Beatificación de Philipp Jeningen, misionero itinerante

Philipp Jeningen nace en 1642 en Baviera, desarrollando su ministerio sacerdotal, como predicador itinerante principalmente, en esta región de la Alemania. Durante muchos años estuvo adscrito a la basílica que tenía la Compañía en Ellwangen. Allí falleció el año 1704 y allí está enterrado.

Por segunda vez la Iglesia reconoce oficialmente como beato a un jesuita en este mes de julio. El día 2 fue el Padre Solinas, misionero nacido en Cerdeña y martirizado en las misiones de los jesuitas en el noroeste de Argentina en 1683. El 16 de julio llega la hora a un jesuita alemán, hombre dedicado a ayudar espiritualmente a todos los que se acercaban a escuchar sus “misiones” por la campiña bávara. Es para nosotros una nueva ocasión de celebración en estos últimos meses del Año Ignaciano.

El Superior Provincial de la Provincia de Europa Central, P. Bernhard Bürgler, escribía así: “El Padre Philipp Jeningen vivía plenamente la espiritualidad de los Ejercicios Espirituales Ignacianos y desde ahí ayudó a muchos a que se dejaran renovar por el Dios de la vida. Con su lenguaje sencillo, su convincente estilo de vida y su gran amor a lo humano, ejerció un enorme influjo. La gente sentía que Jeningen creía en lo que decía y - algo quizá más importante- que nunca exigía nada que él mismo llevara a cabo.

A los 14 años había arraigado ya en él un firme deseo de ingresar en la Compañía. La fuerte oposición de sus padres le hizo esperar aún siete años, antes de que su padre, tras sanar de una grave enfermedad, cambiara de actitud. Entró en el noviciado en 1663. Tras sus estudios, impartió clases en varios colegios. Pero sólo partir de 1680 dio comienzo a su actividad misionera en Ellwangen, al encargársele una capilla dedicada a Nuestra Señora. Su presencia allí atrajo a muchos peregrinos, lo que hizo que consiguiera permiso para la construcción de una iglesia. Esta iglesia de Schönenberg se convirtió pronto en gran santuario mariano, en una época en que este tipo de centros espirituales no eran frecuentes en Alemania.

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En el mensaje que, con motivo de esta beatificación, dirigió el P. Arturo Sosa a sus compañeros y a toda la familia ignaciana, se expresa así:

En su epitafio, el P. Jeningen es descrito como “incansable misionero en el distrito de Ellwangen y alrededores en cuatro diócesis”. De hecho, su trabajo como misionero rural fue el verdadero apostolado de su vida. Muchos católicos vivían dispersos y no tenían pastor propio, y también las iglesias y parroquias, a menudo destruidas, necesitaban ser renovadas. El P. Philipp recorría el país, realizaba misiones y daba retiros a los sacerdotes; se ocupaba especialmente de los soldados, de los presos y de los condenados a muerte. No obstante su precaria salud, llevó una vida muy activa y, a pesar de sus muchas enfermedades, llevó constantemente consuelo y ayuda a la gente. La Eucaristía fue siempre su alimento.

Cuando estaba en el apogeo de sus actividades, cayó gravemente enfermo después de comenzar los Ejercicios Espirituales y murió el 8 de febrero de 1704. Fue enterrado en la Basílica de San Vito de Ellwangen. Poco después de su muerte comenzaron los movimientos para beatificarlo. La continua veneración del Buen Padre queda demostrada por las innumerables historias de respuestas a oraciones, ayudas y curaciones obtenidas por su intercesión, incluida una que tuvo lugar en 1985 y que fue reconocida por la Iglesia como milagrosa. El factor decisivo ha sido que el P. Philipp sigue siendo un ejemplo vivo que aún hoy motiva a muchas personas a hacer visible el amor de Dios.

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1953 - Inicio de la causa por el obispo Carl Leiprecht.

Aunque diferente de la actual, su época estuvo marcada por las profundas heridas de la guerra y la violencia. Cuando nació, la Guerra de los Treinta Años estaba en su fase final, y cuando murió, la Guerra de Sucesión Española (1701-1714) acababa de comenzar. En ambas guerras se libraron batallas decisivas no muy lejos de Ellwangen. Su beatificación nos muestra que, a través de las personas que dedican su vida al Evangelio con todas sus fuerzas, la esperanza y la confianza se hacen presentes en el mundo. Muchos jóvenes peregrinos que siguen los pasos del P. Jeningen, continúan recorriendo el camino entre Eichstätt y Ellwangen hasta el día de hoy. Que el futuro beato pueda imprimir en ellos la perseverancia, la valentía, la confianza en Dios, la transparencia, la paciencia, la bondad con los demás y la capacidad de soportar la adversidad que tuvo este misionero alemán.

Que la próxima beatificación sea una ocasión para renovar nuestra vida y nuestro trabajo desde el espíritu de los Ejercicios Espirituales. Que el peregrino Philipp Jeningen, con su celo misionero, nos sirva de modelo en todo momento para hacer visible la presencia de Dios ante la gente y para servir a una mayor reconciliación basada en la justicia, la fe y la solidaridad con los pobres.

[En un próximo artículo, se publicará el testimonio del P. Anton Witwer, que trabajó en la preparación de la causa y se hallará presente en la ceremonia de beatificación.]

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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