Conozca a Anthony Corcoran SJ, Administrador Apostólico en Kirguistán

El Kirguistán... ¿a qué le suena a usted? Probablemente a no gran cosa. Es un país montañoso de Asia Central de 6 millones de habitantes, sin salida al mar, entre China al sur y, al este; las repúblicas de Tayikistán, Uzbekistán y Kazajistán, y todas ellas anteriormente eran parte de la Unión Soviética. En 1991, tras la caída del imperio soviético, Kirguistán obtuvo su independencia. La población es mayoritariamente musulmana, pero desde la independencia, las prácticas chamánicas están condicionando la forma de practicar la religión. Los católicos son escasos, están muy dispersos, y son principalmente de origen polaco, alemán o coreano. La jurisdicción ha sido confiada a los jesuitas por el Vaticano. Desde 2017, el padre Anthony Corcoran, natural de Estados Unidos, es el Administrador Apostólico de este territorio. Aprovechando su estancia en la Curia General, hemos ido a su encuentro.

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Padre Anthony, ¿qué camino le llevó, como jesuita, a dedicarse primero a Rusia y ahora a Kirguistán?

Cuando entré en la Compañía, desde el principio me atraía la posibilidad de ir a las misiones. La idea de trabajar en la antigua Unión Soviética surgió probablemente por diversos motivos. Sin duda, el deseo anteriormente había sido inspirado por la costumbre de rezar todos los días por Rusia cuando éramos niños, a causa de la petición de Nuestra Señora de Fátima. Más tarde, la preocupación particular del Papa Juan Pablo II por la gente de esta zona nos llevó a algunos de nosotros a ofrecernos como voluntarios para esta misión.

Desde mi primera visita a Kirguistán a finales de los años 90 para ayudar a nuestros jesuitas que trabajan aquí, el paisaje y la gente no han cesado de fascinarme. Durante los veinte años siguientes, pedí regularmente (y con insistencia) a mis Superiores que me permitieran venir a trabajar aquí, pero solo conseguí venir finalmente a partir de mi nombramiento en 2017.

En un país donde hay muy pocos católicos, ¿cuáles son sus principales tareas como Administrador Apostólico?

Entiendo que mi función principal es la de comprometerme en el cuidado pastoral de nuestro pueblo. Nuestros católicos son muy poco numerosos, como usted lo ha mencionado, y están repartidos por todo el país. Mis días jornadas de mayor consuelo transcurren en el encuentro con estos modestos y sinceros cristianos y sus vecinos en los pueblos y ciudades donde se encuentran nuestras pequeñas comunidades... Por supuesto, la función de administración incluye también reuniones, correspondencia, y ocuparse de problemas.

Durante nuestra visita ‘ad limina’ a Roma en 2019, el Papa Francisco comparó las Iglesias de Asia Central con los germogli o “pequeños brotes”. Esta imagen me parece que describe bien la realidad de nuestra misión aquí.

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¿Cuáles son los retos específicos en las relaciones ecuménicas o interreligiosas en el contexto del Kirguistán?

En primer lugar, es importante señalar la singularidad de la sociedad y las culturas de Asia Central. Poseen una historia propia con una realidad política, social y religiosa que tiene mucho en común con los países musulmanes circundantes pero que, al mismo tiempo, difiere significativamente. Muchos de los “desafíos específicos” en las relaciones son los mismos que experimentan los cristianos en los países cercanos. La sociedad autóctona está atravesando cambios significativos y algunos de ellos son realmente desconcertantes (por ejemplo, está surgiendo en una parte de la población una corriente hacia el nacionalismo populista con elementos de un Islam “importado” más severo y marcadamente político). Sin embargo, tenemos la suerte de poder vivir y trabajar con muchas personas de diferentes religiones y de muy buena voluntad y de mente abierta. Son esas personas las que, esperamos, determinarán el rumbo de la sociedad y del Estado, y es realmente consolador pensar que podemos contribuir ofreciendo nuestro modesto apoyo y estímulo a estos kirguises.

¿Qué significado ve usted en la presencia de la Compañía de Jesús hoy en este pequeño país de Asia Central?

De nuevo, somos una comunidad muy pequeña y no debemos exagerar nuestra contribución; sin embargo, no cabe duda de que los fenomenales recursos espirituales, intelectuales, humanitarios (caritativos) y pastorales de la Compañía en su conjunto tienen algo único y significativo que aportar. Esperamos hacer más accesibles a una mayor parte de la población local algunos de dichos recursos pastorales/espirituales e intelectuales. Por ejemplo, actualmente estamos trabajando en la reubicación de la iglesia principal con programas caritativos y académicos en el mismo centro de la capital para que la “cara” de la presencia católica-cristiana sea mucho más visible y accesible. Además, andamos discerniendo la posibilidad de poner en marcha un colegio jesuita aquí. Naturalmente, nos vendría bien la presencia de nuevos y generosos jesuitas de otros países para llevar a cabo esos esfuerzos.

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Por último, ¿qué han aprendido, usted y los jesuitas, de su encuentro con los kirguises?

El pueblo y la cultura kirguises son realmente extraordinarios en su continua atención a la familia en su sentido amplio y a la comunidad local, así como en su rechazo general a las distintas manifestaciones de radicalismo (hasta ahora). Esta cultura y la humanidad que representa nos enseñan a su manera que la presencia de Cristo es muy oportuna; nuestra presencia allí tiene que ser un “apostolado de presencia y consuelo”. Esto es posible a través de lo que podemos recuperar del enfoque de la vida de estas personas y, sobre todo, de lo que Jesucristo quiere que compartamos con ellas.

Kirguistán es una misión papal para la Compañía de Jesús... Y tengo que añadir que me siento pequeño en comparación con la continua generosidad de los jesuitas que vienen de culturas tan diversas para servir en Kirguistán. Mi maestro de novicios dijo una vez, con cierto humor, que si buscamos ángeles en la Compañía no los encontraremos, ya que no los hay; sin embargo, no es exagerado afirmar que sí encontramos regularmente ejemplos verdaderamente sorprendentes de fidelidad diaria y generosidad en el servicio de muchos de nuestros compañeros jesuitas. Con humildad y consuelo agradezco cada día tanta fraternidad.

Mi propio tiempo aquí me proporciona un desafío constante e incesante para renovarme en una convicción de la llamada de Cristo que busca que seamos más profundamente fieles, valientes y generosos.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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El Servicio de Comunicaciones de la Curia General publica noticias de interés internacional sobre el gobierno central de la Compañía de Jesús y sobre los compromisos de los jesuitas y sus partenarios. También se encarga de las relaciones con los medios de comunicación.

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