 22 de enero de 2022. Las circunstancias de la muerte de estos tres hombres dejan claro que fueron eliminados a causa de su compromiso cristiano; son “mártires”, testigos de la fe. Contamos con testimonios unánimes de la fuerza y la calidad del compromiso del padre Grande al servicio del mundo campesino al que había sido enviado: en Rutilio Grande se reconocía a “un religioso cercano, abnegado y cariñoso, ordenado presbítero para compartir la vida con la comunidad de los seguidores de Jesús que dan testimonio de la Buena Noticia”.

Así se expresaba el P. Arturo Sosa, Superior General de la Compañía de Jesús, en la carta que envió a todos sus compañeros jesuitas a principios de año. El padre Sosa recordaba que Rutilio nació en 1928 en un pequeño pueblo campesino, El Paisnal, a unos 40 kilómetros de San Salvador. Desde muy niño quiso servir a su pueblo; ingresó en el seminario menor de San Salvador en 1941. Allí descubrió su vocación a la Compañía de Jesús. Entró en el noviciado en 1945 y fue ordenado sacerdote en 1959. Ha tenido una completa y diversificada formación jesuita en Venezuela, Ecuador, Panamá, España y Bélgica.

Sus estudios no le alejaron de la gente sencilla. Fue grande su entrega a los seminaristas salvadoreños como prefecto del seminario mayor y profesor de catequesis, pastoral y educación cívica. Mostró su especial talento como animador de comunidades parroquiales. Muy inspirado por las orientaciones del Concilio Vaticano II y por las de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (Colombia) en 1968, comprendió la importancia que tenía, para la renovación eclesial, la revitalización de las comunidades por medio de laicos comprometidos. Fue tomando conciencia a la vez de la necesidad de transformar las condiciones inhumanas que las injustas estructuras de la sociedad salvadoreña imponían al mundo campesino. Consecuentemente, y distinguiendo bien entre trabajo pastoral y activismo partidista, caminó junto a los pobres en su búsqueda de justicia y respeto. Los grupos minoritarios que dominaban la economía del país se sintieron amenazados por el apoyo a los derechos humanos que el P. Rutilio y su equipo prestaban a los campesinos: se le percibía como un obstáculo que había que eliminar.

Rutilio, al igual que sus compañeros Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, dieron su vida por el crecimiento de comunidades de base cristianas activas, proféticas y formativas. Sus muertes, acaecida tres años antes del asesinato del hoy canonizado arzobispo Óscar Romero, contribuyeron a su compromiso más radical con los pobres, a la vez que abrían el camino a una conversión eclesial.

El padre Arturo Sosa termina su carta del 3 de enero con las siguientes palabras: “Como Compañía de Jesús, damos gracias a Dios por la vida entregada de estos tres hombres. Nos unimos a través de ellos a la fe del pueblo de El Salvador y con sus esfuerzos por propiciar las necesarias transformaciones que hagan posible una sociedad justa con un lugar digno para todas las personas”.

Principales etapas en la vida de Rutilio Grande SJ

• Nacimiento: 5 de julio de 1928, en El Paisnal (El Salvador)

• Formación: 1941: Ingreso en el seminario menor de San Salvador

• Formación: 1945: Ingreso en el noviciado de los jesuitas en Los Chorros (Venezuela)

• Ordenación: 31 de julio de 1959, en Oña (España)

• Últimos votos: 15 de agosto de 1964, en Bruselas (Bélgica)

• Profesor: Seminario San José de la Montaña (El Salvador)

• Párroco y animador parroquial: Parroquia “El Señor de las Misericordias”, Aguilares

• Muerte: 12 de marzo de 1977, asesinado a tiros en Las Tres Cruces (El Salvador)