El Papa Francisco con los jesuitas en Budapest: cercanía e inmediatez

Por Árpád Tóth, SJ

El Santo Padre, como es habitual, se reunió con los jesuitas ‘locales’, esta vez con nosotros, jesuitas húngaros. El encuentro comenzó el sábado pocos minutos después de las seis y duró aproximadamente una hora y media. ¿Qué fue lo que caracterizó este encuentro? La cercanía y la inmediatez. Nada más entrar, el Santo Padre se dirigió a un compañero de 96 años, el Padre Károly, que estaba sentado cerca de la puerta, e inmediatamente intercambiaron algunas frases en español (el Padre Károly lleva más de quince años de servicio en Chile). Este gesto ya fue suficiente para hacernos sentir que como jesuitas estábamos entre nosotros; él, aun siendo el Papa, es nuestro compañero. Hablamos la misma lengua. Todo el encuentro estuvo acompañado de este tono de fraternidad, cercanía e inmediatez. Además, como estábamos en una sala bastante pequeña, quedábamos también físicamente cerca los unos de los otros.

La frescura de espíritu y el buen humor del Papa Francisco fueron también fascinantes. Aun después de un día muy cargado, nos concedió a los jesuitas una hora y media y, durante toda la conversación, estuvo realmente presente, escuchando atentamente.

Una de las preguntas que surgieron fue sobre la vocación religiosa, o más precisamente la vocación jesuita. ¿Cómo podemos atraer a los jóvenes, cómo podemos hacer que nuestra forma de vida les resulte atractiva?, ¡porque lo es! El Papa Francisco hizo hincapié en la importancia de la coherencia de vida. Según un proverbio irónico, los jesuitas piensan con claridad, pero hablan con oscuridad. Nos invitó tanto a pensar con claridad como a hablar y vivir con claridad, es decir, a vivir nuestras vidas en congruencia con nuestras palabras. Los jóvenes se dan cuenta enseguida de todo tipo de discrepancias y oscuridades, y a partir de ese momento dejamos de ser creíbles a sus ojos.

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También nos ha pedido que seamos portadores de alegría que se alimentan de Cristo resucitado. Que no nos dejemos asustar por los desafíos del tiempo presente y no juzguemos nuestro tiempo diciendo que todo era mejor en el pasado.

Además de los jóvenes, también se habló de los ancianos. Los ancianos son miembros muy importantes y valiosos de una comunidad y el Papa Francisco llamó nuestra atención sobre la importancia de escuchar a nuestros hermanos mayores y aceptarlos tal como son, con ternura y delicadeza.

Tocamos el tema de los abusos desde un ángulo muy particular que, francamente, casi nunca se aborda. Y es la relación con los responsables de los abusos, con los perpetradores. El Santo Padre ha subrayado que se trata de actos innegablemente atroces que deben ser combatidos con el máximo rigor, pero al mismo tiempo no debemos olvidar nunca que también los abusadores son y seguirán siendo siempre hijos de Dios y debemos dirigirnos a ellos con amor fraterno, aunque el primer sentimiento casi visceral sea la repugnancia. Necesitamos atención pastoral para las víctimas, pero también para los culpables.

Quizá uno de los momentos más divertidos de la velada fue cuando uno de nuestros compañeros, de forma muy teatral, expresó su gratitud y alegría al Santo Padre por la canonización de Óscar Romero. Este momento, que podemos calificar sin temor a equivocarnos de “performance”, nos arrancó a todos una sonrisa.

En resumen, fue un encuentro personal y directo. Fue como una velada comunitaria de una comunidad jesuita. Al final del encuentro, después de la bendición, nos saludó con su frase ya casi tradicional: ‘Por favor, recen por mí’.

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Publicado por Communications Office - Editor in Curia Generalizia
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