El JRS de Atenas puede contar con la hermana Ewa
“Lo que hacemos es una gota en el océano, ¡pero una buena gota! La gente a la que acompañamos no sabe mucho sobre el JRS como organización, pero recordarán nuestras caras, recordarán a las personas.”
Así concluye la hermana Ewa Pliszczak la conversación que hemos mantenido con ella en las oficinas del JRS-Grecia, que ocupan más de dos plantas de la residencia de los jesuitas en una zona de inmigrantes. Es un testimonio de humildad y alegría el que ofrece esta monja polaca de 46 años, al hablar de su compromiso y el de los jóvenes voluntarios del JRS. Su sonrisa y su energía se contagian fácilmente a las personas con las que trabaja, así como a los refugiados a quienes atiende, personas que cargan con un penoso pasado y buscan ámbitos de luz para su porvenir.
Ewa
pertenece a una familia católica tradicional del sur de Polonia. Se sintió
atraída por la dimensión apostólica de la Congregación de las Hermanas Siervas
del Espíritu Santo, una congregación misionera nacida en Polonia que está
presente en unos 50 países. Quería servir de una forma concreta, no se sentía
atraída por la vida contemplativa. Fue en su congregación donde aprendió a orar
de verdad, a meditar, a discernir la voluntad de Dios. “Poco a poco quise
parecerme a Jesús, tener los ojos de Jesús al mirar a la gente, acercarme a
ellos.”

Hermana Ewa Pliszczak
Su evolución la llevó a Inglaterra, donde sintió la necesidad de hacerse con unas herramientas para servir mejor. El inglés fue lo primero que le abrió muchas puertas. Después, estudios universitarios, primero de sociología y luego de psicología. Es psicoterapeuta o especialista en asesoramiento, lo que le resulta muy útil tanto con los jóvenes voluntarios del JRS como con los propios refugiados. En la época de la crisis de los refugiados sirios, sintió una llamada. “Estaba viendo las noticias en la BBC. Me enteré de que mi congregación acababa de abrir una comunidad en Grecia, un país que estaba recibiendo tantos refugiados. No quería seguir ‘mirando’; quería estar CON dicha gente. Pensé: “En Inglaterra hay muchos psicólogos. Pero todos estos refugiados en Grecia necesitan el tipo de ayuda que yo puedo dar. Y convenció a sus compañeras para que la dejaran ir.
¿De
dónde viene este deseo de ayudar a los refugiados? Quizás desde el principio de
su estancia en Inglaterra. Ella, una chica de Polonia que apenas había visto
africanos en su región, se encontró en clase de inglés con refugiados de
África. Se sorprendió, luego se sintió intrigada y después se emocionó cuando
empezó a hablar con ellos. Recuerda a una mujer en particular que le pidió que
la acompañara al tribunal de inmigración. Se le pidió que contara su historia,
incluida la violación que había sufrido, con todo detalle. Ewa nunca lo ha
olvidado.

El “magazi”.
¿Su trabajo en el JRS de Atenas? Se trata principalmente de la misión de acompañamiento del JRS. En el tercer piso de la residencia de los jesuitas, las hermanas tienen unas habitaciones separadas por un simple tabique del hogar donde viven los voluntarios, de momento jóvenes de Francia, Bélgica y Alemania. Ewa acompaña a los voluntarios a diario. Sobre todo, acoge a muchas mujeres en situación de pobreza, a veces angustiosa, ofreciendo servicios básicos: ropa, artículos de primera necesidad, áreas de descanso, duchas. Y, cuatro tardes por semana, las pasa en el “Victoria Square” (Plaza Victoria), a 10 minutos de la residencia, un lugar donde se reúnen sobre todo las familias afganas. Los voluntarios juegan con los niños, con fútbol, rompecabezas y bloques de Lego. Es en la Plaza Victoria donde el JRS presenta un rostro humano en Atenas. Momentos sencillos, a menudo de comunicación no verbal con las mujeres, momentos que significan mucho para personas cuya adaptación a un mundo totalmente nuevo no es fácil.
A
veces, se recurre más explícitamente a la psicoterapia. Por ejemplo, para esta
madre y su hijo de dos años que fueron acogidos en el centro de acogida del
JRS. Ewa enseguida entendió que aquella mujer estaba sumida en una profunda
depresión. Poco a poco se enteró de que había visto a los talibanes decapitar a
su marido y a su hija delante de ella. Había huido con su bebé, atravesando a
pie Irán y llegando finalmente a Grecia. Ewa le ayudó a recuperar sus fuerzas
para sí misma y para su hijo.

Hermana Milagros Sandoval
Sor Ewa es la superiora de su pequeña comunidad. Una de las monjas es ucraniana; ha ido allí a apoyar a su familia. La otra, la hermana Milagros Sandoval, es de las Filipinas. Coordina las actividades académicas del JRS, los cursos de idiomas, los cursos de informática, las actividades escolares para los niños que no están matriculados en las escuelas griegas. Un ambicioso programa.
La
hermana Ewa evalúa el trabajo del JRS en Atenas de la siguiente manera: “Contribuimos
al futuro de la sociedad. Los niños que acompañamos nunca lo olvidarán. La
gente se pregunta por qué las hermanas hacen este tipo de trabajo. ¿No deberían
anunciar el Evangelio? No creo que la Buena Nueva deba proclamarse sólo en las
iglesias. Acompañamos a estas familias y les abrimos un futuro.” Es un
acompañamiento que es Buena Noticia.