Es demasiado pronto para hablar de las conclusiones y los frutos de la sesión de una semana que ha reunido a unos cuarenta hermanos jesuitas, aquí en Roma, del 3 al 10 de julio. De hecho, siempre es difícil cuantificar los “resultados” cuando gran parte del programa estuvo centrado en compartir experiencias, en la conversación espiritual y en la oración.

Sin embargo, el “encuentro de los Hermanos” habrá impulsado ciertamente la vocación del hermano jesuita. En efecto, al regresar a sus respectivas provincias con una imagen más clara de su lugar en la Compañía y con un fuerte apoyo del Superior General, los hermanos podrán promover más eficazmente su vocación específica. Hablarán de ella a los promotores de vocaciones y darán testimonio de ella en diversas instituciones de la Compañía de Jesús. También se sentirán más fuertes porque habrán creado vínculos. Tendrán el deseo de seguir comunicándose entre ellos. Esto será un apoyo para su propia vocación en la era de las comunicaciones globales, así como para su actividad apostólica, su implicación en hacer realidad las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía y en avanzar en la misión de justicia y reconciliación para la que son un eslabón esencial.

En conclusión de esta serie, he aquí otros tres testimonios expresados por los participantes. Hoy nos hacen eco de la República Democrática del Congo, los Estados Unidos y Gran Bretaña.

¿Se disuaden a veces las vocaciones de hermanos?

Por Willy Mayuma Kabangi, SJ

Este encuentro ha llegado en un buen momento de nuestra historia como hermanos jesuitas. Nos da la oportunidad de reflexionar sobre el futuro de la vocación de los Hermanos en la Compañía de Jesús.

El interés real del Padre General por la vocación a ser hermanos se ha visto confirmado por la organización de nuestro coloquio. De hecho, la disminución del número de vocaciones de hermanos es una situación que afecta a la Compañía universal. Nuestra reunión nos ha dado la oportunidad de hacer un balance de la situación, y ello desde los inicios de la historia de los Hermanos en la Compañía hasta hoy. El problema del escaso número de vocaciones a ser hermanos no es sencillo y no se ha encontrado una solución inmediata. Era una cuestión de reflexión y de toma de conciencia de la situación. Observamos con amargura que en algunos casos los pocos jóvenes destinados a la vocación de “hermano”, son desviados hacia la vocación sacerdotal o desanimados por algunos compañeros sacerdotes o escolares.

Y sin embargo, se han hecho muchos esfuerzos en la formación de los hermanos en diversos campos; si bien en lo concreto, no se ve la aplicación rigurosa y constante de los caminos propuestos. Las dificultades palpables entre los compañeros en formación para ser hermanos y los que han entrado para ser sacerdotes tienen como efecto que algunos jóvenes pierdan el interés por la vocación de hermano en la Compañía de Jesús.

Este encuentro, por tanto, ha apoyado mi compromiso específico como promotor vocacional y también como hermano en la Compañía y en mi Provincia de África Central. También refuerza mi conciencia de los desafíos a los que se enfrenta el futuro de nuestra vocación. Para progresar en ello, recomendamos la organización de la formación de los hermanos diversificando sus estudios, en muchos campos, según la necesidad de sus Provincias o de la Compañía universal.

Ir a donde el Señor me lleva a servir

Por Larry Huck, SJ

El P. Sosa nos ha recordado que los padres fundadores vinieron a Roma y se pusieron al “servicio” de la misión de la Iglesia. El tesoro del hermano jesuita se esconde en su testimonio por medio del servicio humilde. El espíritu de servicio fluye a través de cada uno de los Hermanos jesuitas aquí, así como a través de los hermanos que he conocido a lo largo de los años. El servicio surge de la gratitud porque Jesús nos llamó a seguirle. Se hace evidente cuando escuchamos la historia y las reflexiones personales de cada hermano: cada uno ha escuchado la llamada de Cristo y ha elegido seguir sus pasos. Cada vez que sirvo al otro, entrego una parte de mí mismo. Este vaciamiento de mí mismo hace lugar para Cristo en mi corazón y profundiza mi amor al Señor.

San Alfonso Rodríguez, cada vez que atendía la puerta del colegio de jesuitas al que estaba destinado, se entregaba hasta el punto de no tener nada más que dar. Amó a Cristo hasta el final. Salgo de este encuentro cambiado e inspirado por haber encontrado al Señor en mis hermanos jesuitas. Su testimonio de servir al Otro (Cristo) me ha reconfortado a seguir en esta vocación de servicio.

La vocación del hermano jesuita es un regalo para la Compañía de Jesús y para la Iglesia. No debe darse por sentado. ¿Hacia dónde vamos, nosotros, los hermanos jesuitas? preguntó el P. Sosa. Para mí la respuesta es sencilla: voy donde el Señor me lleva a servir a los demás, humildemente, como testigo de Cristo.

El encuentro ha sido obra del Espíritu Santo

Por Stephen Power, SJ

El encuentro internacional de hermanos jesuitas que acaba de tener lugar en la Curia de Roma (del 3 al 10 de julio de 2022) fue inspirado por un misionero de larga duración en África Central, que imploró más apoyo para los hermanos en África y en lugares aislados. Mi experiencia de llevar adelante dicha propuesta en colaboración con los hermanos delegados de las seis Conferencias de la Compañía de todo el mundo me ha conducido a la convicción de que el Espíritu Santo se ha encargado de encontrar la manera de hacerla realidad.

El Padre General Arturo Sosa dio la bienvenida a los delegados a la Curia General de la Compañía con estas palabras: “¡Ésta es vuestra casa!”. Este saludo ha aportado un sentimiento muy consolador que refuerza la comprensión, ahora importante, de que todos somos, ante todo, religiosos jesuitas juntos, aunque algunos, si no la mayoría, tengan funciones como sacerdotes. Este encuentro ha proporcionado una rara oportunidad para que los hermanos delegados de todo el mundo compartan su experiencia y discutan las mejoras en su formación, en la comprensión de su identidad y en cómo promover mejor la vocación de hermano.

La acogida fraternal de toda la comunidad de la Curia ha contribuido a conmover el corazón de los participantes, especialmente de algunos que arrastran el legado de haber sido marginados en el pasado. Ya con 42 años en la Compañía, me sorprende la fuerza con la que este encuentro, con este conjunto de hermanos jesuitas de gran talento, ha reforzado mi fe en que esta vocación, la de una vida como religioso jesuita, y mi vida-misión pueden cumplirse sin necesidad de la ordenación. La vocación de un hermano jesuita puede y debe ofrecer un apoyo significativo a nuestros compañeros jesuitas que están ordenados y que sirven al Señor en esa función, con todas sus exigencias actuales.