La AdZU, la Universidad de la Compañía “Ateneo de Zamboanga”, tiene un nuevo presidente desde marzo de 2023, el jesuita Ernald Andal, de 47 años. Un “jesuita joven”, se podría decir, especialmente para este tipo de responsabilidad. Empezamos preguntándole cómo ve su misión.

“El liderazgo para nosotros, jesuitas, es una misión más. Esta misión concreta ha ido tomando forma a lo largo de mis años de formación. Durante ella he aprendido a estimar el poder de la escucha, y eso me exige comprender y tener en cuenta los distintos puntos de vista, incluidos aquellos que pueden ser opuestos a los míos. Estoy convencido de que la sabiduría reside en la pluralidad de perspectivas, y que mi papel es ayudar a descubrir los sueños de Dios que se ocultan tras cada voz.

Soy una persona que pide a Dios la gracia de que el ejercicio de mi liderazgo encarne el Corazón de Jesús, y me esfuerzo por mandar con humildad y generosidad, y fomentar un entorno en el que todos los miembros se sintieran apreciados y escuchados. La “cura personalis” ignaciana me impulsa a tender la mano a todos los miembros de la comunidad y alimentar así el sentido de pertenencia, especialmente entre los que pueden sentirse marginados o ignorados. No quiero ofrecer una imagen de superioridad, sino la de un compañero en nuestra misión compartida.

Me comprometo a fomentar una cultura universitaria integradora y reconocer que la ciudad de Zamboanga es un crisol de culturas y religiones diferentes, y que la AdZU debe erigirse en faro de unidad y de reconciliación en la diversidad. Nuestra universidad acoge estudiantes de distintas religiones: 60% son católicos romanos, 29% musulmanes y 11% cristianos no católicos. Estamos orgullosos de esta diversidad que nos distingue de otras universidades que la Compañía tiene en este país. Hacemos esfuerzos por favorecer que haya comprensión y respeto entre los estudiantes de las distintas confesiones, y por lograr que convivan en armonía y profunda solidaridad.

El enfoque de la universidad en lo que toca a la formación es holístico, y pone su foco en la cabeza (competencias), en el corazón (conciencia y carácter) y las manos (compasión). Adaptamos nuestros programas de retiros a las necesidades espirituales y psicoemocionales de nuestros estudiantes y a menudo en colaboración con la Oficina de Orientación y Asesoramiento y la Oficina de Participación Social. Tengo la suerte de verme rodeado por unos compañeros de misión, laicos y jesuitas, competentes y comprometidos, que comparten conmigo esta concepción de una educación ignaciana transformadora.

A pesar de los inevitables retos que nos esperan, con fe en la gracia salvadora de Dios, emprendo confiado mi papel de Presidente de la Universidad. Dios, que quita el miedo y da la fe, que da valor para superar las dudas y que en la desesperación inunda de esperanza, ha querido que comparta con Él la sagrada tarea de cuidar de su rebaño. Bajo la mirada amorosa de nuestro Buen Pastor, sé que no estoy solo. Con gran esperanza deseo ahora servir a nuestra comunidad de la AdZU, Pro Deo et Patria, el lema de la universidad.”

Educación para el bien común, la transformación social y la solidaridad

En su discurso inaugural como presidente, Ernald Andal dio a conocer su visión, como jesuita, del significado y la función del Ateneo de Zamboanga. Sí, dijo, la AdZU tiene sentido...

“Porque en este mundo herido y lacerado, seguimos necesitando formar líderes compasivos, comprometidos y competentes, que se inspiren en los valores del Evangelio. Que pongan valientemente el servicio por encima del yo, la sabiduría por encima de las distinciones. Es preciso acompañar a líderes ignacianos que disciernan que el verdadero poder no reside en acumular riquezas, sino en enriquecer vidas. Éste es el tipo de educación ignaciana y transformadora que ofrecemos aquí, en la Universidad Ateneo De Zamboanga.

Quiero sintetizarles el horizonte que nos abre el Papa Francisco con el del educador y filósofo Paulo Freire.

En primer lugar, la educación como un bien común. La educación de calidad debería ser para todos, pero a muchos disuade de acceder a ella la pobreza, el conflicto o el aislamiento. En la AdZU soñamos con un futuro en el que a ningún estudiante se le niegue una educación jesuítica por falta de medios. Abogaremos por una mejor complementariedad entre los sectores de la educación pública y privada. Ampliaremos las becas y ayudas para estudiantes desfavorecidos, procurando que la mejor parte sea para la Península y más allá.

En segundo lugar, educación para la transformación social. A través del diálogo y de una actuación coherente con el entorno universitario filipino, católico y jesuita, la AdZU pretende fomentar en Mindanao Occidental una sociedad que se desenvuelva en armonía, que sea justa y pacífica. Seguiremos educando a nuestros estudiantes para que se conviertan en agentes de cambio y sean puentes entre los pueblos.

Por último, educación para la solidaridad y la fraternidad. Mindanao Occidental constituye una mezcla de grupos étnicos, de religiones y comunidades. Aunque algunos piensan que esta diversidad sólo puede hacer crecer las tensiones, nosotros creemos que a la vez permite la unidad y la fraternidad. La educación fomenta el entendimiento y la hermandad por encima de las diferencias.

Estos próximos años serán un reto para mí y para los que decidan quedarse aquí para colaborar y cumplir nuestra misión compartida de formar a las próximas generaciones de líderes ignacianos, personas con fe en Dios, conciencia crítica, compasión, compromiso y competencia para afrontar los retos de la sociedad.”