Jaime y las llaves… de su apartamento, de su vida…

Michael Kennedy, SJ - Jesuit Restorative Justice Initiative, Los Ángeles, Estados Unidos
[De la publicación “Jesuitas 2021 - La Compañía de Jesús en el mundo”]

Mientras leía la carta del Padre General a toda la Compañía sobre las Preferencias Apostólicas Universales, no podía dejar de pensar que pareciera que él hubiera estado presente en nuestro trabajo en Jesuit Restorative Justice Initiative (JRJI - Iniciativa Jesuita de Justicia Restaurativa) durante los últimos años. Tres de las cuatro Preferencias conectan directamente con las finalidades de esta obra de la Compañía:

Mostrar el camino hacia Dios... JRJI ofrece retiros ignacianos, consejería y dirección espiritual a los presos en las cárceles a lo largo y ancho de todo el estado de California.

Caminar junto a los pobres, los descartados del mundo... Nadie es más un «descartado del mundo» que los presos, que han sido despojados de su dignidad y valor mientras cumplen su condena.

Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador... La gran mayoría de los presos a los que sirve la JRJI son jóvenes delincuentes, algunos de los cuales tienen pocas esperanzas de ser liberados pronto.

Para mí, la mejor manera de ver cómo las PAU inciden en nuestro trabajo es contemplar el caso de Jaime. Él fue uno de los presos que llevó a cabo fielmente, durante muchos meses, el «trabajo interno» propuesto por nuestro personal de la JRJI. Jaime escribió más tarde: «Hacía 27 años que no pisaba una iglesia, cuando asistí por primera vez a un retiro de la JRJI en la prisión de Calipatria. Mi corazón estaba lleno de ira y resentimiento a pesar de que había sido educado como católico... Le había dado la espalda a la Iglesia y a mi educación, pero hubo algo en el P. Mike que me llevó a asistir a este retiro. El P. Mike y yo hablamos. Le conté algunas cosas sobre mí y mi historia y el diálogo fue agradable, nunca me sentí forzado o incómodo. Seguí asistiendo a los retiros hasta el último momento, el lunes antes de salir en libertad condicional».

Ese último lunes antes de su salida, los hombres que participaban con Jaime en el retiro ignaciano formaron un círculo y compartieron en voz alta lo que Jaime había significado para ellos. Todos habían estado trabajando juntos para llegar a comprender por qué estaban en prisión, qué tipo de curación y reconciliación necesitaban en sus vidas y cómo hacer que esa comprensión les sirviera para un futuro más positivo. Utilizando las meditaciones ignacianas del Evangelio y respondiendo a preguntas relacionadas con su propia curación, Jaime y los otros presos comparten en grupo sus experiencias, lo cual les proporciona el apoyo necesario para continuar con su proceso de curación.

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A la mañana siguiente, después de 31 años de prisión, 18 de ellos en aislamiento, Jaime estaba desayunando con su tía en el restaurante Denny’s en Lancaster, California. No poseía gran cosa, pero tenía las llaves de un nuevo apartamento. Me pregunté qué pasaría por su cabeza cuando entró en ese nuevo apartamento. Me dijo que estaba tan nervioso que las cuatro llaves acabaron en el suelo, que no estaba seguro de cómo usarlas. Hacía 31 años que no tenía unas llaves que sirvieran para abrir las puertas.

Dos días antes, habíamos estado sentados en una prisión de máxima seguridad, y ahora estábamos comiendo juntos unas alitas de pollo. La camarera intuyó que Jaime acababa de salir de la cárcel, así que estuvo pendiente de nuestro grupo y nos sirvió una bandeja que incluía camarones, palitos de queso e incluso algo de langosta; todo ello a cuenta de la casa. Jaime era todo sonrisas e incluso se hizo algunas fotos con las camareras.

Supongo que sería fácil considerar esa comida como algo ordinario, un miércoles por la noche en el mes de marzo, en un restaurante corriente, en una ciudad cualquiera. Pero cuando vuelvo la vista atrás, creo que en esa comida algo extraordinario estaba pasando. Jaime es un símbolo de para qué trabajamos; es un símbolo de lo que JRJI ha estado haciendo en el sistema penitenciario durante estos últimos 10 años. Su felicidad se manifiesta en el largo camino recorrido haciendo su propio trabajo interior. Esa sencilla comida era un resumen de lo que hacemos: ayudar a los presos a participar en el duro trabajo del perdón y la transformación.

Mientras escribo esto, estamos rodeados de miedo, incluso de pánico, a causa de la pandemia del coronavirus. Aunque solo llevamos unas pocas semanas, la gente actúa como si fuera el fin del mundo. En estos días del virus, no hay a nuestro alrededor servicios religiosos, ni películas, ni abrazos, ni apretones de manos, ni reuniones de más de 10 personas. Todo es diferente.

Y ahora mismo, todo es diferente también para Jaime. Pienso en lo diferente que es la vida de Jaime ahora, después de 31 años de no tener ninguna de esas cosas que damos por sentadas. Jaime es una persona cuya vida cambió en prisión, y ahora ha cambiado aún más desde su liberación. Parece que el mundo tal y como lo conocemos está cambiando y cambiándonos a todos nosotros también: de algo con lo que nos sentíamos tan cómodos, a la incertidumbre, el miedo a lo desconocido. ¿Este momento sacará de nosotros lo mejor o lo peor que hay en nuestro interior?

Jaime se llevó unos palitos de queso a su nuevo apartamento. Todo es delicioso para él. Todo es nuevo.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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